Preámbulo

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Estaba muy nerviosa. Habían pasado casi tres meses desde que las palabras de mi ginecóloga desbarataron por completo mi plan de vida. Cuando entre en esa consulta, ni se me pasó por la cabeza que lo que me ocurría era que estaba embarazada. Cuando sufrí el episodio de cáncer con solo veinte años, el doctor me había dicho que quedarme embarazada iba a ser muy difícil y digerir aquella noticia no fue sencillo, y mucho menos cuando pasaba las horas trabajando en una guardería con niños pequeños. Con el tiempo, pude aceptar aquella condición y tras mi paso por Operación Triunfo no había vuelto a plantearme aquello.

En diez minutos, David vendría al garaje de casa a recogerme y juntos iríamos a la ecografía en la que nos dirían por fin si íbamos a tener un niño o una niña. Era la segunda vez que compartía espacio con él desde nuestra ruptura y no sabía muy bien cómo afrontar el encuentro. Cuando descubrí que iba a ser madre, tuve claro que ese bebé merecía la presencia de un padre y estaba totalmente segura de que David sería uno increíble. Sin embargo, el día que me disponía a contárselo descubrí que él mismo había dado de baja su número y escuche la dichosa rueda de prensa. Presa de los nervios y las hormonas ante el bestial número de periodistas que se agolpaban en nuestro portal, no tuve mejor idea que bajar en chándal al portal y hablar con la prensa. Tal fue mi estado de nervios que la propia Natalia se presentó en casa con una botella de vino, que para extrañeza suya rechacé excusándomme diciendo que me había tomado un ansiolítico.

Era plenamente consciente de que mi relación con él estaba terminada, pero escucharle en esa rueda de prensa sin haberme llamado antes para que no me pillara de sorpresa, me clavó una espina en el corazón. Aún así, esa misma noche una vez me quedé sola en el piso, llamé al abogado que habíamos contratado justo al salir de la academia. Le pedí que con la máxima privacidad posible le hiciese llegar la noticia a David, pues de momento y hasta que hablásemos no quería que nadie fuera de nuestro círculo más cercano conociese la noticia. Tras colgar la llamada y tras tranquilizar a mis padres me fui a dormir consciente de que cada paso que diese a partir de ese día, debía de hacerlo pensando en el bebé que habitaba mi vientre.

Aquello era lo más sensato, ni quería que esa criatura creciera rodeada de paparazzis y haría todo lo posible para que tuviera una infancia tranquila. Tres días después, justo cuando iba a acostarme tras un largo día de limpieza, el timbre de casa sonó tres veces y supe que era él. Por unos segundos, me quedé totalmente paralizada en medio de nuestra (ahora mi) habitación, ¿quería verle? ¿estaba preparada para hacerlo? Sin mucho margen para responderme a mi misma le abrí la puerta no sin antes comprobar mi cansado rostro en el espejo, era plenamente consciente de que la conversación que se avecinaba no iba a ser sencilla, pero yo tenía muy claro que quería hacer.

Una vez nos sentamos en la terraza, ambos nos observamos durante unos minutos que para mí fueron interminables tras los que iniciamos una tímida conversación en la que tratamos de ser lo más educados posibles. Inesperadamente el me pidió perdón por la forma en la que todo habia terminado y por la rueda de prensa. Yo, abriendome como solo hacía con él le perdone y a la vez me disculpe por no haberle sabido apoyar en una época de tanto cambio. Ambos sabíamos que no era nuestra el cien por ciento de la culpa pero sin un mínimo intento de díalogo, no ibamos a conseguir nada. Y otra vez volvío el silencio, pero el almeriense me hizo una pregunta con la que se inció la conversación que iba a marcar nuestras vidas.

¿Desde cuándo lo sabes? - dijo mirándome a los ojos con una expresión de calma inusitada en él.

¿Te acuerdas cuando me llamaste desde casa de tus padres hace un par de semanas?- asintio sabiendo también como yo que me estaba refiriendo al día en el que cortamos- pues esa noche cuando entre en nuestro baño me dí cuenta de que llevaba un par de semanas sin venirme.

Entonces, ¿bajaste a por un test de embarazo?

No, ni siquiera se me pasó por la cabeza, pensaba que volvía a tener cancer y me asuste muchísimo.

Lauraaaa- me interrumpio consciente de que el puto cancer era mi mayor miedo y de que era demasiado tremendista con el más irrelevante cambio que sufriese mi cuerpo.

Ya lo sé Daví, bueno que unos días más tarde mi ginecóloga me dijo que estaba embarazada.

Sonrió mirandome pronunciar esa palabra y nos volvimos a fundir en los ojos del otro. Estaba embarazada.

Laura, yo se que va a ser muy dificil pero yo quiero estar en la vida de ese bebe, no quiero volver a dejar escapar lo que más quiero por no estar presente.

Y yo quiero que estés en su vida, se que vas a ser un gran padre, sin embargo creo que tenemos que encontrar la manera de que nuestro hijo o hija crezca alejado de todo esto, no quiero que viva bajo el acoso mediático.

¿Qué propones entonces?

Pues he estado hablando con Brian y con nuestro abogado y lo que podemos hacer de momento es evitar al máximo a la prensa y ocultarnos de la prensa.

Eso va a ser muy dificil, en algún momento se enterarían

Le miré siendo consciente de que tenía toda la razon del mundo. Hace dos años ya se había liado muchísimo cuando salieron unas fotos en las que David me acompañaba a una revisión por lo que tarde o temprano llegaría a los medios la buena nueva.

¿Y qué propones entonces?

Verás yo tambien he hablado con Brian y quiza lo mejor es que nos vayamos a Miami los dos.

Ya pero la prensa se preguntaría porque salímos de España los nos a la vez.

No tiene porque. Puedes decir que necesitas un tiempo fuera de los medios para reflexionar y así nadie diría nada. Podriamos hablar solo con nuestras familias y nuestro círculo cercano y que la niña naciese allí, al fin y al cabo allí la prensa se compra de forma más sencilla.


Y así fue como a finales de septiembre de 2005, Esther Bisbal Corradini llegó al mundo rodeada de su familia en una bonita tarde de otoño, mientras la prensa española se preguntaba por el paradero de su madre, sin poder imaginar dónde, cómo y con quién estaba. 

El gran secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora