IN MEMORIAM ÁLEX CASADEMUNT (I)

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Por segunda vez en la noche y ante la ausencia de Rossana que se encontraba en un viaje de trabajo en Barcelona, me levanté para darle el biberón a Bianca y tras ello intenté sin éxito dejar a la niña en su cuna. Tras múltiples intentos fallidos en los que rompía a llorar, me senté con ella en la mecedora y empecé a cantarle la primera nana que se me pasó por la cabeza sin llegar a afinar demasiado. Tras varias canciones y cansada de llorar, por fin decidió dormirse y admire uno de los mayores placeres de la vida, ver a tu hija dormir. Media hora después y asegurándose de que estuviese bien tapada, dejé a la niña en la cuna y cogí el vigila bebés, mientras iba a las habitaciones del resto de mis hijos, que esa noche ocupaban mi casa. Nada más salir al pasillo, entre en la habitación de Esther que dormía tapada por las múltiples mantas que adornaban su cama, con una postura nada recomendable. No intente recolocarla, pues tras sus dieciséis años de vida, era misión imposible. Mateo, por otra parte, dormía en su cama en una postura idéntica a la mía, el chaval era casi un calco mío. Antes de ir a mi dormitorio, vi como Ella dormía abrazada a la pobre Nala, que esta noche no se había librado de su agarre. La perra abrió los ojos cuando me adentré en la instancia y pude ver sus grandes ojos pidiéndome auxilio. Tras mi ronda particular, volví a mi habitación y encendí el móvil que llevaba apagado desde que las niñas se fueron a la cama.

Nada más encenderlo, sentí una corriente de terror recorrer mis piernas pues tenía numerosas llamadas de Laura, Bustamante, Javian y Alejandro. Algo había pasado y a juzgar por las notificaciones que inundaban el dispositivo, era algo público, sin entrar en redes sociales y arriesgándome a que estuviese dormida entre en el whatsapp que Laura acababa de enviarme.

Llámame, es muy urgente.

Ante lo escueto de su mensaje y viendo lo tarde que era , salí a una de las terrazas para evitar que mis hijos se despertarán con la conversación y marque un número que me sabía casi de memoria. Eran las 3 de la mañana así que algo muy serio debía de haber pasado.

Al segundo tono la voz congestionada de Laura respondió al otro lado, aunque no fui capaz de descifrar lo que me estaba contando.

¿Qué ha pasado?- oí como sorbía su nariz y volvía a llorar, al tiempo que mi cabeza imaginaba mil y una desgracias- Laura, ¿Qué pasa?

Álex ha tenido un accidente

Laura, tranquila, verás como no es nada y mañana mismo podemos hablar con él.

No David no, Álex ha muerto.

No podía ser, no era posible. Había hablado con él esa misma tarde después de que este conteste a una historia que había subido a mejores amigos de instagram donde se veía a Esther tocar el piano con Mateo en sus piernas. ¿Cómo iba a estar muerto?

Laura, pero estás segura de que no es un bulo

Eso pensábamos todos, pero Javian ha hablado con Joan. Es todo muy turbio, lo han filtrado desde el equipo médico y nos hemos enterado todos por redes

Madre mía- estaba totalmente mudo, me pellizque intentando despertar de esta pesadilla, pero no lo conseguí y el llanto de Laura era muy real.- No se ni que decir

David, algunos vamos a ir a Barcelona en el primer AVE que podamos, ¿Qué quieres hacer?

¿Pero se puede?

Se ve que en este caso si, Manu ha estado investigando e ir a un tanatorio está entre las excepciones del BOE. - tanatorio, esa palabra no hacía más que introducir otro clavo en mi corazón.

Vale, si quieres dejó a la tropa en el colegio y voy a por vosotras.

Se va a liar, David....

Me da igual Laura, no nos van a quitar la posibilidad de despedir a nuestro amigo, después del mes que llevamos y viendo lo que pasa espero que nos dejen respirar.

Tras una conversación, que se alargó hasta las 5 de la mañana, Laura y yo acodamos intentar dormir un mínimo en vista del eterno día que se avecinaba.

Cuando colgué, fui al armario y preparé una bolsa de viaje con ropa negra y un pequeño neceser, lo justo para un par de días. Escribí un mensaje a Rosanna contándole la situación y a mi manager cancelando mis compromisos de los días siguientes. No podía centrarme en otra cosa que en la noticia que acababa de recibir. Fue entonces cuando recibí otra llamada de Bustamante con quien rompí a llorar como un niño pequeño, dejando salir las lágrimas por el casi hermano que habíamos perdido. Tras una pequeña conversación en la que acordamos los próximos movimientos le colgué, sabiendo que en las próximas horas íbamos a vivir las peores horas de nuestra vida. No me podía creer las circunstancias en las que nuestro ansiado reencuentro se iba a producir. Entré en la conversación con mi hermano y le informé de la situación, pidiéndole que recogiese a los niños del colegio si Rosanna no conseguía llegar con tiempo a Madrid.

Inmediatamente después me fui a la habitación de Bianca y cogiéndola en brazos, empecé a pensar en la cantidad de veces que Alex y yo habíamos hablado sobre nuestros hijos en los últimos años. Se había convertido en un padrazo que moría por la sonrisa de su hija. No podía borrar de mi cabeza la imagen de su pequeña, que con solo tres años acababa de perder a su padre. Fue entonces cuando pensé en mis hijos y sentí pánico absoluto al imaginarlos vivir semejante dolor. Nadie está preparado para decir adiós a un ser querido, pero hacerlo así era algo extremadamente doloroso. Álex se lleva, las risas de la experiencia más intensa de nuestra vida, se lleva una parte nuestra y se lleva también la inocencia con la que pusimos los pies en la academia por primera vez.

Estaba sumergido en mis pensamientos, cuando escuché el reloj de Esther sonar en su habitación. Unos minutos más tarde la escuché salir al pasillo. Siguiendo lo que Laura y yo habíamos decidido fui consciente de que tenía que contárselo, porque sino se iba a enterar cuando saliéramos de casa y la prensa se agolpase en la puerta. No tenía ni idea de cómo contárselo, no podía suavizarle la noticia pues a sus casi dieciséis años era muy consciente de todo y además desde hace unos meses tiene una cuenta privad de instagram por donde ya debe de correr la noticia

- Ter cariño, estoy en la habitación de tu hermana, ¿puedes venir antes de bajar a desayunar?

- Un segundo que me estoy poniendo el uniforme

Entró en la habitación encendiendo la luz que yo había apagado y al ver mi rostro desencajado, se sentó a mi lado y mirando sus ojos, le conté la conversación que horas antes había mantenido con su madre. Volví a llorar sin intentar ocultar el dolor que sentía ante la muerte de una persona tan importante en mi vida. Tras esa conversación y un rato abrazados, explicamos muy por encima a Ella lo que había pasado y nos pusimos en marcha hacia el colegio, donde gracias en parte al servicio de guardería, mis cuatro hijos iban a estar protegidos del caos toda la mañana. No me resultaba agradable la idea de que los más pequeños de la casa pasarán la mañana lejos de una cara amiga, pero no podía hacer otra cosa ante el deseo feroz de salir corriendo hacia Mataró.

Una vez, les hube dejado en el centro, conteste de forma escueta a la prensa evitando romper a llorar una vez más de la mejor forma que pude y conduje hacía la urbanización donde vivía Laura. Metí el coche en el interior del garaje de la urbanización de Natalia y Laura y cuando entraron en mi coche vestidas de negro y portando al igual que yo unas enormes gafas de sol, fui aún más consciente del horrible viaje que íbamos a realizar, cuando salimos hacia la calle, fue Natalia la que dijo a la prensa que habíamos pasado una de las noches mas dolorosas de nuestra existencia y pidió un poco de tranquilidad. Petición que obviamente no fue escuchada, pues todo lo relacionado con la primera edición de Operación Triunfo era objeto de noticia y de un acoso mediático brutal. Jamás olvidaré el silencio en el que nos encerramos una vez que todos los que viajábamos desde Madrid nos subimos al vagón del tren en el que tuvimos la máxima intimidad para tratar de llevar el duelo de la mejor forma posible. 

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"A TU LADO HOY BRILLA MI ESTRELLA"

El gran secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora