Capítulo 22

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La madre de los hermanos se ha ido por la mañana, Carolina se despidió de ella como si no hubiera un mañana. ¿Y ella era la que había visto cinco minutos contados a su madre en todo el finde? En cambio, César estaba incómodo, le dio un breve abrazo y ya. Yo, en cambio, sería el punto intermedio de una despedida. Carla le entregó la llave a César de la casa del campo y le dejó toda la responsabilidad sobre ella. Lo habíamos estado hablando entre los tres y decidimos que iríamos el viernes siguiente con los ya confirmados Aitor, Daniel, Macarena, Esther y Antonio.

Había estado investigando la zona por internet y había encontrado un par de caminatas muy interesantes. Una de ellas te llevaba al nacimiento de un río y la otra era un mirador de buitres negros. ¿Cuál sería mejor? No sabía que escoger así que me imprimí los dos recorridos y le haría escoger a los chicos el sábado. Cualquiera de las dos merecería la pena, eso seguro.

Mañana es lunes y no me apetece nada. Si, claro, ¿a quién le gusta los lunes? Pero a parte de eso es que tengo que ver a Antonio y después de lo que pasó el viernes no habíamos vuelto a vernos y lo tendremos que hacer mañana. No sé como tengo que actuar, si estar como siempre o volver a hablar de ello. Pero pensar todo eso me deprime. Solo quiero volver a estar como antes, volver a ser amigos. Si he aprendido algo sobre relaciones últimamente es que si es muy complicado es que no funciona y mejor dejarlo antes de salir herido. También me da miedo que ya no podamos volver a ese punto, ¿veis? Lo que decía, es deprimente.

Estábamos los tres en el salón terminando de ver una peli. Después de toda la locura de fin de semana este era nuestro momento de relax. Cuando empezaron los créditos de la película, Carolina apagó la tele y se levantó mirando hacia nosotros, aunque más concretamente hacia César.

— Muy bien, mamá se ha ido. Escúchame bien, yo voy con Aitor por mi cuenta —soltó de repente con expresión seria a César—. Ni se te ocurra boicotearme.

Tanto a César como a mi nos pilló un poco por sorpresa la reacción de Carolina. Aunque en seguida se recobró César y volvió a adoptar una postura burlona.

— ¿Yo? ¿Boicotearte? ¡Qué cosas tienes! —exclamó "indignado" César—. Pero aclárame una cosita, hemos invitado a todos. ¿Cómo vas a ir por tu cuenta? ¿O piensas ser la marginada del grupo?

—Pues sí, lo quiero ser —bramó Carolina, que se giró hacia mi un poco avergonzada—. Alejandra, no te ofendas, no es que no quiera ir con todos vosotros ni nada de eso, es sólo que quiero una salida romántica. Y esto es lo más parecido que tengo por el momento. Así que no me lo fastidies, César.

Dicho esto Carolina se fue a su habitación, otra cosa no, pero las salidas dramáticas se le dan muy bien. Nos quedamos César y yo en silencio hasta que decidí romper el hielo.

— Bueno, cuéntame como es la casa.

César me sonrió.

***

Ya es la última clase del día y por ahora todo ha ido bien. Antonio actúa conmigo normal, como si nada hubiera pasado,  y los ratos de descansos entre clases prácticamente ha sido Macarena la que hablaba sobre todo lo que iba a pasar el finde. Contaba desde lo que se iba a llevar de ropa hasta lo que teníamos que traer cada uno, ahora que Carolina no lo organizaba, parecía que el relevo lo había tomado ella. Me vino muy bien saber como es la casa ya que desde el principio del día me ha estado interrogando sobre como era la casa. Cuando se empeñaba podía ser muy pesada.

Nada más finalizar la clase opté por despedirme rápidamente de mis amigos e ir hacia casa, estaba ya por el pasillo cuando escucho a alguien gritar mi nombre. ¡Mierda! ¡Y yo que pensaba que me había escaqueado! Me paré y lentamente me giré para toparme con los ojos castaños de Antonio.

Jugando con el enemigo en casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora