—Lo siento mucho chicos, ¿me perdonáis? —supliqué poniendo ojitos—. Sé que os lo tendría que haber dicho que me había ido. Pero estaba ocupada esquivando al novio de Cristina. Ese chico es enorme, tiene un gran problema con los anabolizantes, en serio. Y luego con toda la adrenalina del momento se me olvidó.
—Bueno, está bien —dijo Macarena—. Pero nos invitas a unos helados.
Si llego a saber que solo había que comprar su perdón me habría ahorrado durante toda la hora de la comida las disculpas, y ya de paso las punzadas de culpabilidad que he tenido toda la mañana. Como ya empieza a ser una horrible costumbre me levanté tarde, aunque no tan tarde como Carol y César, que de hecho ni siquiera han comido. Hablé con mis amigos para ir a comer al centro comercial y a pedirles perdón y aquí estamos.
—Está bien, pero de tarrina pequeña, que no soy rica —añadí.
Mientras Antonio y Esther estaban eligiendo los helados, Macarena se acercó a mi.
—No me engañas, estabas ocupada en César, ¿a qué sí? —me susurró.
—¿Qué dices? No estaba ocupada en él.
—No soy tonta, toda la noche os estuvisteis lanzando miraditas, os ví, y me parece demasiada casualidad que luego te fueras con él.
—No nos lanzábamos miraditas —dije algo irritada—. Estábamos en una apuesta, ya te lo conté antes. Y la casualidad fue que estuviera Cristina y su novio en esa discoteca.
Macarena no dijo nada más, aunque me miró con una cara de decir que no me creía nada. Era mi amiga y la quería pero no sé adónde me quería llevar con esto. La semana pasada era Antonio y esta era César, ¿qué chico me diría la semana que viene?
Después de tomar los helados, fuimos a los recreativos donde estuvimos toda la tarde. Más bien lo hacíamos por Antonio porque por nosotras estaríamos en la planta de abajo donde están las tiendas. Para cuando nos despedimos en el metro ya ni se acordaban de que se habían enfadado conmigo.
Cuando llegué a casa Carol ya se había ido pero César estaba en el salón, lo que me sorprendió bastante.
—¿Qué haces todavía aquí? —le pregunté—. ¿No tienes que arreglarte para salir de fiesta?
—Gracias por querer echarme de mi casa —dijo irónico—. Para tu información no salgo hoy.
—¿Qué me dices? —me puse las manos en la boca fingiendo sorpresa—. ¿Vas a estar un sábado por la noche en casa? Vas a destrozar a tu fila de seguidoras.
—Venga ya con la broma, tampoco es para tanto —refunfuñó en el sofá—. Soy humano, de vez en cuando necesito descansar. Aunque desilusione a mis seguidoras.
Bah, era incorregible. Aunque me parecía raro que estuviera en casa. Desde que discutió con Daniel estaba más tiempo en casa, supongo que era con quién hacia planes siempre.
—¿Qué hay en la tele? —dije sentándome en el otro lado del sofá.
—Es sábado por la noche, ¿tú que crees? Si quieres podemos ver una película.
César se levantó del sofá de un salto.
—Voy a hacer palomitas, escoge tú.
¿César haciendo palomitas? Y me deja elegir a mi. Está muy raro, a lo mejor llegó a alcanzarle Pablo y le dió un golpe en la cabeza. Se notaba que Carolina y César eran tan cinéfilos como yo, las tenían todas. Escogí "Blue Valentine", tenía ganas de verla desde hacia tiempo.
—¿Blue Valentine? —dijo César sentándose a mi lado con el bol de las palomitas—. ¿Tienes pensado ver toda la filmografía de Ryan Gosling?
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Jugando con el enemigo en casa
Teen FictionSiempre he sido una chica que lo tiene todo bajo control así que mudarme a la ciudad para ir a la universidad no me supondrá ningún problema. O al menos eso creía yo hasta que conocí a mi nuevo compañero de piso, César, un chico con un ego enorme y...