Capítulo 9

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—¿Qué ha pasado? —la pregunté sentada al lado suyo y cogiendo un poco de helado.

Antonio se había ido para no molestar y ahora estaba con Carol viendo la película.

—Subieron fotos de anoche a instagram y salí en ellas con algunos chicos que conocí ayer haciendo el tonto. Aitor se ha enfadado mucho, me ha dicho que no confía en mi —contó Carol—. Me ha montado toda una escena delante de la clase. ¡Qué vergüenza!

—Habla con él cuando se calmen las cosas. Seguro que entra en razón.

Carolina asintió poco convencida y volvió a centrarse en la peli mientras tanto la consolaba e intentaba hacerla reir con poco éxito, la verdad. Escuché la puerta principal abrirse.

—¿Qué ha pasado? —dijo César preocupado.

—Aitor ha roto conmigo —se puso otra vez a llorar mientras se metía un puñado de palomitas pringosas en la boca.

César puso cara de asco, bueno la mia era igual.

—Solo llevabas una semana con él. ¿No estás siendo un poco exagerada?

—¿Solo? Es mi relación más larga. Y tirada por la borda por culpa de las redes sociales —se lamentó.

—¿Cómo? —dijo sin entender nada César.

Carolina estaba bastante entretenida entre llorar y comer a la vez, así que le resumí la situación.

—Si ha roto contigo por eso es un idiota —contestó César—. Aunque ya lo era de todas maneras antes.

Se encogió de los hombros y se sentó al otro lado de Carol. Cogió un poco de helado y lo untó a las palomitas. ¡Ag, qué asco!

—¡Eh, son mias! —protestó Carolina abrazada al bol de palomitas— soy yo la que está de bajón.

—Yo también estoy pasando por una dolorosa ruptura —dijo César fingiendo una cara de dolor—. Necesito animarme.

Volvió a coger otro puñado de palomitas con helado. Me centré en ver la peli y no en los dos animales que tenía al lado con todas las bocas llenas de chocolate.

—Pruébalo —instó Carol con la boca llena—. Están super ricas. Nuestra madre siempre nos lo hacía cuando estabamos tristes. Es una costumbre familiar.

Los dos me miraban expectantes aunque la mirada de César era como de desafio. Lo lamentaré pero no podía negarme, menos sabiendo que me estaban invitando a entrar a su costumbre. Cogí un puñado de palomitas y le eché el helado por encima. Respiré profundamente, cerré los ojos y me las metí en la boca. Era una extraña combinación entre el dulce del chocolate y del helado y el salado de las palomitas pero era verdad, estaban buenas. Además, gracias al helado te quitaba la sed de las palomitas.

—¡Umm! —canturreé poniendo una exagerada cara de placer— Sí que estan buenas.

Cogí otro puñado mientras Carol y César sonreían. Antes de terminar la peli ya nos habíamos comido todo el helado y las palomitas. Carolina ya se encontraba de mejor humor, no habíamos parado de bromear en toda la noche, sobre todo con César.

—¿Qué tal con la chica de esta mañana? —preguntó Carol— ¿Vas a llamarla? Parecía maja.

—¡Qué va! —dijo riéndose— Tiene novio.

—¿Qué? —gritamos las dos al unísono.

No me podía creer que la chica de esta mañana fuera del tipo que engaña. Me caía mejor que Mel y resulta que son del mismo tipo. No entendía como la gente le era infiel a esa supuesta persona que quiere.

Jugando con el enemigo en casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora