Capitulo Uno

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Olvidar... ¿Eso era lo mejor? Tal vez no, pero vivir con su recuerdo todos los días desde hace dos años no ayudaba en nada, quería morir ahora mismo, dejar a sus hijos en algún lugar donde cuiden bien de ellos y después dejar de existir. Y cuando se reencuentre en el otro mundo con su esposo pedirle perdón por no ser fuerte y dejarse derrumbar fácilmente, pedirle perdón por ser un cobarde y dejar a sus hijos.

Pero no, no podía seguir así, mañana sería ese gran día donde por fin podría comenzar de nuevo, tenía que hacerlo por sus hijos, por él y por su esposo fallecido. Si, mañana seria ese gran día... A quien engañaba, sabía que eso no era cierto. Desde hace meses se decía eso, pero ese mañana no llegaba aun, tal vez no llegue jamás.

Dejo un beso en la frente de sus pequeños hijos y salió de la habitación dejando la puerta entreabierta. Camino hasta la puerta al final del pasillo y entro, todos los días hacia lo mismo, entraba y tocaba con gran nostalgia aquel traje negro que guardaba con devoción en una caja, pero cuando llegaba a aquella prótesis de brazo izquierdo color gris y con una estrella en el hombro su toque se volvía más delicado, solo pasaba las yemas de sus dedos por la superficie de esta como si tuviera miedo de que se rompiera en mil pedazos. Tocaba más despacio en los lugares donde se hallaban algunos raspones y el color se había desprendido.

Como todos los días no se dio cuenta cuando las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras tocaba todo, salió de la habitación limpiándose las lágrimas con el antebrazo y se fue a su cuarto, se despojó de toda su ropa quedándose solo en bóxer y saco la camiseta de su esposo, esa que siempre ocupaba para dormir, aunque le quedara demasiado grande.

Se acostó y se tapó con las mantas todo el cuerpo, tomo la foto que estaba en la pequeña mesa junto a la cama y comenzó a tocarla, cerro sus ojos y él estaba ahí, debía ser el paraíso, su cabello, sus ojos, y su sonrisa, todo de él era perfecto hasta sus más mínimos defectos eran perfectos y por eso lo amaba... lo ama.

°°°

-Niños ya vámonos... -tomo a sus hijos de las manos y salieron de la casa.

Caminaron por unos cuantos minutos hasta que llegaron, la puerta ya estaba abierta y directamente caminaron hasta esa parte que ya conocía de memoria. Los tres se quedaron frente a la lápida con el nombre de James Buchanan Barnes. Zemo se agacho y limpio con sus manos la poca tierra que se encontraba sobre esta.

Charlie y Emma se acercaron a su padre y lo abrazaron. Charlie el pequeño tenía 5 años, tuvo la suerte de ver a su padre y convivir con él durante 3 años, pero Emma no, la niña apenas tenía 2 años, nació dos meses antes de que su padre falleciera, así que es seguro que no recuerda nada de él y ahora solo lo ve en fotografías.

-Papi ¿Cuándo saldrá de ahí papá James? -pregunto el pequeño Charlie, para su corta edad ya hablaba muy bien y se le entendía casi todo.

El castaño se quedó sin habla, no sabía que responderle a su pequeño. Hace meses les había dicho a sus hijos que James estaba ahí descansando y por eso tenían que ir a visitarlo, pensó que Charlie había entendido que está muerto.

-El... el saldrá pro-pronto y nosotros tenemos que esperar a que lo haga... -dijo con un nudo en la garganta y al borde del llanto, no tuvo el valor de decirle que su padre jamás saldrá de ahí.

El pequeño solo sonrió y abrazo a su pequeña hermana, Zemo miro el reloj y tomo a los niños para regresar a casa, preparó lo último que tenía en la alacena para el almuerzo para luego ir a la guardería a dejar a sus dos hijos.

Llego al lugar y golpeo la puerta, un momento después abrió la puerta una joven de cabello rubio.

-Buenas tardes, ¿Nombres de los niños? -pregunto.

Sweet Creature (Bucky x Zemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora