CAPÍTULO 1

100K 5.3K 4.5K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

          HOY ERA MI último día de vacaciones, ese bello periodo en que no tengo que hacer absolutamente nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

          HOY ERA MI último día de vacaciones, ese bello periodo en que no tengo que hacer absolutamente nada. Ese periodo en que puedo dormir, leer, ver películas y series. Ese periodo en que no tengo que ir a la escuela—no es que me disguste estudiar. Ese periodo en el que no tengo que encontrarme con gente indeseable.

El verano había transcurrido demasiado rápido. Casi todo el tiempo me la pasé en casa. No soy una persona muy sociable, siento que la mayoría de gente es hipócrita y no me llama la atención esforzarme en hacer amistades. Siempre he pensado que lo único que importa es tener pocos—pero buenos—amigos. De esos a los que puedes confiarles lo que sea.

Así que, hoy, como cualquier otro día de este verano, me la he pasado en cama. Cabe agregar que mi cama es súper cómoda y grande. Claro, la mayoría del espacio lo ocupaba mi mascota, Lobo. Él es un Siberian Husky demasiado hermoso como para ser realidad. Tal vez el nombre «Lobo» carezca de originalidad; pero ¿qué puedo decir? Cuando lo vi por primera vez, creí que era un lobo.

Después de haberme pasado toda la mañana viendo una película, decidí hacer un cambio y leer. Me faltaba muy poco para terminar—por quinta vez—un libro titulado «Bajo la misma estrella». Estaba preparada para lo que se avecinaba, así que tenía a mi lado una caja de papel tisú y una taza con chocolate caliente. Ese era mi típico escenario cuando iba a leer. A pesar de ser verano, no me podía negar una taza de delicioso chocolate.

Estaba tomando un sorbo de este, cuando la puerta de mi cuarto se abrió de golpe. Como Lobo no se había inmutado con esta nueva presencia, no me molesté en alzar la vista del libro y dejé en su lugar la taza. Cambié de página con total tranquilidad, ignorando a propósito a la persona que había llegado.

—Sabía que te iba a encontrar con un libro en manos —resopló Lydia Martin, mi mejor amiga. No tenía que verla para saber que tenía los brazos en jarras, siempre ponía esa pose cuando me encontraba leyendo o viendo Netflix, o sea, siempre—. ¿Sabes qué día es mañana?

—El primer día de nuestro segundo año de secundaria —contesté. Hablar con ella y seguir concentrada en el libro era difícil; pero la costumbre de siempre ser interrumpida me había enseñado a hacerlo.

Enamorándome de mi peor enemigo | EMPE #1 | Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora