El tiempo que te hizo pensar

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Narra Mónica

Estos meses preparando la boda fueron muy intensos y bonitos. Me sentí muy conectada a ella, pero contra más cerca estaba la fecha, más discusiones teníamos. Suponía que era lo normal, estábamos nerviosas para que todo saliera bien.

Quedaban 25 días. Empecé a sentir mucho miedo y angustia. Necesitaba despejarme y tomarme un tiempo para poner toda mi cabeza en orden. No sabía como se tomaría eso Mireia así que preferí escribirle una carta, no quería ver como se enfadaba o se quedaba triste.

Se la dejé encima de la mesa y me fui al coche con las maletas. En el coche llamé a Ana, pues ella era la única capaz de despejarme y ayudarme en todas las situaciones de mi vida. Le dije que la esperaría en mi casa de Figueras ya que mis padres se encontraban de viaje y tendría la casa para mi sola.

Llegué después de casi 2h de viaje y me instalé. Ana llegaría al día siguiente así que decidí darme una vuelta por mi antiguo pueblo. Me traía muchos recuerdos y no tardé en ponerme nostálgica. Llegué andando hasta la playa donde me quedé horas y horas mirando como las olas del mar rompían contra las rocas. Me parecía increíblemente relajante. Pensé mucho en Mireia y en las ganas que tenía de enseñarle mi pueblo cuando estuviéramos casadas. Los miedos cada vez se desvanecían más, pues estando lejos de ella me daba cuenta de lo mucho que la quería y las ganas que tenía de compartir mi vida con ella.

Volví a casa después de un largo paseo y me di un baño relajante. Me puse a cocinar una tarta y me comí un trozo mientras cogía sueño en el sofá viendo la tele. Me quedé dormida pensando en ella y en que estaría haciendo ahora mismo...

Unos golpes fuertes en la puerta hicieron que me despertara de golpe. Fui a mirar que pasaba.

- Ana: ¡Ya era hora dormilona! – Miré el reloj y eran las 7:40 de la mañana. – Venga que ya ha llegado la salvación a todos tus problemas. ¡Cuéntame!

Nos sentamos en el sofá y empecé a contarle todos mis miedos y prejuicios que tenía. Ana me escuchaba muy atentamente y me cogía las manos a forma de soporte. Me encantaba que me ayudara tanto. Pasamos las horas hablando e intercambiando opiniones.

- Ana: Moni... tu sabes lo que yo te quiero, y no creo que casarte sea lo mejor. – Esas palabras volvieron a despertar esos miedos que se habían desvanecido. – Realmente creo que os habéis precipitado, es una mujer y tú nunca has estado con una. A penas la conoces, no puedes decidir en unos meses si quieres casarte o no, deberías pensártelo mejor.

Me removió todos los sentimientos que tenía. Hacía un momento estaba decidida de casarme y ahora, con estas palabras, me han entrado miedos y pensamientos contradictorios.

Pasé los siguientes días pensando y pensando, mi cabeza no tenía descanso. Quería que esta salida fuera para aclararme y lo único que conseguí fue liarme más entre mis pensamientos.

Narra Mireia

Llegué de hacer unas compras para cocinar con Moni.

- Mi: ¡Moni! Ya estoy en casa.

Me dirigí a la cocina para dejar la compra. Encima de la mesa vi una carta con su letra.

'Hola, mi vida. Sé que te enfadará o te pondrá triste lo que tengo que decirte. Para mí tampoco ha sido fácil tomar la decisión, pero necesito un tiempo para aclararme y poner mis ideas en orden. No dudo de nuestra boda ni de lo que siento por ti, pero necesito aire nuevo y respirar profundo para este gran paso que vamos a dar. He estado casada 3 veces y como ves, ninguna ha salido bien. Sé que la nuestra será diferente y seremos felices para siempre, pero para ello necesito tiempo. Nos vemos el día 15, intentaré no llegar muy tarde :) Te amo.'

No entendía absolutamente nada. ¿Qué había hecho mal? Un frío escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Sentía la necesidad de llorar desconsoladamente y así hice. Me tumbé en el sofá y empecé a llorar. No me podía hacer esto 25 días antes de la boda, no podía. La llamé varias veces, pero no me contestó. Me dolía demasiado esa decisión, pero poco a poco, la iba aceptando.

Pasé los días sin pensar demasiado. Cada vez el día estaba más cerca y los nervios me comían por dentro. Estábamos a día 13 y un mensaje de Mónica llegó a mi teléfono.

Dos días para nuestra boda. ¿Tienes ganas? Yo millones, te amo.

Te echo mucho de menos, amor. Tengo miles de ganas de verte de blanco. Te amo, para siempre.

Su mensaje me dejó mucho más relajada, aunque dentro de mí seguía teniendo miedo. Fui a recoger mi vestido a la tienda y me lo traje a casa. Solo podía dejar pasar el tiempo y esperar a ver a la mujer de mi vida dándome el sí delante del mar...

Cuando las miradas hablanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora