Capítulo 2

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Cuando abrí mis ojos, fue oscuridad lo que me rodeaba. Sentía mi cuerpo ser apresado por unos grandes y fuertes brazos. Miré hacia la ventana. Era de noche, las cortinas estaban abiertas y las luces de la ciudad se veían preciosas. Lamentablemente no podía ver las estrellas, las cuales eran opacadas por la ciudad.

Respiré calmado y desvié mi mirada hacia el reloj en la mesita de noche. Eran las cinco de la madrugada del lunes. Sonreí levemente, girando mi cuerpo con lentitud para quedar frente a frente con Seojoon. Besé su frente y corrí el cabello de su rostro, besando su nariz con suavidad. El día anterior había sido un mal día, y estaba seguro de que hoy sería mejor.

De alguna forma logré hacer que Seojoon me suelte, y lo acomodé mejor en la cama.

No sé cuándo ni cómo Seojoon me trajo a la cama a dormir, pero no importaba. Mi corazón se llenó de alegría, de calidez. Seojoon era muy tierno, un amor de hombre. Mordí mi labio inferior, cerrando los ojos y estirándome sobre las sábanas. Era muy agradable dormir junto con él. Siempre me sentía feliz durmiendo con él.

Me senté en la cama antes de levantarme por completo. Había olvidado que no comí nada hace un día y horas. Mis piernas flaquearon cuando me levanté, y mi cabeza dio vueltas. Pero cerré los ojos e intenté estabilizarme. Respiré un poco pesado, empezando a caminar hacia la cocina.

Por suerte, el dolor en mis caderas había disminuido mucho, así que podía moverme tranquilamente. Mis piernas se sentían algo tensas, pero todavía necesitaban calmarse. Mis brazos apenas podía moverlos, pero no era nada que no haya pasado antes.

En el camino hacia la cocina me encontré con la bolsa que llevaba el día de ayer. Seguramente Seojoon estaba muy cansado para poder ordenar, y no lo culpaba. Ayer fue un día de locos. Yo podría ordenar un poco antes de ir a la universidad. Y empecé ahora, agarrando la bolsa y cargándola hacia la cocina. Tomé dos tazones de ramen y los llene de agua hirviendo y sus condimentos.

Mientras esperaba que mi comida se hiciera, empecé a guardar el resto en la alacena correspondiente. Mi cuerpo al parecer no estaba descansado por completo, ya que todavía lo sentía pesado y aún me costana moverme rápidamente de un lado hacia el otro. Lamí mis labios resecos, sintiendo las heridas que estos tenían. Necesitaba agua.

Agarré un vaso de vidrio y lo llene con agua antes de sentarme a comer mis fideos. El primer bocado fue glorioso para mí. Podía sentir los sabores que tanto extrañaba del caldo de pollo de uno de los tazones. Cerré los ojos, y cuando los volví a abrir me di cuenta de que había terminado uno de ellos. El segundo tazón fue mucho mejor que el anterior. Era picante. Extremadamente picante. Empecé a toser un poco, y tuve que tomar mucha agua para poder calmarme. Pero eso no impidió que terminara de comer.

Me sentía lleno ya. Lleno y feliz. Sentía que no comía hace años, y solo había sido un día. Entonces aproveché mi momento de soledad para terminar de ordenar el resto del apartamento. No estaba quedando perfecto, pero algo era algo. Todavía había varias latas de cerveza fregadas por todo el piso, y creo que había queso de la pizza que comieron los chicos el sábado a la noche. Hice lo mejor que pude, y estaba quedando bastante bonito y decente. Luego de mis clases barrería y pasaría un trapo mojado o algo para desengrasar el piso.

Ya eran las 7:30 de la mañana cuando me puse a cocinar huevos revueltos con algo de arroz que había puesto apenas me levante. Preparé un rico desayuno para Seojoon, quien tenía un duro día por delante.

Cuando se hicieron y 40, me senté a su lado en la cama y lo moví con suavidad, susurrando su nombre en su oído. El chico se removió un poco antes de abrir los ojos. El sol de la mañana ya estaba saliendo, y los rayos se colaban por la ventana. Seojoon frunció el ceño para mirarme.

Broken | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora