8: La Ira

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Después de toda la búsqueda, guardaron toda la información, llegaron a la conclusión de que era Ulquiorra Ciffer quien causaba los eventos poltergeist, no su madre la señora Matsumoto, sin embargo la pareja no tenía creencias esotéricas, magia ni esas ideologías, sólo eran católicos por herencia de sus padres, de sus abuelos, de generaciones, no era que fueran ignorantes, era que una persona común no busca ese conocimiento, si una persona se acerca a este tipo de tradiciones paganas es derivado de la curiosidad, de buscar alternativas, de sabiduría reservada para las familias, secretos que sólo se transmiten de padres a hijos, aunque incluso con algo tan especial, tan secreto la gente realmente ignorante lucra, mancilla y corrompe, lo convierte en una mezcla de mitos donde la verdad se va perdiendo, sólo quedando la blasfemia de la avaricia.

Inocentes Orihime y Kurosaki platicando decidieron aventurarse en este mundo de creencias que lo rodeaba, buscar una alternativa para su pequeño fantasma, ese tipo de cosas para normales no eran de orden público, se le veía como algo que solo ocurría a herejes, con gran temor el matrimonio fue preguntado a los vecinos sobre una recomendación, ellos sólo querían que el pequeño descansará, fueron de un lugar a otro, durante días, nuevamente las voces se escucharon, la caja de música en la madrugada, así que desesperados los esposos acudieron a un chamán maya, quien aceptó ayudar a los recién casados.

Una mañana el hombre asistió a la vieja casa, el propio hombre les informó de una extraña energía, pero a sus experimentados ojos, aquella presencia no era un simple fantasma, no era un poltergeist, era una cosa distinta, su aura era tierna, a pasible, alegré, como se espera de un niño vivo, "¿cómo era posible que pudiera mostrar esta esencia un muerto?", el hechicero lograba ver que ese pequeño ente era igual a un infante sin cuerpo, esto le llamó la atención al anciano, pero comenzó con su ritual, encendió copal, salvia y romero, en cuanto entró a la casa un horrible grito se escuchó en la propiedad, era terrible el sonido, era un chillido muy agudo, esta voz era la de Ulquiorra, pero en un tono lamentero e hiriente.

A la pelirroja empezó a causarle dolor, pero extrañamente no fue sólo en los oídos, sino desde dentro de su cuerpo, de su vientre, era mucho más penetrante que un simple cólico, era igual a miles de agujas perforandola una y otra vez, no pudo evitar sujetar su estómago buscando un alivio, cayendo de rodillas por tal agonía, aunque para Kurosaki el ataque fue a su corazón, con cada latido esas agujas se clavan en su pecho, lentamente se expandió por su tráquea, pulmones, haciendo que su respiración se dificultará más a cada instante, sentía que se ahogaba, dolía incluso tratar de hablar, sujetó su cuello con sus manos tratando de encontrar la forma de dejar pasar el aire a su cuerpo, al asfixiarse más fue dobladose por el calvario que sufría.

- ¡Sean fuertes!, ¡deben resistir jóvenes...! - dijo el curandero al ver en ese estado a la pareja

Entonces Ichigo cayó de rodillas, puso su mano derecha sobre su boca, la izquierda sobre su pecho, tosiendo, escupió sangre, cada vez más, eso preocupó a la esposa, quien pese al dolor que sentía fue a ver a su marido.

- ¿Estás bien cariño? - preguntó angustiada la de ojos grises

- No, no me siento muy bien... - dijo aún con sangre en la boca el ingeniero

El sonido se detuvo, en un extraño silencio reino en la casa, el aire empezó a enfriarse, se helaba el ambiente cada vez más, los tres empezaron a sentir escalofríos, exaltar vapor, las su nariz, puntas de sus extremidades se tornaron rojizas, la temperatura descendió más y más rápido, los focos de toda la propiedad estallaron, los vidrios de las ventanas comenzaron a cubrirse de hielo, incluso la luz parecía ser reemplazada por un oscuro manto, en uno de los marcos de la puerta para entrar a la cocina se dibujo una silueta, no era otra que la de un pequeño.

- ¡Papito! - dijo la voz

Ese extraño eco en las paredes, pero en esta ocasión era inevitable aún para el más incrédulo ver esa figura, que parecía retorcerse, alargó sus manos y sus piernas, brotaron largas garras, incluso parecía tener una cola, se colocó en la misma postura que un guepardo, un jaguar, un gran felino al cazar ; había un dato que los esposos desconocían de Ulquiorra, uno que su madre nunca pudo plasmar en una foto, amaba a los gatos, tanto que les llevaba a los animales que vivían en la calle, pero debido a la complicada situación de la señora Matsumoto, el niño no pudo tener un minino como mascota, esa silueta imitaba la forma de uno de estos seres, con un terrible y aterrador gruñido, que estremecía la piel, hizo retumbar la estructura completa, el horripilante estruendo reventó los cristales en la propiedad.

- ¡Ya deja de lastimar a mi papi! - exclamó claramente la voz, sin embargo sonaba mayor, era una voz más madura como la de un adolescente de 17 años

La silueta atacó al chamán, abriendo la puerta, empujandolo violentamente fuera de la casa, cerrando luego la puerta, después la temperatura regresó a la normalidad, la luz natural del sol volvió a cada rincón de la estructura y el dolor de la pareja desapareció por completo, las voces, gritos y gruñidos cesaron.

- ¿Cómo te sientes cariño? - preguntó asustada y preocupada la mujer

- Ya puedo respirar pero aún no puedo ponerme de pie solo, y ¿tú cómo te sientes? - dijo con seriedad el de ojos avellana

- Estoy bien, ya no siento dolor... - dijo con una sonrisa melancólica la pelirroja

Con la ayuda de su esposa, usando su hombro como apoyó se pudo poner de pie el caballero, ambos a duras  salieron de la casa para ver al chamán.

- Lo lamento pero yo no puedo hacer nada contra lo que está en su casa, de alguna forma está atado a ustedes... me parece que no quiere hacerles daño... solo es un alma inquieta... - dijo el hechicero poniéndose de pie con heridas en el cuerpo

Los esposos se miraron mientras el anciano daba media vuelta y se retiraba lentamente del lugar.

- Me parece que no vamos a poder dormir aquí Inoue... - dijo el pelirrojo

- Creo que no cariño... - respondió la dama

No intentaron regresar a la casa, cerraron bien y por ese día se fueron a descansar con el padre de Kurosaki.

-------------- Capítulo completo --------------

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