Tijeras

10: Aceptación

A partir de aquella mañana la vida parecía regresar a la normalidad, ya no había oscuridad, ni gruñidos aterradores, ya no se sentía frío en la casa, nuevamente la brisa refrescante se sentía por toda la estructura, el sol radiante volvió a entrar por las ventanas iluminando la antigua propiedad, aún escuchaban la voz del niño llamando a sus padres, pero ya no se veía esa extraña y espeluznante figura felina, la ropa ya no amanecía por doquier, solo en la mesa de costura perfectamente doblada, ya no había destrozos de tela, solo las tijeras aparecían diario en el taller, no importaba cuántas veces Ichigo las pusiera en el sótano, igual que la caja de música, con el tiempo se resignaron lo esposos a esto, en realidad no era aterrador, incluso el encendido de las máquinas de cocer en la madrugada se fue deteniendo paulatinamente.

Luego de semanas aceptaron su vida con el pequeño, la tomaron con tal calma que cuando escuchaban la voz llamarles ellos siempre contestaban amables el nombre, Ulquiorra, en algunas noches un nuevo sentimiento invadió a Inoue, cuando su esposo se iba a trabajar, dejándola sola, podía sentir un niño entre sus brazos, era muy claro, la pequeña figura, el tibio calor, recargado sobre su pecho, más de una vez se despertó alarmada por creer que había un intruso, pero no vio una persona, solo volvía a dormir, en ocasiones estaba deprimida por no haber podido concebir aún, Ichigo la consolaba tanto como podía, con frases como: "no te preocupes, tarde o temprano ya llegará nuestro bebé...", "no seas impaciente habíamos estado enfermos...", "cuando tenga que llegar llegará...", lastimosamente esto no reconfortaba a la dama, sentía que simplemente no podía quedar embarazada.

Una mañana fresca, encontraron los juguetes en la sala, no estaban ordenados de forma específica, pero si se podía oír un nuevo eco en la pequeña voz.

- ¡Juega conmigo papi!... ¡juega conmigo manita! - exclamó ese peculiar sonido

En ocasiones el caballero se tomó la molestia de tomar una pelota y rodarla, eso parecía calmar los fenómenos, así la pareja se acostumbró a esta peculiar rutina, Isshin se preocupó un poco por el tiempo que el matrimonio llevaba intentando concebir, pero el ingeniero era más paciente en ese sentido, simplemente quería que llegará el momento adecuado. Luego de meses con esta extraña nueva rutina, mientras reparaba la última lámpara dañada tiempo atrás con el incidente del chamán, un tanto imprudente puso en las escalera, una escalera de metal plegable, había muchos pequeños juguetes entre ellos una pelota de béisbol, así como de tenis, mientras cambiaba los focos rotos, la voz del pequeño se escuchó alegremente.

- ¡Papito!, ¡juega conmigo...! - exclamó el eco

- ¡Espera Ulquiorra!, deja que terminé con esto... - respondió el caballero

El pelirrojo bajó despacio de la escalera, pero olvidó que estaban los juguetes, entonces tropezó con uni esféricos cayendo estrepitosamente por las escaleras, rompiéndose el fémur, con una fractura expuesta, el ruido hizo que Orihime corriera a buscar al hombre, lo encontró en el suelo apenas consciente.

- ¿¡Qué ocurrió cariño!?, ¿¡cómo te caíste!?... - preguntó extremadamente preocupada la mujer

- No te preocupes, no fue culpa de Ulquiorra, yo no me fije... ni quité los juguetes... pise uno y me caí... pide ayuda, una ambulancia... yo voy a estar bien... - dijo con gran dolor el de ojos avellana

Desesperada, asustada, corrió la dama a llamar a emergencias, entonces lo vio el pelirrojo, a ese pequeño niño, con aura cálida, tratando de detener el sangrado, sollozaba sentado de rodillas con sus tiernas manos sobre su pierna, el propio ingeniero sabía que una fractura de ese tipo podía ser mortal, por la pérdida rápida de sangre, pero de alguna manera ese fantasma alivio su herida.

- Lo lamento papi, no fue mi intención lastimarte... - dijo el eco

Cuanto tiempo pasó exactamente es difícil de decir para Kurosaki, no sentía dolor, ni notaba que siguiera brotando la sangre, de alguna forma resistió hasta que llegó la ambulancia por él, en ese momento perdió la conciencia, viendo como se desvanecía el niño.