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Quería gritar.

Quería suplicar porque no me dejaras.

Quería poder cambiar de lugar contigo.

Quería que siguieras viva.”

Podía sentir el intenso dolor en mi pecho, como desde el interior mi corazón era aplastado con fuerza y arrancado al mismo tiempo.

Sinceramente no sabia como es que podía mantener la compostura en ese momento. Mi rostro no reflejaba el dolor y sufrimiento que sentía en realidad, parecía que no tenía ninguna emoción, ni siquiera mientras te cargaba en mis brazos. Sentía como la sangre aún no se detenía, el calor de tu cuerpo era nulo, poco a poco los colores tan brillantes y vivos de tu rostro y labios desaparecieron. No soportaba mirarte en mis brazos de esa forma, incluso si buscaba creer que solo dormías era inútil. Por más que quisiera negar el destino no podía hacer nada más que intentar creer que todo era mentira y que tú despertarías de repente.

Viéndome incapaz de seguir de esa forma retire tu capa de la Legión, tuve que hacer un esfuerzo por quitarla de tu cuerpo. Una vez que la tuve, la utilicé para cubrir tu torso, cubriendo así la herida que seguía abierta en tu costado y con el gorro cubrí tu cara. Antes de colocarlo observé por última vez tus facciones, cada detalle de tu rostro lo recorrí queriendo grabar cada centímetro.

Era como si estuvieras dormida, definitivamente parecía la misma escena que amaba apreciar por las noches en que no podía conciliar el sueño, pero a la vez era tan diferente. Por lo menos en aquellas noches sentía el calor de tu cuerpo, la suavidad de tu piel, miraba la tranquilidad con que dormías, el vivo color de tus labios y, sobre todo, sabía que abririas tus ojos en algún momento.

Ahora sabía que jamás volverías a despertar y que antes de colocar el gorro de la capa sería la última oportunidad que tendría de admirarte. Recordé esa misma mañana en que te tuve frente a mí y me maldije por no haber aprovechado y valorado más ese tiempo, que ahora ansiaba volver a vivir.

Todos los soldados, Hange y Erwin, me observaron regresando a la formación junto con mi escuadrón. Todos querían conocer el porque de la escena frente a sus ojos y, más que nada, quien era la persona que yo cargaba. No pasó mucho para que Hange lo dedujera, bastó una sola mirada entre ella y yo para que lo supiera. La ví llorar al darse cuanta de que eras tú, negaba con su cabeza en un acto de desesperación y rechazo de creer lo que veía. Erwin no pudo mirar más de unos cuantos segundos, conociendolo tan bien como lo hacía supe que la culpa recorrió su cuerpo y lo obligó a apartar la vista.

No quería aceptarlo, pero no podía dejar de sentir que una parte de la culpa era suya. Debía alejar esos pensamientos porque solo era una forma mía de querer culpar a alguien por lo que acababa de suceder. Si se trataba de eso ¿El verdad culpable no sería el destino? ¿No sería aquel titán?

¿No era yo el culpable?

Desvíe mi mirada del resto, caminé bajo los ojos de todos mas no les prestaba atención e ignoraba los susurros alrededor.

Llegué hasta los carros que transportarían a los soldados que no lograban volver con vida a casa. Jamás quise verte en uno de esos carros y ahora era yo quien te colocaba en uno de ellos.

Me odie más.

Dejé tu cuerpo sobre la madera retirando lentamente mis brazos de debajo de tu cuerpo cuando reposó por completo sobre la superficie. Me aleje despacio y sin soltar aún tu mano, quería sentirla por lo menos un poco más antes de que definitivamente te fueras de mi lado. La sujete con fuerza intentando no demostrar debilidad ante los demás, antes de soltarte moví un poco la capa de tu pecho y desprendi el escudo de las alas de la libertad que tu uniforme tenía.

𝓛𝓸𝓼𝓮 𝔂𝓸𝓾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora