Cogí la bandeja donde llevaba la comida, y me dirigí a una de las pocas mesas que estaban libres en el comedor de mi instituto. Deposité mi bandeja en la mesa, pero me di cuenta de que había olvidado la bebida. Volví a levantarme con intención de hacerme con un refresco, y lo conseguí.
Pero cuando volví a sentarme en el mi sitio, noté un intenso frío en la parte trasera del pantalón. Me levanté al instante, y vi 3 cubitos de hielo en la silla.
Joder, y el pantalón es blanco, seguro que se me transparenta todo.
Alcé la vista y vi como se estaban riendo en la mesa de los populares. Me sentía avergonzada. Rápidamente, corrí hacia el baño, mientras lágrimas empezaban a deslizarse por mis mejillas.
Me pareció cruzarme con Naty, mi mejor amiga, cuando venía hacia aquí. Me encerré en uno de los baños y rompí a llorar. ¿Porque siempre tenía que ser yo el blanco de las bromas? Oh, sí, porque usaba aparato dental, gafas, era fea y demasiado bajita. Pero, joder, ¿porque siempre yo? ¡Nunca les había hecho nada! El mes pasado me escondieron la mochila, la semana pasada, me pegaron el estuche, un cuaderno y varios lápices y bolígrafos a la mesa, cosas que me costaron mucho despegar. ¡Y ahora esto! Ya estaba harta.
Oí como mi amiga llamaba a la puerta del baño donde me encontraba. Siempre era el mismo. Le abrí, y la abracé, mientras le contaba la nueva broma que me habían gastado.
—Joder, Alice, lo siento mucho, pero es que no se me ocurre que hacer— suspiró.
—No pasa nada. Es lo que me ha tocado —sonreí tristemente, retirándome las últimas lágrimas que corrían por mis mejillas.
Salimos del baño, y nos fuimos a nuestras taquillas correspondientes, a coger el material necesario para las siguientes asignaturas. Me recoloqué la chaqueta que mi amiga me había prestado para atarme a la cintura y disimular mi pantalón mojado. Suerte que por lo menos la tenía a ella.
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Ya había pasado una semana desde la última broma, por fortuna. Creo que he batido el récord. Oí como Naty me llamaba desde una mesa libre, diciéndome que me sentara allí. Después de servirme la ensalada en mi plato, cogí mi bandeja y comencé a andar hacia donde se encontraba mi amiga. Pero en un torpe tropiezo por mi parte, la bandeja que llevaba en mis manos salió disparada hacia... Oh, hacia la blusa de Vanessa. Genial.
—Oh, Vanessa, lo siento mucho —intenté excusarme.
— ¡Pero serás imbécil! ¡Era mi blusa favorita! —gritó ella.
Y antes de poder decir nada más, vació una jarra de agua sobre mí. Al ver el escándalo que estábamos montando, Brenda, una de las cocineras, se acercó enfadada.
—Las dos, al despacho del director —ordenó.
La miré asustada, pero asentí dócilmente y tras dedicarle una sonrisa tranquilizadora a Naty, me dirigí hacia el temido despacho.
A medio camino, Vanessa se separó de mi para ir al baño, aun maldiciendo por lo bajo mi existencia.
Entré en el despacho del director, que me invitó a sentarme frente a él. Hundirme en el asiento me puso aun más nerviosa. Mientras él paseaba por la habitación me dediqué a pensar en que hacía yo aquí. Yo, Alice Johnson, que en la vida me había metido en líos, estaba ahora aquí. Y la culpable atravesó en esos momentos la puerta y se sentó a mi lado.
—Vanessa y Alice, ¿me pueden contar que ha pasado para que las hayan mandado venir aquí?—preguntó severamente, el director.
Vanessa siguió mirándose su blusa rosa sin prestar mucha atención a las palabras del director, así que decidí contarlo yo.
—Pues todo empezó... —comencé.
Cuando terminé de relatarle lo sucedido, me acomodé en el asiento, suspirando.
—Bien, recibirán un castigo. Hoy, después de las clases, tendrán que limpiar las aulas de su curso.
—Pero... —intentó protestar Vanessa.
—Sin peros. Pueden irse —ordenó.
Salí de la puerta resignada, y me dirigí a mi clase después de mirar a Vanessa, que me dedicó una mirada asesina.
El día transcurrió con normalidad, a excepción de que pasé la mayoría de las clases contándole a Naty la visita al director. Cuando terminaron las clases, busqué a Vanessa por los pasillos, pero al no encontrarla fui al armario de la limpieza a coger lo necesario para limpiar las clases. Y cuando estaba a punto de entrar en la primera aula, una de las que tenía que limpiar, vi a Vanessa.
Pero digamos que estaba... ocupada. Se estaba liando con su novio, Alex. El chico más popular del instituto. Dejé a Vanessa con su ocupación y comencé a limpiar las clases. Terminé dos horas después, y cuando salí ya no había ni rastro de Vanessa y Alex.
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Estaba metida de lleno en mis pensamientos con la voz de la profesora intentando impartir clase de fondo cuando alguien me interrumpió.
— ¡Que le digo que me la han robado! —los gritos de Vanessa irrumpían por todo el pasillo.
Oí como el director intentaba tranquilizarla sin éxito, y poco después entraban en nuestra clase.
—A ver chicos. Vanessa me ha dicho que le han robado su pulsera de oro, así que vamos a registrar las taquillas a ver si damos con ellas.
Se oyó un murmullo general, y todo el mundo se levantó lentamente. Fui hacia mi taquilla y esperé a que el director llegase junto a Vanessa. ¡Menuda estupidez! Seguro que la había perdido ella solita, la cabeza hueca.
— ¡Esa! ¡Esa es mi pulsera! —gritó señalando una pulsera que sobresalía entre mis libros y apuntes.
— ¿¡QUÉ?! —mi cara de estupefacción debía de ser indescriptible en estos momentos.
Yo no había robado la pulsera. Ni siquiera recordaba haberla visto en otras ocasiones.
—Alice, ¿puede explicarme como ha acabado la pulsera en su taquilla? —me preguntó el director, seriamente.
—Yo... Eh... Yo... No lo sé.
—Bien, acompáñame a mi despacho, por favor.
Le seguí a través de los pasillos entre las miradas de asombro de los estudiantes. ¿Quién diría que yo había robado algo? Era imposible. Pero de alguna manera u otra, la pulsera había aparecido en mi taquilla.
La última cara que veo es la de Vanessa, que me miró triunfante. Seguro que me había tendido una trampa por hacer que la castigasen el otro día, aun que no cumpliera el castigo.
—A ver, Alice —me dijo, el director una vez en el despacho —Yo se que tú nunca has hecho nada malo, pero esto que has hecho esta vez, es muy grave. Y sintiéndolo mucho, quedas expulsada del centro.
Vale, mi cara de sorpresa de antes no podía ni compararse con esta.
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Holaa♡
Bueno, aqui esta mi nueva novela :)
Lo se, este capitulo es un pelin triste, pero es para dar entrada jaja¡Espero que os guste! ¡Votad y comentad dandome vuestra opinion!
Muchas gracias ♡
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Nueva Vida, Nuevos Problemas
Teen FictionLe ví en el otro extremo del pasillo. Oh, no. ¿Qué hacía él aquí? La última vez que le vi fue... Bueno, ya da igual. Se acercó a mí lentamente, mientras yo retrocedía hasta chocar con la pared. -Vaya, has cambiado -susurró, acercándose aún más a mí...