Al abrir la puerta me encontré con el chico del pasillo. Con esos ojazos verdes y ese pelo rubio, perfectamente desordenado, y su preciosa sonrisa. Me quedé en blanco, sin apenas respiración.
- ¿Hola? -sonrió, pasando la mano por delante de mi rostro para comprobar que seguía aquí y no en el mundo de "¡Yupi!"
-Eh... Ugh... Hola -conseguí decir, mientras me sonrojaba.
- ¿Tú debes de ser la nueva, verdad? -intervino un chico moreno, por detrás.
-Eh... Sí.
-¿Y las demás? ¿Están ahí? -preguntó un tercero.
- ¡Oye! ¡Dejad a la pobre Alice en paz, que la estáis asustando con tanta pregunta!
La salvación. Emma apareció detrás de mí y me salvó de la incómoda situación. El chico que había llamado a la puerta estaba apoyado en la pared, divertido con la conversación.
Después Emma nos presentó: el chico moreno, Marc, el novio de Clare, el tercero que había hablado era Dylan, que tenía el pelo castaño y unos bonitos ojos color miel, novio de Anna; un chico con el pelo negro como el carbón y larguito, que todavía no había hablado era Jack, y luego estaba Nate, el tío bueno. Sonreí como una tonta cuando se acercó a darme dos besos.
Después de las presentaciones nos fuimos al comedor, a cenar. Me senté junto a Emma y en frente de Nate, que no paraba de sonreír. Pasamos la cena hablando de todo. Me enteré de que los chicos jugaban en el equipo de fútbol, y que Anna y Clare estaban en el de tenis. Y todos estábamos en la misma clase, por suerte. Después de cenar, nos despedimos de los chicos y fuimos a nuestra habitación.
Me encantaba este sitio, era el primer día y ya tenía buenos amigos. Entre ellos el chico más guapo del instituto, o al menos de los que había visto. Después de desearles las buenas noches a mis nuevas amigas, me tumbé en la cama y me dormí rápidamente.
×××××××
Me levanté y perezosamente, me dirigí al baño para darme una ducha. Me entretuve un rato, y para cuando me di cuenta tuve que salir corriendo por la puerta para ir a desayunar. Iba tan dormida que me choqué con alguien. Levanté la vista y me encontré con los ojos de Nate.
-Buenos días, ya veo que sigues dormida -rió.
-Sí... Lo de madrugar no es lo mío -sonreí, ahogando un bostezo.
Cogí una manzana y me senté en la mesa. Lo de desayunar mucho nunca había ido conmigo. Esperé a que terminasen los demás y me fui con ellos a clase. Pero justo antes de entrar me di cuenta de que me faltaba un libro, y corrí hacia mi habitación a por él. Cuando volví, ya habían pasado 10 minutos, por lo tanto, la clase había empezado. Llamé a la puerta y pasé.
-Lo siento, es que esto es muy grande y me ha costado encontrar la clase- puse la típica excusa de principiante.
-Está bien -sonrió el profesor con desgana.
Me senté en el único sitio libre, a lado de Nate y detrás de Emma. Le dediqué una sonrisa a los dos y me perdí en mi mundo. De reojo vi como Nate dibujaba algo a mi lado. Las clases pasaron lentamente pero finalmente terminaron. Después de comer, fui a dar una vuelta con Emma y nos reunimos con Anna y Clare cuando terminaron de jugar al tenis.
Las cuatro juntas nos dirigimos al campo de fútbol, donde los chicos entrenaban para el partido del sábado. Dios, Nate era buenísimo. Terminaron al de dos horas.
-Chicas, ir yendo, en seguida voy yo -dije, alejándome de ellas.
La mayoría de los chicos se habían ido al vestuario, menos alguno que se quedaba recogiendo algo.
Me acerqué al balón que estaba a punto de recoger Nate y le di una patada.
-Buen entrenamiento -alabé, sonriendo divertido.
- ¿Y yo qué? Soy un crack -rió.
-Sí, sobre todo tú, que te gana hasta una chica -le piqué, empezando a correr para chutar el balón.
Pero él me alcanzó y me agarró de la cintura levantándome levemente del suelo.
- ¿Que decías? -rió.
-Na... Nada -tartamudeé. Tengo que ser fuerte- Que eres malísimo.
- ¿Sí, eh? Bueno luego nos vemos, que me tengo que ir a la ducha.
Lo acompañé hasta donde tenía la bolsa y la chaqueta y vi un dibujo... ¿de mí?
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Nueva Vida, Nuevos Problemas
Teen FictionLe ví en el otro extremo del pasillo. Oh, no. ¿Qué hacía él aquí? La última vez que le vi fue... Bueno, ya da igual. Se acercó a mí lentamente, mientras yo retrocedía hasta chocar con la pared. -Vaya, has cambiado -susurró, acercándose aún más a mí...