No tengo algún aparato para ver la hora, pero sé, perfectamente, que estoy más de dos horas observándolo. Toge, el chico extraño, no se quita aquel tapabocas para comer. No lo hace, solo tiene la mirada en el plato. Parece tímido. Y eso aumenta mi curiosidad, prácticamente viéndome como una acosadora.
Tardé por lo menos unos veinte minutos en picar la mayoría de frutas que encontré en los estantes, porque eso era lo que él quería. Y yo le agregué un poco de miel que encontré también, dándole un sabor más dulce. Pero ni siquiera le da un bocado. Me levanto de la silla y me doy la vuelta para tomarme el rostro, intentando mantener mi curiosidad de lado. Mi vista viaja cuidadosamente por este cuarto, otra vez. Sigo teniendo una pequeña jaqueca cada que intento buscar alguna salida, lo más mínimo aunque sea. Nada se me hace familiar de este lugar, no podría asegurar si ya he estado aquí o no. Pero ya es extraño que no sienta pánico.
Cuando me doy la vuelta, alzó la ceja, algo sorprendida al ver el plato completamente vacío. Pues si quería privacidad me lo hubiera dicho. Bueno, escrito.
Lo más insólito, es que Toge sigue con el tapabocas, como si no se lo hubiera quitado.
—Sí que tenías hambre.
Él asiente, con los ojos cerrados, satisfecho al parecer. Algo que se me hace tierno. En realidad, cada cosa que haga es tierno. Toge vuelve a abrir sus ojos, y estira su mano para tomar la libreta y escribir algo que pronto leeré. De seguro.
Yo continúo de pie, sin saber qué hacer. De hecho, aquí no hay mucho por hacer. El lugar no es tan grande, y estoy aliviada de no sentirme tan asfixiada. Creo que ya he estado acostumbrada a lugares así. Tiene que ser eso. O quizá la compañía.
Toge se puso de pie, aproximándose a mí, y me siguió pareciendo difícil mantener contacto visual con él. Así que solo recibí la libreta tan pronto en cuanto la alzó. Nuestras manos se rozaron cuando la tomé, cosa que hizo que un cosquilleo creciera dentro mío. ¿Por qué, si apenas lo conozco?
Debo estar mal.
Gracias, estuvo delicioso. Ahora sería el momento para averiguar más de este lugar, ¿no crees?
—Solo he visto que hay pocas habitaciones, casi nada en realidad. —hablé, devolviéndole la libreta—. No creo que encontremos una salida pronto.
No es que no quiera hacerlo. Aun sigo con mareos y casi sin ganas de hacer algo productivo. Mi cabeza solo produce dolores eléctricos cuando intento pensar en algún plan.
Miro a otro lado, dudosa. Puede que sea una locura. Pero yo.. siento su tranquilidad, como si se compartiera en todo mi ser al tenerlo a unos centímetros de mí. Si hubiera despertado sola, puede que ahora esté gritando como una loca que exige salir. Y Toge, él me demuestra que cuando estés en una situación en la que no recuerdes nada y no sepas en dónde te encuentres, lo único que debes hacer es mantener la calma. Claro, y comer lo que haya aquí.
¿Verdad?
Él se aclara la garganta, un sonido bajo, rasposo, interesante.
No es una palabra pero es sorprendente que haya emitido aunque sea eso, y es cautivador también.
—¿Por qué no te quitas el tapabocas? —pregunté de repente, dejándome ganar por mi curiosidad. Intrigada por saberlo.
De inmediato a él se le nota la incomodidad. Sus ojos morados van por toda la habitación hasta llegar a mis ojos otra vez. Me mira con ternura y miedo. Una combinación que altera mis pensamientos porque de verdad quiero saber más de él, y quizá sea porque es el único que me acompaña. Pero le pongo un alto a mis preguntas, y solo me disculpo por notar que sus dedos juegan entre sí, nervioso.
—Lo siento, no quise fastidiarte. Es que yo..
Su mano se dirige lentamente hasta llegar al tapabocas, pero se detiene, sujeta la libreta, y veo que aprieta un poco las hojas. Y volvió a su asiento. ¿Qué sucede? Pude preguntárselo. Sin embargo, ese comportamiento indescifrable cambió, y ahora escribe algo en la libreta, sobre la mesa. Entonces me acerco, lento y cuidadoso por alguna razón, hasta que quedo a su lado. Termina de escribir y me lo da.
Lo haría. En serio deseo hablar contigo. Estamos en este lugar, solos, y puedo entender tu curiosidad. Pero lamentablemente no quiero que me escuches.
Entonces sí habla.
Le devuelvo la libreta, y lo único que se me viene a la mente es que puede ser que su voz sea..
—¿Es que acaso tu voz es rara? ¿O es como la de esos señores que hablan en los comerciales? Si es así, no te preocupes, yo no juzgo.
Tomo una silla para ponerla muy cerca a dónde él está sentado. Se sorprende por la poca distancia en la que estamos, y si no tuviera buena vista, diría que sus mejillas se pusieron coloradas. ¿Él se avergonzó? Ese tapabocas no puede ocultar tanto. Y me gustaría ver más sobre sus expresiones, más de cómo actúa ante distintas situaciones. Pero más por.. ver su sonrisa.
—La voz no es tan mala —Agarro un tenedor, el cual sostengo como si fuera un micrófono, y sus ojos me observan con atención y un poco de curiosidad—. ¿Estás cansado de no poder dormir y de no conciliar el sueño? Pues te traigo la maravilla que te hará dormir como un bebé, el nuevo producto, " duerme, duerme, o el coco te comerá" —Imito lo mejor que puedo a esos tipos de los comerciales.
Empiezo a reír por la tontería que acabo de hacer frente a él, y cuando me recupero, me quedo sin respirar. Él se ha quitado el tapabocas y está sonriendo.
Pestañeo un par de veces.
—Mis tonterías dan algo bueno al final... —digo sin dejar de verlo, y de verdad me siento más hipnotizada que al principio.
Eso.. ¿Lo que estaba viendo era un tatuaje? En ambos lados de su boca tenía dos círculos con puntos en medio de ellos, y unas líneas que lo guiaban a los costados de su boca. Mi mano se mueve por si sola y se posa sobre uno de los círculos al no detener mi curiosidad. No tardé tanto en sentir el calor de su mejilla en las yemas de mis dedos. Sus ojos van de mi mano a mi rostro, y no soy capaz de verlo directamente. Pero lo siento, siento su mirada sobre mí.
No es algo que se deba ocultar, no parece una herida. Más bien, es más que un tatuaje diría yo. Porque se nota a simple vista que es parte de él. ¿Algún tipo de lunar? Sería lo último, y difícil de creer. Aunque estoy más segura que él me respondería que es un tatuaje. Y es increíblemente cautivador.
—¿Ahora sí puedes hablar? —pregunto, esta vez, mirándolo directamente a los ojos. ¿Por qué no quiere hablar? Esto me resulta confuso, un tatuaje no tendría nada que ver—. Solo es un tatuaje, tu voz no tendría nada que ver con eso..
Sus ojos analizan cada parte de mis gestos cuando hablo, no pestañea y yo tampoco lo hago. Solo alejo mi mano de su mejilla. Y él pestañea una vez, sus pupilas de dilatan. Y de repente yo ya estoy sintiendo un calor en mi cuerpo por saber que lo he tocado sin sentir vergüenza.
—Toge.. —me sale un balbuceo bajo.
¿Por qué siento que ya he pasado por algo así?
Sus labios se abren un poco, llamando de vuelta mi atención. Atrapándome.
__ Abrázame.
Una corriente eléctrica pasa velozmente por todo mi cuerpo cuando escucho por primera vez su voz, y lo abrazo.
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𝙔𝙤 𝙡𝙤 𝙙𝙞𝙜𝙤, 𝙩𝙪́ 𝙡𝙤 𝙝𝙖𝙘𝙚𝙨 |𝑇𝑜𝑔𝑒 𝐼𝑛𝑢𝑚𝑎𝑘𝑖|
FanfictionEn lo más profundo de un bosque había una pequeña casa, la cual no estaba vacía, dos jóvenes habían aparecido por arte de magia, o quizás fueron secuestrados. La joven de largo cabello oscuro despertará sin recordar su nombre y tampoco recordará lo...