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Un sueño o.. una pesadilla.

Era extraño recordar mis últimos momentos con mis padres. Con mis amigos. Como si fuera la última vez que iba a hacerlo. Se veían felices mientras comían, charlaban, corrían, jugaban en mi patio trasero. Parecía una película de los 80. Todo era tranquilo, el día soleado, demasiado que los helados se derretían en sus manos. Lo único que me incomodaba era.. la falta de atención. Nadie me notaba.

Caminaba lento, era lo que mi cuerpo me permitía hacer. Esto.. no parece real. Ni en mi cumpleaños hubo tanta gente. ¿Por qué ahora sí? Todos están reunidos. Mis amigas ríen sin mí. Mis padres sirven la comida sin mi ayuda. ¿Qué está sucediendo? ¿Dónde está mi cuy?

¡Hey! —Esa voz era de ella, extrañamente la veía solo a ella. La primera amiga. Nuestro grupo de cuatro era nombrado como las náufragas, un apodo hecho por... una persona activa en cualquier actividad que se mostrara, llena de energía y que nos hacía reír en momentos inoportunos..

A la que veía, y a la que intentaba recordar, causaban una aprensión en mi pecho como si una daga me atravesara y se llevara algo. Algo importante.

Me concentré en la persona que tenía al frente de mí, y ni eso me ayudó, pues no recordaba su nombre. Su corto cabello claro, siempre fue así. Sus enormes y lindos ojos que daban un sentimiento de advertencia que por primera vez vi en ellos. Su pálida piel como si hubiera estado enterrada en la nieve. Ella...

Ya despierta o será tarde. —lo dijo como si fuera una advertencia, sin embargo, a ella le parecía gracioso por la sonrisa que noté en sus labios.

Y todo desapareció.

—Hmm... —Me removí con fastidio, pues un dolor en mi cabeza se intensifica con lo que despertaba. Espero sea sábado o domingo, en serio esperaba que fuera así. Siento que dormí mucho, y si llegara tarde al.. al... Yo.. tengo que ir al...—. Hm... —Me volví a mover sobre mi cama. Y dudé un poco por la suavidad del colchón.

Es diferente.

Mi estómago se sentía como si hubiera bebido demás anoche, pero, ¿de verdad bebí? Mi cabeza dolía mucho, casi idéntico a una resaca. Es extraño, no recuerdo haber tomado. O alguna fiesta con.. mis amigos. Amigos...

Abrí los ojos, estando de lado, y cual persona no se lo esperaba, quedé pasmada en mi lugar cuando visualicé a un chico frente a mí, en la misma posición. «Duerme», me alivió que siguiera con los ojos cerrados o juro que habría gritado tan alto que me dejaría sorda hasta a mí misma. Mientras mi respiración ya era un caos junto a mis latidos, el de él era apacible y una mirada.. angelical.

Por instinto fui retrocediendo hasta bajarme de la cama con demasiada cautela, en ponerme de pie y juntar mi cuerpo a una de las cuatro paredes de madera que me rodeaban. «Esta no es mi habitación, no lo es, ¿dónde estoy?» Mis ojos escudriñaban cada esquina de la habitación. Y.. y... ¿Dónde es esto? Yo estaba... Yo.. estaba... ¿Qué sucede? Me es difícil hacer memoria.

El recuerdo viene, pero soy interrumpida cuando veo que algo se mueve en la cama en la que estuve. No tengo nada con qué defenderme, así que solo me agacho y mantengo silencio. Soy fuerte, de eso estoy segura, pero en este momento siento que es mejor esconderme y pensar en algo para no ser descubierta. No sé quién pueda ser. No sabría con qué clase de persona me enfrentaría. Además, toda mi vida he desconfiado de las personas. Me ha costado mucho hacer amigos.

Debería ver quién es. No obstante, me importa más salir de aquí. Entonces gateo hacia la entrada de la habitación y, cuando llego al pasillo, me pongo de pie para caminar en busca de la puerta principal, ojeando cada esquina. Quizá sea el pariente de alguno de mis compañeros. Debo estar en el campamento, ya que esta parece ser una cabaña. Todo es de madera, y el olor es.. nostálgico, me recuerda a la casa de mi abuela.

𝙔𝙤 𝙡𝙤 𝙙𝙞𝙜𝙤, 𝙩𝙪́ 𝙡𝙤 𝙝𝙖𝙘𝙚𝙨 |𝑇𝑜𝑔𝑒 𝐼𝑛𝑢𝑚𝑎𝑘𝑖|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora