Permanecí quieta tan pronto ese pedazo de madera se abrió frente a mis ojos, mi mano —sujetando el cuchillo y apretándolo—estaba a unos centímetros de haber tocado esa puerta, no la había apartado, a pesar del peligro que me iba a enfrentar.
No respiraba, solo oía los latidos que querían salirse de mi pecho. Hice todo lo posible, aguanté no caer, y no lloré por la desesperación. Tenía miedo, me estaba muriendo de miedo y quería gritar tan fuerte para que alguien de allá fuera me salvara.
Pero no lo hice. Porque nadie se asomó, la puerta cayó hacia afuera y un poco de polvo se levantó. Retrocedí y caí de la mesa para luego estar en el suelo, al lado de Toge. Jadeante, seguí observando la puerta que había sido abierta por si sola.
—Toge.. —susurré, intentando despertarlo—. Toge..
Él no abría los ojos, pero aún respiraba.
Esperé unos minutos más para estar segura de que arriba no había nada peligroso, y luego tomé a Toge para ponerlo en mi espalda. Lo cargué y, con pésimo pero posible esfuerzo, lo subí a la mesa y lo tiré hacia arriba. Al instante subí yo también mientras apuntaba en todos lados con el cuchillo, y me puse en alerta, estaba lista si cualquier cosa salía de la nada y nos atacaba.
Sin embargo, el ambiente era tranquilo, era.. una cocina.
—¿Una cocina debajo de otra cocina? —murmuré, viendo el hueco de la puerta.
Estuve atenta. Entonces, alejé a Toge y lo puse contra la pared para volver al hueco y cerrarlo con la puerta de madera. Aún era extraño, no sentía nada peligroso. Aquí no había nadie.
Antes de ponerme de pie, le di un vistazo a Toge. Descansaba, pero algo le molestaba, su respiración era entrecortada y tenía sudor en su rostro. Apreté los labios, solo le dejaría por unos segundos, tengo que ver en dónde está la salida. Caminé hacia la otra entrada, sujetando el cuchillo fuertemente. Un cuarto con un solo sofá, qué extraño. Miré la otra entrada, y pasé rápido, tampoco había nadie, solo un cuarto lleno de libros. Todo estaban tirados en el suelo. Rasguñados y otros partidos a la mitad.
Cuando alcé la mirada, quedé helada.
—Una puerta... La salida.
Jamás había estado más feliz. Jamás. Mis hermanos, los vería pronto. Acerqué mi mano a la manija y..
Dejé el cuchillo en el suelo al oír un quejido de dolor.
«Toge»
Volví corriendo a la cocina. Él me miró cuando entré y lágrimas salieron de sus ojos.
—Duele..
—Sh... Tranquilo —me agaché y empecé a revisar todo su cuerpo, pero no había ninguna herida—. ¿Dónde te duele?
No respondió y siguió quejándose. Las lágrimas seguían bajando por sus mejillas y sus ojos estaban rojos que no podía diferenciar el morado de ellos.
Había encontrado la salida, sin embargo, no iba a dejarlo solo. Nosotros no podíamos huir así como así. ¿Y si mi hogar estaba muy lejos y él no aguantaba? Tenía que dejarlo descansar.
—Ven aquí —lo subí de nuevo a mi espalda y lo llevé al cuarto donde estaba el sofá. Y, justo cuando lo voy a bajar, siento ese bulto en mi trasero—. Demonios, Toge. No me ayudas en nada. —sentí el calor en mis mejillas y lo dejé en el sofá.
Él durmiendo y su amigo despierto. Ay Dios.
Como no había peligro alguno, fui a la cocina y busqué paños para limpiar su sudor. Lo pasé lentamente y con cuidado por todo su cuerpo. Cuando terminé, le cubrí con el mantel de la mesa. Y finalmente me eché a su lado. No me iba a apartar de él hasta que despierte.
ESTÁS LEYENDO
𝙔𝙤 𝙡𝙤 𝙙𝙞𝙜𝙤, 𝙩𝙪́ 𝙡𝙤 𝙝𝙖𝙘𝙚𝙨 |𝑇𝑜𝑔𝑒 𝐼𝑛𝑢𝑚𝑎𝑘𝑖|
FanfictionEn lo más profundo de un bosque había una pequeña casa, la cual no estaba vacía, dos jóvenes habían aparecido por arte de magia, o quizás fueron secuestrados. La joven de largo cabello oscuro despertará sin recordar su nombre y tampoco recordará lo...