||9||

9.3K 1K 400
                                    


Dos días después

Desde ese día, no he dicho nada sobre los moretones que tenía en mi cuerpo. El extraño miedo y la sensación de vomitar, me advirtieron algo: que nosotros dos no éramos los únicos en esta casa.

Ahora me encontraba al costado de Toge, sentados en el sofá, leyendo uno de los libros que había en los estantes de la pequeña sala de estar. Él ya no llevaba aquel cubrebocas, como lo había conocido la primera vez que abrí los ojos y desperté en un extraño lugar. Sus labios estaban formando un puchero y en sus ojos pequeñas lágrimas se notaban.

—¿Qué ocurre? —Me incliné hacia él, dejando mi libro a un lado para tomarle atención. Ambos nos llevábamos bien, no había ocurrido nada, jamás ocurrió nada. Somos amigos. Sin embargo...

Mis pulsaciones se aceleran cuando estoy cerca a él.

Pero los evado.

Toge cierra el libro y, sin previo aviso, echa su cabeza sobre mis piernas, lo que provoca que sienta arder mi rostro y que mis labios tiemblen. Su delicada mano toca suavemente mi mejilla y hace que mire abajo, donde él me observa con ternura. Y así es como yo caigo totalmente.

Cierro los ojos y apreto mi mejilla en la palma de su fría mano. Fría.. ¿por qué está fría?

Pero, de pronto, una imagen de sus labios diciendo "olvídalo", hace que abra los ojos y me aparte de su mano, sin embargo, Toge me toma de la nuca y lentamente me acerca a su rostro.

Confundiéndome, alterando mis pensamientos. El dolor de mi cabeza no se hace presente pero los nervios se contraen en mi vientre. Aquella relación de solo amigos había desaparecido, nosotros estábamos a punto de juntar nuestros labios, y yo estaba dispuesta a hacerlo, estaba hechizada. Diría que más que eso..

Sentía su respiración en mi rostro y, antes de que mis labios tocaran los suyos, él se incorporó, y besó mi mejilla, sin dejar de ver mis ojos fijamente. Dejó una nota en mi mano y se fue a la habitación, dejándome más confundida. Mi alma vuelve a mí y exhalo para tranquilizarme, y pensando en su actitud indescifrable. Entonces solo leo la nota.

Ven a dormir conmigo.

Aprieto un poco la nota. Este chico me causa demasiadas emociones, y yo no puedo con tantas, soy un volcán que estallará por lo confundida, aturdida, preocupada, que me tiene.

Me quedo más tiempo ahí sentada, dudando. Y de pronto, la curiosidad y deseo hacen que me ponga de pie, camino hacia la habitación de al lado, donde él me esperaba echado de lado en la cama, ocultando su rostro con sus manos. Yo sonrío un poco, aunque siento algo más, algo que me detiene de acercarme.

De hecho, siento que jalan de mí hacia la dirección contraria. Sin embargo, mis pies van a la cama y me echo a su lado, mirando lo tierno que se veía haciendo eso.

Toge abre sus dedos un poco para verme.

Y yo vuelvo la vista al techo para evitar que él me atrapara. Y ni siquiera duré, porque volví a mover los ojos hacia su dirección. Ya no tenía las manos cubriendo su rostro. Más bien, poco a poco, la comisura de sus labios se alzó y formó una sonrisa esquinada. La cual no entendí hasta que habló:

Échate de lado, dándome la espalda.

Perpleja, obedezco sus palabras. Mi cuerpo le da la espalda y él me rodea por detrás, con sus brazos, tomándome por sorpresa. Aunque esperé algo distinto, eso fue lo más aceptable para no hacer un lío en mi cabeza.

Sus manos van debajo de mi sudadera.

Pues lo "distinto" no tardó. Ya mejor ni pienso nada.

No ha dicho que permanezca quieta, ni diga nada, pero eso es lo que yo prefiero hacer ahora. Intento controlar mi respiración, intento que no se me note que de verdad esto me gusta. Que despierta el deseo, el ardiente deseo que algo más pase. Las yemas de sus dedos dan suaves caricias en mi vientre antes de que su mano siga subiendo. Aprieto el borde de la almohada, cuando recuerdo que no traigo sujetador. Y que ahora.. eso.. me da igual.

—Espera.. —Apenas pude hablar, y ni yo misma me entendía, decía algo que no quería pero dejaba que algo siguiera. El cuerpo es el que manda, no la voz.

Toge cogió uno de mis senos y lo empezó a acariciar, apretándolo un poco, sintiendo mi suavidad, movió su dedo en mi pezón, lo pellizco. Hizo lo mismo con el otro. Tuve mis piernas apretadas por lo que Toge me estaba haciendo, aguantando. En otras palabras, era como si me masturbara yo misma sin que él se diera cuenta.

¿Qué estoy haciendo? Yo.. no creo que sea esto lo que busco..

Su mano estaba tibia por estar dentro de mi sudadera y cerca al calor que le daba. Su aroma se mezclaba con el mío, y nuestras respiraciones eran entrecortadas, uniéndose en una sola. Su tibio aliento golpeaba mi mejilla, juntando su cuerpo más al mío, donde ya estaba más que segura que lo que sentía duro en mi espalda baja, era la parte más interesante que quería conocer de Toge.

La vergüenza se ha ido, y en su reemplazo, está el lado que nunca conocí de mí, uno atrevido. Y pensar que esa nota decía que solo dormiríamos, algo que no estamos haciendo en este momento.

Me aprieta a él, abrazándome, como si en cualquier momento me fuera a perder para siempre.

En la habitación solo se escuchaban nuestras respiraciones, el sonido de las sábanas arrugándose por apretar mis manos sobre ellas, Toge dejando besos en mi vientre... Espera. ¿¡Qué!? ¿En qué momento cambió de posición?

Fue tan ágil que él ahora estaba en medio de mis piernas, estaba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta. La sudadera que yo llevaba puesta era tan grande que me llegaba por debajo de los muslos, y era tan grande para que Toge metiera su cabeza y dejara besos en mi vientre, como lo estaba haciendo ahora. Miro el techo blanco y junto las piernas para rodear su cintura, cuando su lengua hace contacto con mi seno, mordisquea mi pezón de una forma.. exquisita, que me contrae más.

Mientras él lamía mis pezones, la sudadera se iba levantando poco a poco. Toge seguía metido ahí, no podía verlo pero sentía lo penetrante de su mirada, debajo de esa tela.

Sus manos jugaban con los bordes de mis shorts, intentando bajarlo. Ya no había vuelta atrás, le estaba dando todo de mí. Quiero darle todo de mí a Toge. Lo quiero.. más que nada.

Él sacó su cabeza de mi sudadera, su cabello blanco estaba desordenado, sus mejillas rosadas, y un poco de su lengua fuera, enseñándome el peculiar signo que tenía. Entrelazó nuestras manos junto a la cama y depositó un beso en mi frente.

Lo que vi en la sala, cuando él tocó mi mejilla, debió ser un error. Toge Inumaki es y será la persona más tierna que he visto, y la persona que me calienta en menos de tres segundos.

Con ayuda de mis piernas, lo junté más a mí para besar sus labios.

«Debemos encontrar una forma de salir.»

«Toge, los gemidos no son palabras. »

«Tienes que dejar de hablar.»

«Llevamos más de dos semanas en esta casa.»

«Nunca me dijiste sobre esas marcas.»

«¿En qué momento me cambié? Yo no traía esta ropa, ¿fuiste tú? »

Me aparto bruscamente de él.

—Toge, qué hiciste...

𝙔𝙤 𝙡𝙤 𝙙𝙞𝙜𝙤, 𝙩𝙪́ 𝙡𝙤 𝙝𝙖𝙘𝙚𝙨 |𝑇𝑜𝑔𝑒 𝐼𝑛𝑢𝑚𝑎𝑘𝑖|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora