⃕háganle caso a sus amigos.

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ㅡ¡Hey! ㅡExclamó el mismo chico castaño de la vez anterior

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ㅡ¡Hey! ㅡExclamó el mismo chico castaño de la vez anterior. ㅡ¡Soy JunHui! ¿Cómo están?

Un ruido se escuchó y rápidamente volteó a los lados buscando al dueño de aquel sonido, giraba su cabeza de un lado a otro, pero al no ver nada supuso que imaginó aquello.

ㅡ¿Debería susurrar? ㅡPreguntó más para sí mismo. ㅡCreo que lo haré. ㅡSoltó encogiéndose de hombros para luego acercarse demasiado a la cámara al punto de tapar toda la pantalla con su rostro. ㅡHace no mucho se me ocurrió tremenda idea y tenía planeado hacerla para éstos días; sin embargo, Hao anda más sentimental de lo normal, entonces mis ganas de hacer aquello se me fueron.

JunHui talló sus ojos y seguido de ello hacía uno de sus tristes gestos, pero poco pasó para que su sonrisa se luciera nuevamente.

ㅡAsí que pregunté si debería hacerla y la mayoría dijo que sí, ¡por eso estamos acá! ㅡExclamó en un susurro. ㅡSi Hao se enoja conmigo, los culparé a ustedes. ㅡSeñaló y luego soltó una risa.

ㅡMe encuentro saliendo del departamento, iré con algunos amigos para explicarles lo que tengo en mente, necesitaré un poco de ayuda para mi plan

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ㅡMe encuentro saliendo del departamento, iré con algunos amigos para explicarles lo que tengo en mente, necesitaré un poco de ayuda para mi plan. ㅡDecía mientras caminaba por los pasillos del edificio, incluso una familia que pasó a su lado se le quedaba viendo y uno de los niños tuvo el valor suficiente para preguntar "Mami, ¿con quién habla el chico?". ㅡTengo problemas emocionales, ¿algún problema? ㅡSoltó y al ver como aquellos se iban aún más confundidos, sonrió y siguió con lo suyo.

Al ver el vídeo podías ver como el chico caminaba tranquilamente, subía al ascensor y tarareaba la música que sonaba de fondo, al bajar de éste saludaba a cualquier persona y seguía con su vida como si nada, claro que era feliz. Cruzaba las calles mientras contaba muchísimas cosas, desde lo que había desayunado el día anterior, hasta la vez que se cayó sobre una piedra cuando tenía como nueve años.

No pasó mucho para que se detuviera frente a una casa de tonos melón, tocó y abrió un chico pelinegro, con quien se saludó para luego entrar con total confianza; dentro del lugar habían las suficientes personas para ejecutar aquella idea que tanta intriga les daba, probablemente saldría bien.

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