1 - Cita de estudios

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Tomé el libro de matemáticas de la estantería y lo llevé hasta mi escritorio. Tenía la importante misión de encontrar una respuesta sobre mis dudas, sino debería consultarle al profesor Ackerman directamente, lo cual debido a su temperamento, no era la mejor opción. Fijé mi visión en el índice con cuidado, tratando de encontrar algún punto que me funcionara como ancla para todos los problemas en mi tarea por resolver. No pude evitar sonreír cuando encontré lo que necesitaba.

Ajusté mis lentes y comencé a escribir. Con las fórmulas correctas era capaz de agilizar el procedimiento de manera rápida y todo salía con claridad. Parecía que pronto terminaría mi tarea, pero el timbre sonó.

Se me ocurrió que podría ser Eren buscando algo como había sucedido hace unos días atrás, cuando no podía encontrar las llaves de su auto y buscó en las casas de todos sus amigos hasta que finalmente las encontró en la de Connie. Suspiré y salí de mi habitación rumbo a la entrada.

Mis cejas se levantaron con asombro cuando abrí la puerta. Casi se me olvidó hablar cuando la vi. Tan hermosa como siempre.

—¿No me vas a invitar a entrar?

—A-Annie... Por supuesto, pasa... —me apresuré a decir mientras le abría paso.

—¿Estabas ocupado? —preguntó mientras se giraba para observarme.

—La verdad es que estaba terminando mi tarea...

—Ya veo. Bien, esperaré a que la termines. —intervino desviando la mirada.

Annie parecía extraña, pero no me detuve a analizarla lo suficiente ya que estaba más concentrado en controlarme a mí mismo. No podía dejar que mis nervios arruinaran todo con la chica de mis sueños, y mucho menos cuando tenía la dicha de estar a solas con ella.

—Bien yo... seguiré con... ya sabes... Si quieres, puedes venir conmigo...

Sentí mi corazón exaltarse violentamente en mi pecho mientras que el calor en mis mejillas se escurría por todo mi rostro. Esperaba no sonar extraño con eso último, después de todo, la estaba invitando a mi habitación.

Sorprendentemente ella asintió; seguía esquivando mi mirada.

Esbocé una sonrisa tratando de disfrazar todo mi nerviosismo existente y subí las escaleras. El sonido de los tacones de Annie a mis espaldas me hacían sentir la realidad en la que me encontraba.

Annie tomó asiento en mi cama y yo volví a mi escritorio. Cuando la observé teclear en su celular a través del reflejo de la computadora pude relajarme mejor; si sus ojos me observaban lo suficiente no podía evitar actuar vergonzosamente. Al volver a ver el libro, traté de enfocarme como debía sobre los problemas matemáticos, ya sólo me quedaban tres por terminar y gracias al libro podía hacerlo bien.

Tal vez me concentré demasiado en reemplazar y calcular que cuando menos lo noté tenía a Annie a mi lado, observando mi hoja.

—¿Annie...?

—¿Cómo has podido entender eso?

—¿Eh? ¿Qué?

—El problema —Se acercó más a mí y señaló en la hoja—. Cuando lo leí me di por vencida al instante.

Si observarla de lejos ya me dejaba lo suficientemente maravillado, tener el rostro de Annie a centímetros del mío no hacía más que provocar el revuelo incesante de mi corazón. Sus profundos ojos celestes observaban con detenimiento mi libro, mientras que su cabello se desplegaba ligeramente por su mejilla derecha mientras giraba la cabeza. Era preciosa, y yo un idiota inconsciente que no se había esforzado lo suficiente como para detenerse y evitar hacer lo que acababa de hacer: tocar la mejilla de Annie.

Love shot. | AruaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora