E R O S

1.- Harry de Atenas

El suelo frío de mármol bajo sus pies lo hizo estremecerse un poco, hacía mucho que no paseaba por los pasadizos del palacio a tempranas horas de la madrugada.

Acostumbrado a una larga jornada fuera de Atenas, durmiendo en carpas de campaña provisionales, que aunque eran las más costosas por ser el hijo del Rey, no tenía grado de comparación a la lujosidad dentro de su casa, el palacio de Atenea.

Su liviana vestidura traslucía los pequeños vientos helados que producía la brisa de la cercanía del mar a esas horas. La luna estaba cerca y brillante, no se necesitaban antorchas para iluminar levemente los espacios del palacio. El príncipe siguió caminando hasta llegar a su habitación, no acostumbraba quedarse a dormir con los jóvenes que se acostaba, sobre todo por el hecho que en ocasiones no eran mujeres y siendo él de la realeza, era imprescindible un casamiento para beneficios del reino.

Llegó a su habitación sin hacer ruido alguno, las emboscadas en los campos de batalla lo habían hecho implacable a la hora de escabullirse, no por nada se le llamaban el rey strategos^.

Antes de acostarse se quitó el pedazo de lino amarrado como pulsera que tenía en su muñeca, que su amante de esa noche le había regalado con la esperanza que vuelva a ella algún día, Harry hacía mucho había entendido ese tipo de señales de sus compañías nocturnas, no era secreto que todo Grecia estaba puesto a sus pies deseándolo, desde las sacerdotisas de los templos de Zeus (que teóricamente eran las más devotas) hasta los centuriones^ de Roma.

Sin embargo, el ojiverde muy pocas veces los volvía a frecuentar, ya que, los encuentros casuales lo confundían con amor y a pesar que el joven les dejaba en claro sus intenciones, no podía evitar sentirse mal por ellos por no sentir lo mismo.

Se postró en su cama respirando profundo, hacía calor como para ponerse bajo la sábanas, mirando a su techo con admiración, percibía el detalloso trabajo que había hecho el escultor, los relieves y las pinceladas, realmente una obra de arte, siempre le gustó mirar la pasión con la que los artistas del palacio hacían las columnas y esculturas.
Su madre era una gran admiradora de las columnas corintias, por el nivel de detalle y elaboración que este necesitaba. Recordó aquella vez que saliendo de su entrenamiento, con tan solo 13 años, la carita sudada y sucia, se sentó al costado de su madre que se encontraba mirando el trabajo de una columna del comedor.

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-Nunca me gustó que fueras hombre cariño..- le acarició su pequeña mano sin quitar la vista al escultor

-Madre...- reprochó el pequeño
-Eres el único hijo que Atenea me prometió ¿lo sabías?, he sentido miedo de perderte desde el primer momento que te tuve en mis brazos.

El pequeño reposó su frentesita sudada en el hombro de su madre
-No tiene que temer madre, estoy practicando con efebos^ mayores.. - el niño se emocionó un poco y la miró de frente- y padre dice que si sigo así, pronto contratará mercenarios^ para que me enseñen todos sus trucos!..

-Harry- interrumpió- cariño, ¿sabes por qué admiro tanto el arte?
El pequeño ladeó su cabecita.

-Porque cuando tu empuñas esa espada o el arco.. tu destreza en batalla es arte puro, un don que increíblemente te concedió Atenea... igual que a tu padre..- su rostro se llenó un segundo de tristeza- Respeto mucho tu valor, pero no me pidas que esté de acuerdo bebé, es demasiado para mí... ¿te parece?

La mujer abrazó al pequeño y le dió un beso en la mejilla, se quedaron un rato más apreciando el desarrollo de la columna, antes que lo mande a bañarse para estar limpio en la cena.

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Despertó con el sonido de su puerta abriéndose, era un siervo trayéndole las frutas frescas del día, se hizo el dormido, no quería ser mal educado y no saludar.
apenas el siervo cerró la puerta, Harry se levantó y cambió para el desayuno familiar antes que su padre viajara a Micenas a hacer unas visitas de agenda.
-¿Cuándo partirá padre?- preguntó el joven mientras que sorbía vino de durazno.

-Pues resulta que me voy a quedar unos días más- dijo Aegon^

-Uhmm- murmuró Harry masticando pan- y ¿a qué se debe su retraso?

Alcmena levantó la vista y suprimió una sonrisa antes de tomar de su copa.

-Hijo, tu padre quiere hacerte un presente...

-¡Es hora de hacer tu hito dentro del palacio!- Aegon interrumpió a su esposa muy emocionado- te lo haz ganado hijo.

El joven sonrió de lado mientras tragaba el bocado de pan de miel que tenía en la boca, era algo que Aegon le había prometido muy niño, asintió como venia y levantó su copa.

-Por la victoria de Delfos y todas las que han de venir padre...

-No seas ambicioso Harry, recuerda que eres un príncipe, heredarás el trono, no eres un espartano.

El joven besó la mano de su madre y levantándose de la mesa le dijo a un siervo.

-Manden a traer al mejor escultor de Apolo..
Su madre lo interrumpió
-El de tu padre lo hizo Lisipo... es el más reconocido en Atenas cariño.

Harry sonrió de lado a lado mostrando los dientes, su mirada mostraba picardía y seguridad.

-Oh madre, yo quiero el más reconocido de todo el Olimpo.

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Glosario:

^Strategos: del griego στρατηγός (stratigòs); en la milicia griega, existían 10 comandantes principales, que eran los encargados de dirigir cualquier combate, eran elegidos de altas cunas pero eran los más fieros e inteligentes.

^Efebo: del griego ἔφηβος (joven) de 15 a 19 años, edad que los varones de nacimiento se internaban dos años en la milicia.

^Aegon: pronunciado ïgōn, el gran Aegon El Conquitador, rey de Atenas, nieto de Teseo, Héroe fundador de Atenas.

^centurion: jefe militar romano, una cultura temprana y sociedad creciente cruzando el Mar Jónico.