CONTRAPUESTOS ; Wos

IV. Protecciones

Fue mientras Tadeo llamaba para pedir el helado cuando los primeros indicios de malestar aparecieron. Todos continuaban charlando entre risas y más risas, inclusive yo, hasta que mi mirada se quedó fría ante el primer pedazo de pizza que estaba por comer.

Empecé a sentir naúseas y una sensación de repugnancia, por lo que con la excusa de buscar más hielo me levanté disimuladamente para dirigirme hacia la cocina. Por supuesto me llevé conmigo los ojos de Valentín que parecía haberse percatado de que algo no andaba bien. Lo único que me faltaba era trasladar mis sintómas a algo físico delante de todos, asique continué con mi camino.

Ví a Lucía seguirme con la excusa de ayudarme, siempre fue bastante astuta e ingeniosa para hacer que cualquier situación parezca natural. Ni bien llegamos al otro ambiente, se acercó a mi lado para susurrarme:

- Cali qué pasa? No estás bien - Lucía parecía realmente preocupada. 

- N-no sé, no debe ser nada, me siento un poco mal - contesté con dificultad.  

- Ya hace un tiempo que estás así, estás comiendo bien?

Pensé que no podría ponerme peor de lo que ya estaba, pero me equivoqué. Otra vez el mismo episodio, en mi cabeza era totalmente conciente de lo qué me estaba pasando y darme cuenta de eso sólo empeoraba las cosas. La palidez apareció en mi rostro y mis manos comenzaron a temblar suavemente, de nuevo sentía una fuerte presión en el pecho que dejaba un mínimo lugar para que solo un poco de aire pudiera entrar a mis bronquios, y empecé a sentir una sudoración fría en mi piel al igual que mi vista nublarse.

- Cala vos necesitas ayuda - el tono de mi amiga era realmente serio - No me mientas, estas salteando comidas, cada vez son más las veces que volvés caminando de la facultad, te veo más apagada, más ansiosa e irritable. Cali necesito que hablemos y me cuentes a qué se debe todo esto.

Claro que sabía que Lucía tenía toda la razón del mundo, pero no sé si era un momento oportuno para esa conversación. Las conductas que había adquirido últimamente me habían llevado a adelgazar bastante, ni hablar de que fumaba con mayor frecuencia que antes y debo admitir que quizás el "cuidarme" con mi alimentación rozaba ya un poco la obsesión. A pesar de haber perdido varios kilos, tenía un peso dentro de lo saludable, pero mentalmente se estaba convirtiendo en un martirio mi estado anímico. Sabía que necesitaba ayuda antes de que esto empeorara, aunque me costara aceptarla, ya no podía aguantar la tristeza de que mis energías últimamente fueran a parar en el control sobre lo que ingería al igual que sobre mi cuerpo.

Lo último que vi fue a Valentín corriendo hacia mí mientras me desvanecía en el suelo, y lo primero, fue a él mismo pasando sus brazos por los costados de mi pecho para sostener mi espalda y levantarme con cuidado. No me desmayé porque enseguida pude despertar, pero me encontré totalmente desorientada sin comprender ni dónde estaba.

- Tuvo una lipotimia, es mejor que se acueste en la cama -  claramente Lucía parecía estar capacitada para dar cualquier diagnóstico.

- Y-yo puedo... - dije en voz baja soltándome de Valentín, lo cual duró muy poco porque enseguida volvió a rodearme con sus brazos para levantarme haciéndome upa.

- Mirá si vas a poder sola, dejame ayudarte - me susurró tranquilo a pocos centímetros de mi oído al terminar de acomodar mis piernas alrededor de su cintura mientras aseguraba su agarre con fuerza para no perderme por el camino, más aún cuando yo estaba tan frágil y no podía colaborar con sostenerme de buena manera. 

Con mi mentón apoyado en uno de los hombros del chico que me cargaba en sus brazos, podía observar al resto de mis amigos preocupados por detrás de la espalda del castaño, quien me llevaba hacia mi habitación con los pasos de Lucía por detrás. Al instante en el que llegamos me mantuvo abrazada a él mientras Lucía acomodaba mi almohada y abría las sábanas, para que acto seguido Valentín me recostara sobre la cama despacio, con tal sutileza como si mi cuerpo fuese una cajita de cristal a punto de estallar ante el más mínimo golpe. Y lo era.