capitulo 3

1.2K 83 20
                                    



#HinataPOV #Día 1

¿A qué ser humano le gusta, le encanta, levantarse temprano 5 días a la semana? A ninguno. Entonces, ¿por qué rayos nos obligan a que hagamos algo que no nos gusta? Ah sí, ya sé: porque son unos maricas. 

Soy una adolescente en pleno desarrollo, somos nosotros los que necesitamos dormir mucho.

No soy una chica que le guste las mañanas, no soy fan de ver el amanecer. Ni tampoco fan de la escuela, pero que le vamos a hacer. Mi vida sería más aburrida si tomara las clases en casa.

Escucha, no soy de ésas típicas chicas que odian la escuela y por ese motivo salen reprobadas en todas, pero tampoco soy la persona más aplicada del universo, tengo notas regulares y punto. 

Lo cierto es que odio la escuela por tres míseros motivos.

Uno. Los Populares. Caminan por ahí intentando ser algo que es evidente que no son, pero sin embargo hay otros que los admiran por ser como son esos que no son y quieren ser como ellos, aunque ellos no sean nada realmente. Ellos ocupan el primer espacio en la jerarquía estudiantil, ahí estaban las porristas, los jugadores de fútbol americano y otros cuantos que se me pasan.

Dos. Los maestros. Son más aburridos que una canción de piano mientras vas viajando. Ponen tareas como si no tuviéramos otras 6 materias de las que preocuparnos y sus malvados exámenes sorpresas. 

Tres. La historia. Yo soy fiel seguidora del lema:"¿Para qué estudiar a historia? Ya se murieron". No me importa la historia, no me interesa y nunca lo hará.

El día anterior, en la fiesta de Shion — que, si me preguntan, no sé porque diablos fui—fui bañada por uno de los chicos más idiotas que puede haber en el universo: Naruto, el mariscal de campo. Ni siquiera se disculpó en el momento, en vez de eso, esperó casi toda una hora para lamentarlo. Debo decir que me aproveché un poco, ya que lo obligué a que me diera un aventón a casa, así que tan mal no estuvo. Claro, si no contamos ese horrible olor a perfume barato que venden por catálogo, seguro se la pasó pegado a las piernas largas de la porrista cuyo olor le pertenecía.

Llegué a la escuela a tiempo, caminé hacia mi casillero arrastrando los pies y maldiciendo entre murmullos mientras miraba mis zapatos con pereza. Sin darme cuenta, me golpeé con algo y caí al suelo dramáticamente, había sido una de esas caídas que se hacen famosas en internet.

Ningún alma que pasó a mi lado se detuvo a ayudarme o a preguntar si estaba bien. Muchos se detuvieron a mirar, pero ninguno se acercó lo suficiente. Era algo humillante estar tirada en el piso de la escuela, me dolía mi trasero, pero no estaba dispuesta a gemir de dolor, ya había tenido suficiente.

Pero tampoco quería levantarme, no es que el suelo fuera la cosa más cómoda, sino que me daba una gran pereza hacer el mínimo esfuerzo de levantarme, recoger mis cosas y seguir como si no hubiera pasado nada, mientras el dolor en mi trasero seguía ahí.

Tenía tanta flojera, que ya no me importaba en lo absoluto que me vieran todos tirada en el piso cual morsa.

Un chico con pantalones de mezclilla oscura se paró justo enfrente de mí, me tendió una mano. Levanté la mirada y me encontré con Naruto portando una estúpida sonrisa socarrona.

—Estoy consciente de que el suelo es demasiado cómodo, pero no tarda en sonar la campana y estás dando todo un espectáculo.

Le di mis manos y me ayudó a levantarme.

—Gracias por burlarte—dije sarcásticamente.

— ¡Oye, te he ayudado! —se quejó, todavía sonriendo de la misma manera. Lo único que quería era darle un puñetazo.

—Sí, lo que sea.

— ¿No me vas a agradecer?

Suspiré.

—Gracias...

—De nada, señorita—se agachó y tomó mi bolso que todavía seguía en el suelo debido a que yo no me había molestado en levantarlo. Se lo quité de las manos y me lo llevé al hombro.

Nos miramos por un rato, yo incómoda y él intentando descifrar algo de mi cara. Cuando supe que había tenido suficiente, decidí que era hora de que me fuera.

—Se me hace tarde, tengo que irme—dije y me di la vuelta, di varios pasos apresurados, pero él me alcanzó, tomó mi brazo y me obligó a que diera una vuelta, para enfrentarlo.

—Espera.

— ¿Qué es lo que quieres ahora, Naruto? —pregunté cansada de todo esto.

—Sólo un momento, por favor. Seré breve, te lo prometo.

Rodé los ojos y suspiré.

—Te estoy escuchando. El tiempo corre y yo llego tarde.

— ¿Quieres salir conmigo el miércoles? Ya sabes, ir al cine o a dar una vuelta.

— ¿Ir al cine en miércoles? Ni de coña—contesté sin pensarlo dos veces. 

— ¿Por qué?

—Odio ir al cine los miércoles, por la simple y sencilla razón de que ese día en específico está más lleno que nunca, no puedes ver la película bien ya que siempre hay quienes la arruinan gritando cosas y arrojando palomitas.

—Entonces, vamos a dar una vuelta a alguna parte—sonaba desesperado.

Fruncí el ceño. ¿El mariscal de campo desesperado para que salga con él? Aquí algo olía mal—y ya no era Naruto, porque ahora olía a un rico perfume de hombre—y no me gustaba en lo absoluto.

— ¿Por qué quieres que salga contigo?

—Todavía sigo en deuda contigo. Por lo de tu vestido, quiero decir—me sonrió alegremente.

—Págame la tintorería y asunto arreglado.

Naruto suspiró exasperado.

—Oh vamos Hinata, ¿Qué dices?

Miré la muñeca de mi mano izquierda como si ahí estuviera un reloj.

—Ya es demasiado tarde, tengo que ir a clase y tú también—ya había sonado la campana. Sacudí mi brazo para que lo liberara de su agarre—Así que adiós.

Me soltó.

—De acuerdo, pero me dices ¿ok? ¿Tienes teléfono? Me imagino que sí, ¿me das tu número?

Esto ya era demasiado. Alguien me estaba jugando una broma o alguien había retado a Naruto a que saliera conmigo o algo así... Porque sin duda, no creo que él estuviera tan desesperado por conseguir mi número de teléfono por el mismo. 

Me refiero a que, esto no es una estúpida historia en el que el guapo mariscal de campo se enamora de la marginada social.

Saqué una hoja de papel de mi bolso y un plumón y escribí: 01800 vete al demonio. 

Se lo estampé en el pecho y me fui antes de que pudiera ver su reacción.

Si yo hubiera sido otra persona, seguramente no lo hubiera pensado dos veces y le hubiera dicho que sí, pero yo era yo, así que no. No debía ser muy inteligente para pensar que ese chico planeaba algo. Para empezar, ¿Qué no era novio de Shion, la porrista piernas largas? 

Uff. 

The bet (NARUHINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora