Capitulo 1

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A veces me pregunto ¿Existen las almas gemelas? En realidad, no lo sé. Esa otra mitad que te completa ¿Es real? ¿O simplemente son cuentos para niños? Son cosas que pasan por mi cabeza cada cierto tiempo, no es que busque encontrar el amor.

Más bien quiero entenderlo, pero no sé si algún día alguien llegue a tocar mi corazón. Creí en algún momento saber que era, pero me equivoqué. No crecen árboles de afecto y cariño, solo arbustos con rosas envenenadas con odio, cuyo simple roce te consume y se esparce como un virus.

Mi cabeza retumbaba y me palpita de forma incesante. La presión se hacía más fuerte en mi entrecejo, me dolió hacer cualquier gesto. Aunque me generará dolor, debía seguir con mi trabajo.

No quería tener ningún problema con el encargado...O través.

Me concentre en terminar de armar el estante lo más rápido posible, después de esto terminaba mi turno y podría retirarme. A penas termine podré llegar a casa a recostarme, tomarme algunas pastillas y dormir.

—¡Oye Mónica! — Me replico Peter el encargado— ¿Podrías quedarte a cubrir el turno nocturno?

—Bueno, yo...Pensaba irme a casa.

—¿Pensabas? Bueno lo siento, pero no se va a poder— Dijo arreglando su cabello, era de un rojo intenso (Teñido, obviamente) se asemejaba a una espinilla lista para exprimirla— Tengo que salir y necesito que te encargues de ese turno, también si puedes cierra el local.

—Pero Peter, veras tengo un dolor intenso.

—¡¿Estas embarazada o qué?! —Insinúa de forma repelente, niego de forma inmediata— Entonces no es importante, creo que tengo unas pastillas allá—Me lanzo sus llaves, mientras tomaba sus cosas y me dejaba sola...O través.

Suspire resignada, que más iba hacer. Termine de arreglar las ultimas cosas de estante, camine entre los pasillos viendo si algo me había faltado. Para mi suerte toda estaba perfecto.

Me dirigí al pequeño botiquín de primeros auxilios, que si me preguntan que si hubiera una verdadera emergencia nos moriríamos. No creo que se pueda hacer mucho con curitas viejas, alcohol, pastillas anticonceptivas y algunos condones de dudosa procedencia.

Peter tenía claro sus prioridades, unas cuentas veces se me insinuó para que tuviéramos sexo. Pero siempre lo rechazaba, el tipo era un completo idiota que solo pensaba con la cabeza de abajo. Si saben a qué me refiero.

Entre tantas porquerías finalmente conseguí unas aspirinas, me las tomé de un golpe. Me senté en la caja registradora, me deje llevar y trate de descansar un poco. Mi paz duro tanto como la capacidad que tiene un niño a presionar botones en algún simulacro.

Frente a mí se encontraba una pareja de preparatoria, aun llevaban sus uniformes. Coquetean de forma sugerente y sin una pizca de vergüenza que alguien los viera. La chica susurraba cosas en su oído, mientras simulaba cosas sexuales con sus manos.

Yo solo trataba de ignorar ese despertar sexual, tomé unas revistas viejas y me puse ojear un poco. No podía concentrarme tanto, porque no debía perderlos de vista no sería la primera vez que roban la tienda. Finalmente llegan con varias galletas, gomitas, refrescos y por su puesto lo más esencial condones.

Empecé a cobrar el precio de los productos, el pitido del escanear era tan fastidioso. Al momento de pasar los condones, veo la marca que tomo...

Ay no, amigo estos son malos. La chica no solo terminara con una bendición sino con todo eso irritado y con una posible infección. Que chico tan tacaño.

—Oye, no te los recomiendo— Comento aun con la caja en mis manos—Son muy malos.

—¿Qué vas a saber tú? Se nota que nadie te tocaría ni con un palo—Comento el chico burlesco, por otro lado, la chica se sentía incomoda por su comentario—Yo los he usado y son buenos...

Aprendiendo a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora