Capítulo cuatro.

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Sentí como mi piel se puso de gallina al escuchar las palabras de la morena.

Inevitablemente lleve mi mirada nuevamente hasta el rincón del aula, el chico tenía su cabeza agachada aislado de cualquier otra cosa que pasara a su alrededor.

Sentí lastima por él, sabía lo que se sentía que te juzgaran de manera horrible, nadie lo merecía.

Suspire y aparte la mirada.

   

   

El resto del tiempo enserio intente poner atención a la señorita Forks, pero solo veía como sus labios se movían y se movían no emitiendo ningún sonido.

Me intrigaba saber de él. 

    

   

Cuando la clase término, recibí un mensaje de Luke el cual decía que me esperarían en la cafetería, me apresure por los pasillos hasta llegar a mi casillero y guardar los libros pero los gritos de los estudiantes hicieron que mi atención se dirigiera a ellos.

El chico de la capucha, Justin, estaba siendo sujetado por el cuello contra el casillero.

—Eres una mierda. —El moreno escupió con burla.

Había un gran grupo de personas que se amontonaban en un círculo y gritaban cosas de aliento.

Extrañamente, Justin se mostraba tranquilo, su rostro no reflejaba ninguna emoción, ni siquiera parecía tener miedo.

— ¿¡Me estas oyendo inútil!?

No hizo caso a sus palabras.

El pelinegro enfureció, su rostro se mostró aún más rojo marcando la vena de su cuello, mientras intensificaba el agarre de su cuello.

— ¿¡En que mierda piensas!? ¿¡En tu madre muerta!? 

Esas palabras parecieron gatillar cierta emoción en el ojimiel porque sus manos se hicieron puños rápidamente y antes de que el otro reaccionara él ya estaba sobre él, ahorcándolo.

Mi respiración se estancó.

Los gritos esta vez fueron de pánico por parte de los estudiantes.

— ¡Lo matara! ¡Ayúdenlo! —Alguien grito.

Dos grandes y robustos chicos corrieron y tomaron a Justin de los hombros apartándolo de él. Su respiración era irregular pero tenía una pequeña sonrisa de lado.

Cuando pensé que todo hubo acabado, sujetaron a Justin mientras el otro se recomponía del suelo.

El moreno avanzo con rabia hacia él y propino un golpe en su estómago cuando se hallaba indefenso.

Justin emitió un gemido de dolor curvando la espalda.

Fui la única en ese lugar que grito luego de ver eso.

Otro golpe vino seguido de ese y fue tan fuerte que lo hizo escupir.

—Ya... ¡Ya déjenlo! —Alce la voz.

Puse ambas manos en mi boca, todos voltearon a verme y fruncieron el ceño.

— ¿Que dijiste? —El dejo de golpear a Justin y me observo con detención.

Todas las miradas estaban puestas en mí.

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