Capítulo tres.

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Jack tenia un pequeño automóvil y como los tres vivíamos relativamente cerca, él nos llevó a casa.

Me despedí de ellos cuando baje e incluso intercambiamos nuestros números telefónicos porque quería que mañana nos fuéramos al instituto juntos.

También tuve la suerte de que todo el resto de las clases de ese día nos habían tocado juntos.

Sonreí.

El instituto no parecía ser tan malo después de todo.

Abrí la puerta con la llave que mis padres me habían dado.

—Amy ya llegue.  —Alce la voz.

Me dirigí a la sala buscándola pero no había rastro de ella.

Fruncí el ceño.

— ¿Mamá?

Camine hasta la cocina pensando que estaría ahí pero tampoco apareció. Mi vista se fijó en el papel amarillo que estaba sobre la mesa.

Lo tome y pude reconocer de inmediato la prolija letra.

“Siento no estar en casa, tu padre me llamo diciendo que alguien estaba interesado en mis pinturas.

Hay tarta en el refrigerador ;)”

 

—Dios Amy para eso existen los celulares. —Dije para mí misma mientras reía.

Lance el papel al basurero y saque la tarta de donde ella indico.

Subí las escaleras con rapidez dirigiéndome a la que era mi habitación. Me senté en la cama y encendí el televisor. 

Habia decidido pintar las paredes de la habitacion blancas, ese color me daba paz. 

Un programa de policías apareció y por la poca atención que le preste logre entender que se trataba de un asesinato, en donde el culpable era la ex pareja de la mujer.

 Como siempre. 

Me deje caer de espaldas apoyando mi cabeza en la suave almohada hasta que finalmente el sueño me venció.

  

Un ruido hizo que despertara.

Distinguí la silueta de una persona detrás de mi ventana.

Solté un grito mientras ponía las manos en mi pecho.

Mi corazón se aceleró.

Restregué mis ojos con la intención de despejar mi vista. Todo se encontraba completamente oscuro, lo que hizo que me asustara aún más.

— ¿Claire? —Mis padres abrieron la puerta de golpe mirándome de manera frenética.

— ¿Estas bien? —Amy se puso de rodillas a mi lado tomando mi cara entre sus manos.

—Hay… Hay alguien en el balcón. —Murmure evitando en todo momento que mi vista se dirigiera allí.

John se inmediato corrió hasta la ventana y la abrió de par a par para salir al balcón.

— ¿Estas segura hija?

Asentí.

El entro nuevamente y cerró las ventanas negando con la cabeza.

—No hay nadie ahí.

—Se lo que vi.

—Claire, debió haber sido las ramas de aquel árbol. —Señalo el gran pino que había justo al frente de mi habitación, y es que yo había tenido la mala suerte de que esta diera justo al gran bosque que había tras la casa. — ¿Lo ves? No hay de qué preocuparse. —Sonrió.

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