Capítulo dos.

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—Mamá por favor no me hagas esto. —Rogue cuando ella estaciono frente al instituto. 

Luego de habernos instalado definitivamente en la nueva casa, mis padres hablaron sobre lo de pasar mi ultimo año en el instituto. 

Mi negativa no se hizo esperar y es que no es que quisiera parecer una berrinchuda, pero no quería estar en un lugar en el que jamas me había sentido cómoda. 

—Claire, no me hagas parecer la mala en esto, por favor. —Su mirada fue dura pero rápidamente se suavizo. —Con tu padre queremos lo mejor para ti, no puedes estar apartada de todos por siempre. 

—Lo sé, pero si quieres que haga amigos los puedo hacer en cualquier otro lado, no aquí. 

Ya hablamos de esto con tu padre, la decisión la hemos tomado y ya estamos aquí. —Ella suspiro y paso las manos por su alborotada cabellera.— No pasara nada malo. 

—¿Como lo puedes saber? 

—Porque son solo adolescentes. —Sonrio.— Te puedo decir que mi mejor época la pase en el instituto y quiero que tu también la vivas. 

—Vale. —Rode los ojos. 

—¿Jamas has querido saber que se siente convivir con chicos de tu edad? 

—No. —Dije con simpleza. 

Me fulmino con la mirada. 

—Dale un oportunidad a esto, además hable con la señora Hale y ella muy amablemente le dijo a su nieto que te mostrara el recinto. —Dijo con entusiasmo. 

—¿Y como sabré quien es? 

—Oh... —Parecio meditarlo.— Supongo que el se acercara, eres nueva. —Se encogió de hombros. 

Asentí. 

—¿No hay nada que pueda hacer para que cambies de opinión? 

—No.—Sonrio. 

—Esta bien. —Con resignación tome mi bolso. 

—Hija sácate esa coleta, te quedara marcada. —Ella tomo el elástico y tiro de el.— Ya te he dicho que el cabello se ve mejor suelto. 

—¿Como el tuyo? —Trate de ocultar mi diversión ya que el pelirrojo cabello de Amy se basaba en risos voluminosos y desordenados que se esparcían por sus hombros, nada formal. 

—Por supuesto. —Dijo con orgullo. 

Reí y abrí la puerta para salir del pequeño cacharro que ella había conseguido ya que John ocupo el automóvil para trabajar. 

—¿Quieres que te acompañe a la oficina del director? —Sonrio bajando el vidrio. 

Hice una mueca. —No te ofendas pero creo que no es muy "genial" —Hice comillas con mis dedos.— Que tu madre te vaya a dejar a la oficina del director como a una niña.

—Oh vale. —Pareció decepcionada.— Tienes razón. —Sus ojos se cristalizaron. 

—Mamá... —Musite, de pronto sintiéndome la peor hija del mundo. Ella tenia ese poder de hacer sentir mal a cualquiera con solo una mirada.

—No, no, esta bien. —Sonrio con melancolía.— Es solo que me emociona ver lo rápido que has crecido. —Se abanico con su mano. —Pareciera que fuera ayer cuando... 

—No sigas. —Reí.— Me ha bastado con lo sentimental que se ha puesto John hoy en la mañana. 

Rió. —No lo puedes culpar, el siempre ha sido blanducho con estas cosas. 

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