8. Meses juntos

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Esa tarde soleada Yuuri acababa de cumplir 8 meses de edad y era el segundo mes que tenía viviendo en la mansión Nikiforov, todo estaba yendo como de costumbre, como todas las tardes jugaban con algunos muñecos de peluche hasta que por fin el esfuerzo de ambos rindio frutos ya que de la nada Yuuri pronuncio el nombre de Víctor de una manera más cariñosa llamándolo "Vita" pues había letras que seguía sin poder articular.

Sin embargo aquel gesto fue suficientemente dulce para conmover al alfa al grado de llegar a derramar lagrimas de felicidad mientras comentaba que nadie le había llamado con un apodo tan hermoso en toda su vida. Dejaron los jueguetes de lado y el mayor se concentro en abrazar dulcemente al pelinegro agradeciéndole una y otra vez por ser tan lindo y pidiendo repetirlo nuevamente más para tener la oportunidad de grabarlo con su celular, la emoción que sentía era inmensa por lo que quería guardar aquel momento para la posteridad, la escena en si misma parecía bastante tierna para Yuko quien estaba junto a ellos cuando la primera palabra del neko fue pronunciada sin embargo oculto su felicidad tras sus manos dejándolos disfrutar de la situación.

Ver al joven amo de la casa tan fascinado con algo pequeño y a la vez sencillo le llenaba de alegría, para ser sinceros esta nueva faceta del chico le parecía sincera y real. Llevaba tiempo trabajando en el hogar de la familia pero nunca había visto una situación similar, a pesar de que la mayor parte del tiempo el alfa era amable con todos algo parecía mantenerlo alejado del resto como si una muralla se levantara a su alrededor, pero en los últimos meses parecía que esa barrera se volvía nítida argumento en el que coincidía con su esposo y la pareja de betas japonés.

Las cosas estaban marchano muy bien, a pesar de que la señora Makeyla y Víctor no mantenían comunicación directamente la mujer alfa dejaba un espacio en su apretada agenda para marcar todos los días a la residencia y de esta manera enterarse de las novedades que sucedian en su hogar mientras se encontraba del otro lado del mundo, aunque su prioridad real era preguntar por su hijo y el trato que Yuuri recibía de él. La primera vez que la mujer supo de la buena relación de ambos lo puso en duda un segundo pero su intuición de madre le dictaba que entre ellos había algo más, una conexión, un vinculo invisible que los uniría desde el momento en que estuvieran juntos.

Cada día ella o Hiroko respondian a sus llamadas y le contaba del crecimiento del japonés además de enviarle fotos para que pudiera verlo por lo menos de esta manera, también le enviaban algunos videos pues aunque estuviera lejos quería mantenerse lo más informada posible de todo, esta comunicación se mantenía en total secreto para el platinado por indicaciones de la señora ya que no quería que su hijo se sintiera observado o presionado, lo que menos buscaba era tensar aun más su relación por eso prefería estar en las sombras, durante el primer mes la ropa y productos de uso diario para el japonés fueron elegidos y enviados por la mujer.

Makeyla estaba tan feliz de tener a alguien a quien consentir de esa manera ya que llevaba años sin poder hacerlo con su propio hijo, Yuuri jamás remplazaría al alfa y tampoco buscaba hacerlo pero aun así ese pequeño despertaba un sentimiento de calidez en su pecho como si de su segundo cachorro se tratara. Desde el primer momento en que tuvo a Yuuri en sus brazos y se perdió en ese par de ojos chocolatosos prometiéndose a si misma cuidar y darle todo el amor que estuviera en sus manos a ese pequeño e inocente ser.

El par de empleadas conocían la personalidad alegre de su ama por lo que estaban completamente seguras de que esta día estallaría en felicidad cuando supiera que Yuuri empezaba a hablar y aun más cuando se enterara que la primera cosa que salió de los labios del lindo neko fue el nombre de Victor, lo cual no era nada raro dada su cercanía desde que la alfa había salido de viaje. Para conmemorar el momento Yuko aprovecho para tomar una foto que más tarde enviaría a la rubia.

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