❥Capítulo Tres.

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𝐏𝐚𝐫𝐤 𝐉𝐢𝐦𝐢𝐧.

Jungkook yacía acostado plácidamente en el sillón de la lujosa casa, buscando algo entretenido en la televisión para poder pasar la tarde pero simplemente toda la programación era una porquería total.

Hyuna preparaba una ensalada para el chico mientras éste descansaba. Últimamente lo está mimando a sobre manera y la razón era simple. Jungkook ya tenía casi los veinte años cumplidos, y Hyuna, la semana pasada, se enteró por los labios de Min Kyung Hoon que la madre del chico murió unos meses después de que secuestran al muchacho.
Simplemente no fue capaz de decirle algo al chico, sabía que abriría una herida que ya había cerrado pero que solo faltaba cicatrizar, no quería ver el dolor en los ojos de Jungkook, no otra vez. Aquel día Jungkook no trabajaría, era jueves y sus turnos daban inicio hasta el día siguiente por la noche, por lo que Jungkook podía pasar el resto del día gastando tiempo para sí mismo.

La ensalada fue dejada frente a él junto con diferentes tipos de aderezos para poner al gusto. Debía admitir que las ensaladas no eran de sus platillos favoritos, pero debía comerlas para mantener la buena figura que los hacía ganar miles de dólares. Hyuna se postró frente a él con una sonrisa nerviosa e impaciente al mismo tiempo.

— Jungkookie~.— canturreo
Fue entonces que el castaño sabía que algo estaba mal, por lo que alejó el tenedor de su boca y la miró con un rostro lleno de sufrimiento puro.

— Ay no, ¿Ahora que pasó?

— Anoche un cliente agredió a Lisa, no fue nada grave pero debe descansar por lo menos hasta el próximo martes, y ella era la estrella de esta noche. Min me pidió que te avisara que deberás ir para cubrirla.—; explicó atropelladamente, quedándose sin aire al terminar.

Vió como Jungkook inhalaba aire con profundidad y cerraba los ojos, intentando mantener la mente centrada para poder ignorar el hecho que su último día de descanso no podría terminar como a él le gustaría.

— No tengo otra opción.— habló y mostró una de sus mejores sonrisas falsas.— Ahí estaré, noona.

La mujer agradeció con una sonrisa y besó su mejilla con cariño para dejarlo solo con sus pensamientos y su comida recién hecha.

Pasaron unas cuantas horas cuando Jungkook comenzaba a dormitar en el sofá después de intentar ver uno de los aburridos programas de televisión. No fue hasta que sintió un peso caer sobre él de una manera brutal que logró despertarlo de inmediato.

— ¡Hola Jungkook! — gritó en su oído.

No podía ser nadie más que Yoongi.

— Hoy desperté y después de estar horas sin hacer absolutamente nada, decidí que quiero hacerlo para matar el tiempo, ¿Qué dices? Recuerda que puedes negarte y en todo caso de hacer eso, tendrás que hacerme un espacio en este sofá para dormir junto a tí por lo menos.

Y la respuesta de Jungkook fue tirarlo del sillón hasta que fue a dar penosamente al suelo, y giró para iniciar su profundo sueño nuevamente.
— Un 'no' habría bastado.

Jungkook aún así sonrió en dirección al pelinegro, haciendole un espacio en el cómodo sillón y golpeando su palma en la superficie acolchada, invitando a Yoongi a dormir junto a él. El pelinegro subió hasta quedar recostado junto a él, abrazándolo y pegándolo más a su torso.

— Yoongi...

— Dime.

— ¿Puedes cantar 'Suave Kitty'?

Suave Kitty era una canción infantil que Hyuna aprendió a cantarle cuando era apenas un niño. Aquella suave melodía lograba hacerlo dormir cuando en las noches lloraba sin cesar, ya sea por sus pesadillas o por la necesidad de tener a su madre junto a él.

En algunas ocasiones, Jungkook quedaba dormido junto a Yoongi en aquellas noches que tenían relaciones, y en más de una vez, el pelinegro era despertado por los sollozos del menor, por lo que logró aprender aquella corta canción y Jungkook quedaba plácidamente dormido.

— Suave Kitty, dulce Kitty, linda bola de pelo~.— inició el suave canto, acariciando los rubios cabellos del chico.— Feliz Kitty, dormilona, prr, prr, prr.

Repitió una y otra, hasta que finalmente...Jungkook cayó complemente dormido en los brazos de Yoongi.



∘ ∘ ∘



Había una cantidad considerable de gente aquel día en Central Station, pero no la suficiente a la que Jungkook estaba acostumbrado. Kyung Hoon le dió la bienvenida con una sonrisa rápida y el castaño rápidamente fue a cambiar su vestimenta a la ropa que se usaba en el prostíbulo; unos diminutos shorts que dejaban mucho a la imaginación de todos, acompañado de un negro de mangas largas que dejaban a la vista sus clavículas.

Aquel lugar yacía lleno en mayor parte por hombres de edad notable, había uno que otro turista y algunos grupos de amigos que solamente disfrutaban de la noche.

Jungkook salió al escenario, recibiendo cantidad infinita de silbidos y piropos que ignoró como siempre. La música comenzó a sonar y junto a ella, el cuerpo de Jungkook inició un vaivén rítmico que volvió loco a más de uno. Se acercó al largo tubo en el centro del escenario, deslizándose con lenta suavidad para crear aún más sensualidad a sus movimientos.

Varios sujetos lanzaban vulgarmente billetes al escenario, llegando a tapizar el suelo con puros dólares, incluso hubo algunos que intentaron acercarse al lindo bailarín y colocar directamente el dinero entre los shorts de Jungkook, sin embargó la seguridad que el prostíbulo daba a sus bailarines no se los permitió.
La canción finalizó y los aplausos y silbidos no tardaron en escucharse con mayor volumen, Jungkook solamente les dirigió una sensual mirada y prosiguió a recargar su cuerpo en el tubo, esperando dar inicio a la más famosa rifa.

— ¡Caballeros! Damos inicio a nuestra rifa de la noche. Recuerden que el mejor postor será el ganador de una noche con nuestro fabuloso Doll Jeon. ¿Quién quiere iniciar?

Los números comenzaron a hacerse escuchar, gritando desde un número tan bajo que hacía reír a Jungkook, hasta un número más grande que podía mantenerlo satisfecho.

— ¡3,000 dólares! — retumbó el gritó en todo el lugar. Ambos, tanto como Jungkook como él gerente, observaron al chico de lujoso traje en el fondo del lugar. Se puso de pie y caminó lentamente hasta quedar frente al escenario en dónde Jungkook lo miraba sin interés.— Denme al chico, saben que no tendrán una oferta mejor.

Después de unos cuantos segundos en donde esperaron que alguien más diera alguna cifra mayor, Jungkook bajó con calma hasta donde iniciaba el pasillo de las habitaciones privadas del club.

— Park Jimin.— se presentó con una resplandeciente sonrisa.

Jungkook lo miró sin parecer sorprendido. Era de los típicos chicos que visitaban el club, seguramente se trataba de un niño de papá, malditamente rico y con un puesto asegurado en alguna empresa de alto rango social y económico. Tenía esa clase de poder en el que podía adivinar cómo eran los hombres con los que tenía sexo, y en su mayoría, acertaba.

— No me interesa.— jaló al chico de la corbata y lo guío hasta una habitación, sintiendo como las manos de Jimin se amoldan a su cintura y comienza a dejar un sin fin de húmedos besos en su cuello.

La noche apenas iniciaba.

Central Station (Jikook)[Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora