I.Una ventana en París.

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Otro tarde gris, pronto empezará a llover, típico de Francia. El clima está refrescante y el viento que entra por una de las ventanas de la oficina acaricia mi rostro y despeina mi cabello negro, realmente no me siento con ganas de hacer nada más que quedarme sentado acá, observando la emblemática torre Eiffel a través de las persianas de madera. Estamos en un tercer piso por lo que la vista desde la ventana no deja de que quejarse.

Supongo que así pasaré mi verano entero. No estaría mal, pero no tendré anécdotas que contar cuando inicie el tercer año de la prepa al finalizar las vacaciones. Pero así es la vida...

Mientras vegeto en el cómodo sofá rojo que varias veces me ha servido de cama, mi padre se encuentra, como de costumbre, sentado frente a su buró, sumido en otro de sus casos. Siempre es igual, su rostro marcado por la falta de sueño, sobre su escritorio dislumbro siempre el mismo paisaje, montañas archivos, un mar de anotaciones y una taza de café que es lo único que evita que caiga de sueño. Detrás de él, otra ventana tapada, esta por una pizarra en la cual se hallan fotos que a cualquier persona no acostumbrada le revolverían el estómago. Imágenes sobre las escenas del crimen del caso que está investigando, un asesinato en serie esta vez. Tras una semana trabajando ha avanzado más de lo que lo ha hecho el incompetente cuerpo de policía de la ciudad. El viejo es investigador privado hace 12 años, desde la muerte de mi madre. El único caso que aun no ha logrado resolver, un sádico asesino en serie.

En aquellos días mis padres eran oficiales de la ley e investigaban una serie de asesinatos que ocurrían en la ciudad. El recuerdo aún está vivo en mi mente como si hubiese sido ayer. Esto se debe a que presento un peculiar trastorno de la memoria llamado hipermnesia. Los recuerdos se guardan en mi memoria por años de manera involuntaria. Es algo que me ha sido bastante útil pero ahora no viene al caso.

—¡Listo, caso resuelto! — exclama mi padre desde su rincón mientras recoge sus notas apresurado. — Voy a la Central de Policía a entregar la investigación para que arresten a este rufián. — me dice con cierto rostro de satisfacción, realmente le gusta resolver casos y es bastante bueno en eso — ¿Me acompañas?— me preguntó.

— Creo que pasaré de eso. El día está hermoso para quedarse en casa. — le respondo con una expresión de tedio y agotamiento.

Aunque soy bastante atlético no soporto hacer nada que pueda evitar, supongo que se puede decir que vivo por la ley del menor esfuerzo.

Mi padre salió apresurado hacia la Central. Al salir la puerta golpea la campanita que cuelga del marco que avisa de la llegada de un cliente.

Su salida es seguida por el inicio de la lluvia, de repente rompió en lágrimas el cielo, como si la campana hubiese atraído la lluvia. Noto que él, apresurado, olvidó agarrar un paraguas. Agarro uno que se encontraba colgado a un costado de la puerta y me paro en la ventana, la abro, lo busco con la vista. ¡Ahí está! Parado frente a la cafetería que se encuentra en la primera planta del edificio donde se encuentra la oficina.

—Se te olvida esto. — le grito mientras le lanzo el paraguas desde la ventana.

—Oh, gracias hijo. — me responde con una sonrisa mientras agarra el paraguas. Lo abre, se da la vuelta mientras hace un gesto de despedida con la mano izquierda y se va corriendo a buscar un taxi.

Es un hombre bastante activo. A pesar de tener 40 años mantiene la energía de un adolescente. Su físico tampoco es el de una persona mayor y su cabello y bigote, oscuros y siempre peinados lo hacen bastante popular entre las mujeres de la ciudad.

Cierro la ventana y vuelvo a mi cómodo sofá. Mientras me siento noto como la lluvia se hace más fuerte.

Mientras mi padre va a entregar los resultados de su investigación me quedo en casa leyendo "Un Estudio en Escarlata", la primera novela de Sherlock Holmes. Me apasiona la lectura y sobre todo las novelas policíacas. A pesar de que la obra me reaulta sumamente interesante empiezo a sentir como el sueño me va venciendo, mis ojos café se van cerrando poco a poco, definitivamente voy a caer dormido. Quizás haya sido por el viento suave que entraba por la ventana o por el sonido de la lluvia cayendo. Me acomodo listo para reposar, coloco el libro sobre mi rostro y en cuestión de segundos caigo rendido ante el cansancio.

Rouge(BORRADOR)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora