VIII

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— ¿Y bien? — preguntó al pelirrojo, antes de dirigir la mirada a su alfa. — ¿Decirme qué?

— Nada importante — evitó mirarlo a los ojos —, ¿A qué venías? La cena aún no está lista.

— Denki quería un poco de agua, pero...

— Ah, yo le llevo el agua Todobro — tomó una botella con agua del refrigerador y salió a paso veloz de la cocina.

Katsuki negó y soltó un: — ayudante más inútil.

— Kats, ambos sabemos que Eijiro salió por que nos quiso dejar solos, así que habla ¿Qué debes decirme?

— Ya te dije que no es nada, bastardo, no seas terco.

— ¿Es sobre las amenazas que te han estado haciendo...?

El alfa dejó de hacer lo que estaba haciendo y miró a su omega fijamente, la pregunta que sus labios no formulaban la transmitía su mirada.

¿Cómo lo sabes?

Shoto sonrió. — Soy tu esposo, Katsuki, estuviste raro desde que llegaste de tu viaje de negocios. Además de que llegó un mensaje de ellos mientras jugaba Tom en tu celular.

— No puedo esconderte nada ¿Verdad? — sonrío triste, a él realmente no le gustaría que su omega salga herido, mientras se acercaba a darle un apretado abrazo a su esposo, el cual fue correspondido de inmediato. — No quería que te preocuparas por eso, no quiero que salgas lastimado. Si les pasara algo a Katsu o a ti no me lo perdonaría jamás.

— Lo sé, mi amor, lo sé — acarició con lentitud los cabellos rebeldes de su alfa —, pero entiende que yo estoy contigo y lo estaré siempre — dejó un tierno beso en sus labios. — Bien ahora que ya aclaramos eso, te ayudare a terminar la cena.

Katsuki soltó una carcajada. — Ah no, bastardo, eso si que no. Terminara todo en un desastre como el de la comida.

— Vamos Kats, deja que tu lindo esposo te ayude.

— ¡EY, DIJE QUE NO! ¡SHOTO!



<3



Al terminar la cena Eijiro y Denki estaban por marcharse, más Katsuki insistió en que ya era muy tarde y era mejor se quedaran a dormir esa noche, a lo cual accedieron debido a la situación con el rubio cenizo.

— Oye, bastardo.

— ¿Qué pasa Kats, no puedes dormir?

— Algo así — intentó no verse tan aterrado como realmente se sentía.

— Te preocupa que nos pueda pasar algo ¿No es así?

— Claro que si bastardo, ustedes son mi maldita familia y a la pareja de idiotas igual los estimo lo suficiente — confesó mientras soltaba feromonas cargadas de preocupación.

— Amor, tranquilo — susurró el omega, acercándose aún más a su alfa para que lo pudiera sentir, que lo pudiese oler —, por lo que nos contaste ya pusiste la demanda y contrataste seguridad para la casa y cuando Katsu tenga escuela. Tu estas con nosotros y no hay nadie que pueda protegernos mejor que nuestro alfa, el alfa con el que me case, el padre de mi cachorro — dijo entonces, soltando sus feromonas para tranquilizar a su alfa, y este enterró su nariz en el cuello pálido para aspirar mejor el aroma caramelo de fresa que desprendía, tan dulce, tan hermoso, tan suyo. El alfa comenzó a calmarse y sus feromonas se estabilizaron, ya no olían a preocupación, tenían su olor natural a pino y madera tan propio de él, y Shoto amaba ese aroma. Sin darse cuenta ambos cayeron dormidos entre sus aromas, abrazados como si nunca quisieran soltarse.

Mi lindo esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora