VICTORYA

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17 de septiembre

VICTORYA

—Es injusto que no quieran acompañarme —replico por el auricular del teléfono mientras miro a través del espejo cómo la estilista termina de darle los últimos toques a mi cabello. Está siendo vigilada por la mirada juzgadora de mi madre desde el otro extremo del salón de belleza; yo en su lugar, estaría nerviosa—. Es irritante tener que venir con mi madre y sus amigos al evento. No me malinterpreten, los eventos como tal son increíbles, pero no la compañía —susurro.

—Es nuestro primer fin de semana aquí. Vic, las clases comienzan el lunes. Donna no ha dejado de revolotear como loca alrededor de la casa intentando poner en práctica una especie de terapia rara que el psicólogo le mandó a hacer para luego limpiar cada pequeño rincón, aunque ya lo haya hecho antes y yo todavía tengo que desempacar y debo comprar un bolso nuevo porque... —Puedo imaginármela con un moño todo desarreglado en la parte alta de su cabeza y un pijama que es el doble de su talla. Siempre le digo que no use ropa tan holgada, necesita dejar de ser tan desastrosa con su aspecto y comenzar a resaltar su belleza. Donna es recatada en ese asunto, porque no le gusta andar desaliñada.

Al menos mis habilidades de persuasión funcionaron con una.

—Vas a estar bien —Suena muy alegre y convencida—. Es solo una noche y te vendría bien pasar tiempo de caridad con tus padres ahora que están aquí.

—Solo estará mi madre —corrijo—. Mi padre está en Italia firmando un contrato.

—Bueno, pues... —guarda silencio por un momento—: ¡Aprende a convivir con tu madre! Tu tía está es mucho más loca e intensa y te llevas muy bien con ella —exclama y por el sonido que hace, sé que está intentado reprimir una carcajada.

Resoplo.

Mi tía no quiere controlar cada minuto de mi vida.

—No puedo prometer nada —Ruedo los ojos, aunque sé que no puede verme.

—Solo no le hagas caso a lo que te diga ¿Está bien? —Mientras espera mi respuesta escucho como le grita algo hacia alguna parte de la casa. No quiero ni imaginarme la locura que estará haciendo Donna.

—Cuida a Summer, por favor, no dejes que Donna quiera bañarla otra vez con ese Shampoo que le da alergia —imploro, recordando la mirada asustada de mi gata. Sus ojos azules estaban muy irritados y tuve que llevarla al veterinario porque el enrojecimiento no se le quitaba después de varias horas.

—No te preocupes, creo que ya entendió que no puede ensuciar donde Donna esté limpiando —Eso es cierto, ahora cada vez que la ve con algún producto de limpieza y un cepillo en la mano sale volando en dirección contraria.

—Nos vemos más tarde —Finalizo la llamada al tiempo que observo mi reflejo; mi cabello rubio está recogido de lado con ondas bien trabajadas para que parezcan naturales, con pequeños destellos de luz que realmente me encanta.

La teoría de 3+1 [DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora