VICTORYA

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7 de octubre

VICTORYA

—Summer ¿Crees que esté mal en querer volver a verlo? —Mi gata de ojos azules me observa hecha bolita desde la esquina de mi cama—: Tienes razón, yo tampoco lo creo.

Les comenté a las chicas sobre la cita a ciegas que mi madre y los padres de Donnan nos organizaron; les he dado algunos detalles de él sin decirles el nombre porque conociéndolas lo investigarían de inmediato, como ha pasado anteriormente. Es una especie de manía que tenemos las tres, pero es para cuidarnos la una a la otra; mucho menos, les he dicho que me muero por volver a verlo.

Y no sé qué pensar respecto a eso.

Nunca creí que existía el amor a primera vista. Hasta hace muy poco pensaba que era imposible querer a alguien de verdad con solo ver a esa persona un par de veces. Todo, hasta que conocí a Donnan Preston.

Si Donna me escuchara, me diría que estoy loca y que deje de fantasear con alguien a quien apenas conozco. Por otro lado, Avril me incitaría a que le diera más detalles.

Doy una larga zancada y me dejo caer sobre la alfombra a solo unos centímetros de la esquina donde Summer intenta que nadie perturbe su sueño. Apoyo un codo sobre la esquina del colchón para sostener mi cabeza mientras que acaricio su esponjoso pelaje con la otra. Un ronroneo me saca una sonrisa y acaricio con mi dedo pulgar el punto medio entre sus orejas.

De pronto, me encuentro imaginando a Donnan imitando mi gesto mientras sus dedos chocan con los míos.

Sacudo la cabeza.

—Summer, necesito ayuda —El gato entreabre un ojo—. Tienes suerte de que tu novio se haya quedado en Nueva York. Pero estoy segura de que habrá un hermoso gato californiano por ahí.

Sí, es californiano como Donnan...

Sonrió de lado sin separar los labios. Volteo a ver la pila de productos a los que aún tengo que hacerles una reseña en Instagram; algunos los compro yo, otros, me los envían en las que soy embajadora para que comente sobre ellos en mis redes sociales.

Quince minutos después, me siento sobre la silla del escritorio con una mascarilla hidratante de aloe vera y aguacate con aceite de jojoba que huele delicioso y enciendo mi laptop para comenzar a organizar las próximas publicaciones de la semana al tiempo que voy clasificando los productos.

Avanzo con rapidez organizando todo; sin embargo, una hora y media después, mi concentración es interrumpida por una llamada en mi celular. Observo el nombre en la pantalla y por inercia lo aparto al verlo.

Existen dos únicas opciones para que Emilia Moon me esté llamando a esta hora; la primera es para decirme que quiere verme mañana a primera hora y la segunda; es para que haga algo por ella.

La teoría de 3+1 [DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora