Elena
Hola New Haven.
Nueva ciudad, nueva vida, ¿era así no?
O por lo menos es lo que dice la gente, aunque aún no se quien lo dice. En fin.
Ahora estoy de camino a mi nueva universidad, Yale. No puedo decir como muchos otros, que desde pequeña fue muy sueño asistir a esa universidad, pero sí desde hace algún tiempo. Y aunque nunca he estado tan lejos de mi familia, y eso me aterra, estoy emocionada. Porque por primera vez podré ser yo, y no quien se supone que debo ser.
A medida que me voy acercando a la entrada del campus, se pueden ver familias y más familias, despidiéndose. Una vez llego a la zona residencial, la cual es mucho más grande de lo que creía, pago al señor de taxi y me bajo del coche.
Hay varios edificios rodeando un gran y hermoso jardín, este tiene diferentes caminos que llevan a los diferentes edificios residenciales. En el centro del jardín hay una carpa enorme, en ella se encuentran varias personas, que supongo pueden ayudarme.
Hay varias colas, de novatos como yo, frente a las mesas donde se encuentran sentados alumnos que supongo que son de cursos superiores. Avanzo hasta la cola que, según el cartel, es para registrarse, y espero paciente.
Cuando es mi turno me dispongo a acércame al chico que está detrás del mostrador, dispuesto a tenderme. Pero una chica se me cruza y se cuela, ocupando mi turno.
- Perdona es mi turno, ponte en la fila como todos - le digo mientras me pongo a su lado para que me vea.
- Alex, dame mi llave - me ignora y me da un leve empujón para que me aparte.
Me permito observarla durante una milésima de segundo, es rubia, seguro de las oxigenadas. Su ropa... bueno si se puede llamar ropa, usa un top super pequeño y ajustado, también lleva unos shorts tejanos con los que se le ve hasta él alma.
- Tania - dice el chico del mostrador - ponte en la fila como las demás personas civilizadas, y no me hagas perder el tiempo.
- Porfis, hazle un favor a tu cuñadita - dice ella mientras hace un puchero intentando lucir tierna, pero resulta todo lo contrario.
- Déjate de tonterías, no eres, ni serás mi cuñada nunca. Que tengas encuentros casuales con mi hermano no te otorga ese título y por favor colócate en la fila - dice el con fastidio.
Ella está a punto de replicar, pero se gira hacia su derecha, donde me encuentro yo y mira por encima de mi hombro. Imito su movimiento y me encuentro a un chico, que observa la escena con una expresión de cansancio e irritación.
Él es mucho más alto que yo, su cabello es marrón chocolate y tiene los ojos negros. Su piel está bronceada, resultado de lo que supongo que son horas tomando el sol. Sus rasgos faciales son masculinos y finos, aparte de su cuerpo atlético que podría volver loco a cualquiera.
El me evalúa también por unos pocos segundos, pasando su vista desde mis pies hasta mi rostro, pero su expresión facial no varía.
La chica de antes me empuja y salta a sus brazos como si fueran una pareja de recién casados. Él pone una mueca de disgusto y la aparta rápidamente de su lado.
- Hola amor - saluda ella y por lo que puedo observar este chico será su supuesto novio y el hermano de Alex.
- Déjate de tonterías Tania, me tienes cansado, en serio - dice él y se gira para hablarle a su hermano - necesito las llaves del coche, he quedado con Tobías y los chicos para ir a tomar algo.
- Claro - responde Alex y busca las llaves en sus bolsillos.
- No te pongas así amor, tú sabes que estamos hechos el uno para el otro. Ya sabes tú, yo – dice acercándose seductoramente al hermano de Alex - en mi cama, pasando el rato...
ESTÁS LEYENDO
IKIGAI
RomanceY ambos estando sentados en la orilla del mar, vemos una estrella fugaz pasar. Esta se abre paso de una forma preciosa, atreves del cielo. - Si pudieras pedir un deseo a esa estrella fugaz, ¿Qué pedirías? - No sé si pido mucho, igual sí, no lo sé...