Cap - 5

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Elena

- Hola, me gustaría un...

- ¿Un americano mediano para llevar? - me interrumpe el chico tras la barra de la cafetería.

- ¿Cómo lo supiste? - le pregunto un poco asombrada - pero sí, me gustaría eso.

- Me es fácil recordar el pedido de los clientes habituales - dice preparando mi bebida - aún más cuando prácticamente vienen casi todos los días, y piden siempre lo mismo.

- Tiene sentido - le digo sacando el dinero de mis pantalones, y dejándolo en el mostrador.

- Aquí tienes - dice entregándome mi café.

- Gracias - le respondo a la vez que me alejo para salir del lugar.

Una vez fuera, me dirijo hacia la zona de la biblioteca. Ya me resulta un hábito bastante común el hecho de sentarme en el césped a dibujar. Generalmente no tengo ideas ya pensadas, simplemente observo.

Me gusta ver como todo a mi alrededor tiene vida y se mueve, como los diferentes estudiantes y profesores van de aquí para allá. De cómo cada uno es el protagonista de su propia historia, y los demás somos personajes secundarios.

Y luego de observar, trato de captar la esencia de aquellas personas. Basándome en que es lo que hacen, sus gestos, o apariencia.

Cuando llevo más o menos, una media hora dibujando. Veo como delante de mí aparecen unos zapatos, levanto la vista y me encuentro con Marcos.

- Hola enana - saluda mirándome desde arriba.

- Hola Marcos - digo con un suspiro al escuchar que se dirige a mí con ese mote.

Me sonríe divertido, y luego se sienta frente a mí con sus piernas cruzadas. Lo veo dejar a un lado su mochila, y trata de ver mi dibujo. Pero aparto la libreta rápidamente.

- ¿Qué dibujas? - pregunta curioso.

- Nada

- Ajá - me responde a la vez que se reclina hacia atrás.

Durante unos segundos nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos, y no puedo evitar sentir como su mirada me atrapa, tratando de arrastrarme a algo. Pero no logro descifrar a que.

- Pasas todas las tardes en la biblioteca - digo intentando romper el incómodo silencio.

- Wow, no sabía que me vigilabas - dice divertido - y tu todas las tardes en este lugar, dibujando y con tu café.

- ¿Ahora quién vigila a quién?

Él ríe, y puedo jurar que su sonrisa es hipnotizadora. Es varonil, y muy sensual, pero con un toque tierno, pues al hacerlo aparecen unos pequeños hoyuelos. No entiendo como no los había notado antes.

- Tierra llamando a Elena, tierra llamando a Elena - comenta divertido moviendo la palma de su mano frente a mí - Sé que soy hermoso, pero te has quedado embobada.

- No puedo respirar - digo mientras llevo mi mano a mi pecho, inmediatamente su cara se  inundada por la preocupación.

- ¿Estás bien? - pregunta acercándose más a mí.

- Aléjate - digo poniendo una mano en su pecho - ¡tú ego me asfixia! - dramatizo.

El comienza a reír nuevamente, y esta vez se tumba en el césped, con las manos sobre su estómago. Y no puedo evitar reírme yo también, cuando termino de reír siento que me duelen las mejillas de hacerlo.

- Muy ingenioso de tu parte - dice incorporándose.

- Gracias - respondo a la vez que comienzo a guardar mi material de dibujo.

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