Cuarto Día en la Isla de Henheim

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Entrada número 3:

Sólo me quedan dos barras energéticas y medio litro de agua. A partir de ahora todo se pondrá un poco más difícil.

Hace dos días escribí aquí por última vez.

Lo ví.

El demonio sin rostro. Lo ví.

Era más grande de lo que imaginaba, sus brazos podrían romper con facilidad el cuello de quien se cruce en su camino. Sólo imaginarlo frente a Takato-San me hizo hervir la sangre. No pude estar ahí para él entonces.

Primero escuché sus pasos recorrer la isla. Creí que sería algún animal, así que intenté seguirlo.

Luego fue el olor. Si tuviera que describirlo en una sola palabra, sería putrefacción. Carne muerta hace años. Sin embargo, el olor a sangre fresca seguía siendo fuerte. Es seguro que estará cerca de donde encuentre animales.

Por último, fue su presencia. Un sentimiento profundo de dolor, el cual paralizó mi cuerpo entero por algunos segundos. Lo único que podía hacer era observar en silencio y rezar por que no me viera. Es cierto lo que dijo Takato-San, su nombre no da palabra a lo que es realmente.

No sé si me habrá visto en ese momento, pero es seguro que para ahora ya sabrá que hay alguien aquí. Es cuestión de tiempo antes de que me encuentre.

No puedo dormir, podría ponerme en peligro si lo hago. Los descansos son pocos, pero aprovecho lo que puedo. Justo ahora me encuentro en las montañas. Desde aquí alcanzo a distinguir un poco de la luz del cielo, pero sigue sin ser suficiente. Está cubierto por completa neblina, un punto muerto entre la lluvia y el silencio. Trabajé años atrás en una isla abandonada, pero esto es otro nivel.

En momentos así, donde siento mi corazón latir con fuerza y mi boca secarse, pienso en él para calmarme. Se molestará conmigo si no vuelvo a tiempo, debo dar mi máximo esfuerzo.
No es tiempo de dormir.

Escribí un poco sobre las primeras semanas de Takato-San viviendo conmigo, así que ahora escribiré del primer mes.

Takato-San no es una persona fácil, eso me quedó claro desde el primer día.

Es como cuidar de un gato.

Es independiente y orgulloso, pero sigue necesitando de ayuda. Le cuesta trabajo pedirla, así que siempre estoy atento de sus expresiones. Normalmente mira a ambos lados, comienza a mover un poco su boca (como si practicara lo que está a punto de decir), y da pequeños círculos. Es tan tierno.

"¿Necesitas ayuda, Takato-San?"

Pregunto, y siempre (sin falla alguna) da un salto asustado, mostrando una expresión de alivio tras ello. Se le dificulta preguntar por las cosas más pequeñas, como la ubicación de la sal o de los cubiertos. A pesar de ello, una vez aprende algo lo lleva consigo de por vida. Es bastante inteligente, no está hecho para vivir el resto de su vida encerrado en la casa de un desconocido.

Hace un mes le pregunté si planeaba volver a actuar.

"¿No has visto mi rostro?" Fue todo lo que contestó, continuando con su bebida.

No quiero insistir mucho con el tema, pero no puedo evitarlo. Hay algo dentro de mí que desea verlo en acción, dando todo de si mismo justo como está acostumbrado. Él no ve belleza en sus cicatrices. No ve lo que yo veo.

Cuando miro su rostro, no sólo pienso en una persona hermosa, pienso en alguien que ha visto a la muerte a la cara y ha sobrevivido con sólo un par de rasguños. Es admirable, en verdad. ¿Cómo puede ser tan diligente a la vida, estar tan aferrado a demostrar su valor? Nadie está viendo ahora, ¿por qué no puede sólo relajarse? Lo merece. Si hay alguien que merece poder vivir una vida pacífica, es él.

Investigué un poco sobre ello. Takato-San no lo ha notado, pero he reemplazado cada crema de la casa con productos para ayudar a difuminar las heridas. Tomará tiempo, pero es algo. También comencé a ahorrar en caso de que deseara una operación (la idea no me gusta mucho...) pero seguro se niega. Su orgullo no se lo permitirá. Sobre su ojo... está la opción de conseguir un reemplazo, lentes de contacto u operación (lo cual tampoco me gusta en este caso).

Me emociona sólo pensar en ello. Una vez las cicatrices no sean tan visibles, podrá maquillarse un poco y volver a la sociedad.

Es triste, pero por lo que me contó, ese es el motivo por el cual quedó viviendo en las calles.

"¿Qué negocio querría contratar a alguien como yo?" Dijo. En ese momento consideré seriamente abrir mi propia cadena sólo para probar que se equivocaba. Detesto la mirada en su rostro cuando habla de ello. Pasó por cada lugar que ofreciera empleo en la ciudad, pero ninguno lo aceptó. Sin hogar, papeles o récord es prácticamente inexistente. Nadie sabe quien es realmente.

Eso cambiará pronto.

Ha sido suficiente por hoy. Escribiré de vuelta mañana. Aún tengo mucho por decir de Takato-San, podría llenar este cuaderno sólo con su nombre, pero quiero saborear cada recuerde antes de ponerlo en tinta. No puedo esperar por volverlo a ver, espero que esté tan emocionado como yo.

Volveré pronto, Takato-San, sólo espera.

El Hombre SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora