-- No tienes nada de que preocuparte, las grabaciones empiezan la próxima semana. Sí, sí, le avisaré, ¿Algo más? Tengo algo importante que hacer.
Cerró el celular tras despedirse, suspirando. ¿Desde qué momento era tan diligente a su trabajo? Se había jurado a si mismo no dejarse llevar por nada ni nadie, sin embargo ahí estaba, nervioso por su nuevo proyecto. Una película de verdad, con un papel protagonista. ¿Cuándo fue la última vez que pudo trabajar siendo el protagonista? Se preguntó, respondiéndose al instante: hace un año, y antes de eso hace tres años. Su primera vez había sido hace siete años en una obra, junto con...
Talló su cabeza, adolorido. No podía recordarlo.
Seguro no le había dejado algún tipo de impacto aquella persona, de lo contrario, ¿Cómo olvidarlo?
Caminó por la acera del parque, cansado. Cada que trataba de volver a ese entonces, algo se lo impedía. Una fuerza empujando sus memorias por el acantilado. Era imposible resistirse ante ello. Quería recordarlo, y no sabía porqué. ¿Por qué le importaba tanto? Todos le decían lo mismo: desde actuar en aquella obra, su actitud había cambiado. No era el mismo, vendiendo su cuerpo por un par de papeles y tomando todo a la ligera.
Como si fuera un llamado del destino, volteó casi por instinto hacia la derecha, encontrando a un borracho recargado contra un árbol. Algunas personas que pasaban por ahí aceleraban el paso, tapaban los ojos de sus hijos o le dirigían miradas de desprecio, sin embargo, pese a no importarle una mierda la vida de alguien más, no pudo apartar la mirada.
-- Hey- gritó, caminando hacia él. No podía detenerse, estaba atado. Quiso convencerse de que aquello era simple curiosidad, pero no era alguien curioso. Por lo que sabía, el borracho podría tener un arma. ¿Por qué no podía parar?
Este levantó la vista, sólo así pudo notar sus ojos. Uno azul, el otro gris. Eran afilados y delicados. Si quitaba el hecho de que no vieran a ningún lado (su mirada parecía estar enfocada en el cartel detrás suyo y no en él) podría, incluso, llamarlos hermosos. Largas pestañas, cuerpo delgado, rostro fino. Si fuera una mujer, seguro la habría invitado por algo de comer. Unos años atrás habría aprovechado que estaba borracho, pero no ahora. Era una persona distinta, más sensible y atenta ante los demás.
Una vez estuvo lo suficientemente cerca, el contrario pareció reconocerlo. Primero exclamó un leve "¿eh?" Acercó su rostro de forma peligrosa al de Ayagi (un poco más y le habría besado) y gritó su nombre, colgando sus brazos alrededor de su cuello.
-- ¡¿Dónde habías estado, desgraciado?!
Dió golpecitos en su espalda, riendo como un viejo encontrando a un amigo por primera vez en años. Era una sensación agradable, encontrar un rostro familiar después de tanto. El último año antes de ser eliminado de las memorias de todos, Takato y Ayagi habían comenzado a expandir su amistad, hasta el punto de salir algunas veces juntos. Junta lo odiaba, claro, pero no interfería entre ambos. Estaban a un paso de casarse, no había motivos para desconfiar. En cuanto a Ayagi, hace años se había rendido con Takato. Seguía queriéndolo, claro, pero jamás lo haría como Junta. Era aterrador sólo pensar en él.
-- Perdona, creo que me has confundido- exclamó, tratando de zafarse. Apestaba a alcohol.
-- Todos estos años, y sigues siendo el mismo solitario, Ayagi. ¿Dónde están tus 100 amigos? No estás cumpliendo tu promesa...
Sonrió, molesto. Acababa de tocarle un nervio.
-- ¿Cómo sabes mi nombre?- murmuró una vez se separó. Su rostro brillaba levemente, ¿Llevaría maquillaje? Ahora que lo veía mejor, también había algunas líneas extrañas por debajo de la capa de pintura, pero no le dió mucha importancia. Supuso que incluso una persona tan bella tendría imperfecciones por ocultar.
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El Hombre Solitario
FanficSaijo Takato, el hombre que vive a las afueras de la ciudad con un corazón roto, y una historia por contar. Alguien misterioso, en verdad. Muchos lo toman por loco, otros por un hombre afligido, pero ninguno hace preguntas. No hasta que él aparece.