Sentimientos

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Hizashi Yamada había pasado las dos semanas has complicadas de toda su vida. Aunque complicadas, eran menos dolorosas o angustiantes que las semanas que había estado esperando a Shota en el hospital. Pensar que lo podría perder había sido un golpe tan duro que había decidido olvidar todo el dolor y ese drama tonto del amor no correspondido.

En ese momento, sonaba lógico.

Se suponían que antes de cualquier situación o circunstancia, ambos eran amigos, desde la infancia. Pero, no podía solo opacar todo y seguir como si esa sensación no estuviera allí.

El primer golpe había llegado justo el primer día en casa de Aizawa.

El era justo ese tipo de personas pulcras y minimalistas. No había nada en su casa que no fuera absolutamente necesario. De hecho, juraba que era tan vacío como el reflejo de su melancolía.

En ese departamento, en esa habitación, a la que sólo había entrado un par de veces; encontró el objeto mejor cuidado y aparentemente más importante. Había una foto de Shirakumo, de ellos juntos. Era una instantánea, de esas cámaras Kodak que ahora solo se tienen como objetos vintage. Nunca supo de esa foto y no quiso preguntar ya que ver a Shota sonriendo era algo que no olvidaría.

Y allí estaba él, la persona que tanto amaba, sonriendo con su otro amigo mientras le besaba la mejilla. Ese tipo de fotos, en alguien como Shota, solo tenía respuesta.


Eran pareja.


Se sintió un imbécil. No podía sentirse celoso de alguien que había muerto tanto tiempo atrás, pero si podía sentirte idiota al creer que Aizawa solo lo rechazaba por el meollo homosexual.

No podían estar juntos, eran héroes profesionales y sobre todo hombres

Así le había rotó el corazón, pero en ese instante, lo que pensaba, lo que sentía y que estaba haciendo era completamente discordante. Nada tenía sentido y simplemente quería llorar. Ya lo había hecho antes, pero era egoísta.

Fue mucho lo que necesitó para calmarse ese día y para actuar como si todo estuviera en orden. Al siguiente día fue mucho más fácil. La voz de Aizawa era casi aterciopelada. No hablaba mucho y no pedía casi nada. Aun cuando tropezaba e iba a su cocina a buscar agua trataba de molestarlo.

El héroe trataba de arreglárselas para seguir con su vida, pero el simplemente no lo podía dejar solo. Sabía que su vista era mala y de noche era peor. Imaginaba que Aizawa no veía absolutamente pues pasaba largos ratos en silencio.

El tercer día, lo había tomado de la mano y habían caminado juntos para tomar aire y pasear. Estaban sujetos de la mano paseando y allí, con los cálidos rayos del sol y el paso tan lento entre uno de los jardines mas hermosos, había bajado la guardia.

El había tomado su mano, y sus dedos se habían entrelazado. La sensación cosquilleaba no solo en sus manos, también en su estómago. Podía verlo de reojo y parecía tener la expresión las calmada que jamás hubiera visto. No era esa forma aburrida o cansada, se veía sencillamente tranquilo.


Lo amaba. Lo amaba tanto que dolía


Quería llorar de nuevo, pero había sentido como aquella mano lo sujetaba con mas fuerza, para luego hablarle con esa forma tácita que tenía – Esos helados que te gustan, llévame por uno.

Podía jurar que el ambiente tenía un aroma dulce. Su relación, al menos la amistosa se sentía tan agradable como antes. Hizashi, sabía que era Aizawa quien estaba llevando el ritmo de esa relación y el simplemente no podía hacer nada. Eran frases cortas, pequeños roces y sutiles palabras que, lo tenían nadando en una maldita nube de endorfinas.

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