PasiónEl sonido de su voz, su timbre y hasta el tono en el que llamaba "Sho" era la sensación favorita en su vida. A veces solo le gustaba escucharlo, y eso le regresaba a la vida.
Habían pasado dos semanas, dos largas semanas. Un largo periodo en el cual se adaptaron para vivir juntos.
Aizawa Shota sabía que Hizashi no se iría de su casa pronto, sobre todo con su nueva condición.
Su vista era muy mala, por las mañanas podía ver siluetas con la luz del sol. Podía percibir el dorado y algo mucho más importante, vagamente el verde de sus ojos.
Nunca lo iba a admitir, pero había algo que siempre mantenía en sus recuerdo como un verdadero tesoro, eran sus ojos verdes, y en sus sueños eran perfectos.
Despertar esa mañana abrazado a él, mientras aspiraba el dulce aroma de su colonia era el broche de oro para un sueño con él. Era la segunda vez. La primera, vez el rubio se había escapado.
Justo después del acto, se había puesto los pantalones y había huido como si hubiera cometido el peor de los crímenes.
Abusar de un "semi" ciego, en sus momentos de mayor debilidad y cuando más lo necesitaba. Al menos, así lo había dicho el mismo rubio por la tarde cuando regresó.
Aizawa, sencillamente lo tomó con la misma calma que venía arrastrando después de la batalla.
Quedarse sin vista hacía que todo diera un giro en su vida. Ser un héroe, ya no tenía importancia, no sabía si podría dar clases de nuevo. Lo único que mantenía con cierta importancia, era la salud de Nemuri. Ella había cortado la comunicación con todos y no la culpaba. Pensaba esperar dos semanas más para buscarla.
Solo después de tropezar con un sofá y caer al piso, se dio permiso para pensar en él y su vida personal. Hasta ese momento la mera inercia de la vida lo tenía existiendo.
Pensó en su futuro y...esa declaración que nunca pudo contestar con sinceridad. El amor es algo que nace y se cultiva poco a poco. Es muy diferente a la atracción, lo sabe muy bien. En su vida solo han existido dos personas que de verdad amaba, la primera de ellas, ya había muerto.
Hizashi Yamada, era la tormenta de su vida. De toda su vida, desde que tenía memoria, y desde el momento en el que supo lo que era amor, él estaba allí. Era el caos, que siempre trataba de contener y esconder. Eran mas de 10 años ocultando sus sentimientos.
Y...
Un suspiro, podía sentir la temperatura de su piel, lo acarició. Sus dedos viajaron desde su cintura hasta su espalda haciendo pequeños círculos imaginarios. Hizashi seguía dormido, pero esta vez no pensaba quedarse dormido para que él no escapara.
Pasó sus dedos por su cabello, lo atrapó entre sus brazos. No había confusión, era lógico, el problema era que, hasta ese momento nunca había podido ser claro y, Hizashi tenía todo el derecho de pensar que aquello era un error.
Esa tarde habían hablado toda la tarde sobre esos viejos grupos musicales que el rubio tanto adoraba, luego cambiaron al tema de las compras de esa semana, y finalmente hablaron del correcto acomodo de los muebles para que fuera más sencillo caminar y no tropezar.
Las palabras que salieron después de sus labios, no las pudo contener. Brotaron una tras otra como el mayor desahogo de su vida.
— No quiero vivir sin ti. Puedo, aun estando ciego, puedo vivir sin ti, pero no quiero hacerlo—Después de esa frase, estaba seguro que Hizashi había llorado. Lo notaba por los sonidos que salían de sus labios. Lo supo cuando el beso tenía un gusto salado.
— No juegues conmigo Sho —Ese beso fue más lento. Como lo disfrutaba mas. El rubio estaba sentado sobre sus piernas, mientras él lo tenía atrapado con sus brazos. Los besos, se transformaron en caricias, y las caricias en suspiros.
La primera vez que habían cruzado la línea, Aizawa estaba en la bañera, tratando de buscar el Shampoo. Lo había derramado y el agua en lugar de salir caliente estaba helada.
No tuvo que llamar a Hizashi, el había ido de inmediato después de escuchar el golpe de shampoo contra el suelo.
Ni siquiera reparó en estar desnudo, fue la acción del jabón en el suelo mojado que hizo resbalar a un rubio que había entrado a la ducha precipitado. El agua fría caía sobre ambos, en un espacio reducido donde apenas podían respirar. Tan cerca.
Aizawa recordaba ese encuentro como uno de los roces más eróticos de toda su vida, no había visto nada, pero sus manos habían explorado su piel mientras intentaba levantarse con él de esas baldosas frías. Allí mismo, había recibido con un beso rápido y deseoso. Le arrebató la ropa húmeda, y aún sin la vista, pudo reconocer su cuello, su pecho y sobre todo, hundir sus dedos entre su sedoso cabello.
Nunca se iba arrepentir de ese accidente, mucho menos cuando sus erecciones se habían rozado por primera vez y... supo que no había marcha atrás. La ropa mojada del rubio la habían eliminado de esa ecuación, sin mucha preparación, con hambre y bastante salvajismo el mismo Hizashi se había deslizado entre su erección palpitante. Supo que era más doloroso que placentero, lo notaba en sus gemidos, en los pequeños espasmos de dolor. Lo supo cuando había terminado y su voz estaba quebrada.
La segunda vez, había sido todo lo contrario, habían palabras, y caricias. Había dicho, con un tono suave cerca de su oído la palabra más difícil de pronunciar para el "te amo". Era casi un secreto, pero no decirlo sonaba casi incorrecto y hasta cruel.
Besos, de todo tipo, desde los húmedos hasta los cortos. Besos con las risas dulces de su rubio y otros llenos de pasión.
Hacer el amor, en medio de la penumbra le dejaba explotar otros sentidos, el tacto, el oído y el gusto... y amaba su sabor.
Disfrutaba cada textura en su piel, pero su voz, nunca antes la pudo disfrutar tanto, como el momento en que cual decía una y otra vez "Sho". El sabor del miembro de otro hombre era un gusto que jamás experimentó. No se parecía a nada que conociera, y... sólo de pensar que era el, encendía todo su cuerpo. El sabor del erotismo, que Hizashi amablemente guiaba cuando él se lo pedía. Sus manos aún eran torpes, y aún así encontraron la forma de llegar a los lugares más recónditos en él.
No era ingenuo, conocía bastante del tema, muchas veces el era el protagonista de sus sueños húmedos, pero la realidad superaba la ficción.
Había disfrutado del sabor del sexo de Hizashi hasta hacerlo venirse en su boca. Había dilatado con su lengua su interior y solo después lo había dejado tener el control total.
Dejó que guiara la penetración, el ritmo y cada movimiento hasta que ambos perdieran la cordura.
Abrazarlo en su cama y sujetarlo con calma para no permitir que escape era el siguiente paso lógico, Hizashi a veces parecía no seguir la lógica. Después de despertar juntos, la reacción era casi la misma.
Huía.
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Voiceless
RomanceAizawa Shouta esta destinado a perder la vista mientras entra en un conflicto existencial de la edad adulta y la negación al amor. Entregarse a sus sentimientos resulta mas complicado que perder la vista.