Estaban en la cena... ¿Qué sucedía?
Shirley saltó sobre su Nimbus 2000 y se elevó. Deslizándose silenciosamente sobre el castillo, Dumbledore había convencido a Shirley y a Harry de que no buscaran otra vez el espejo de Oesed, y durante el resto de las vacaciones de Navidad la capa invisible permaneció doblada en el fondo del baúl de Harry. Shirley deseaba poder olvidar lo que había visto en el espejo, pero no pudo. Comenzó a tener pesadillas. Una y otra vez, soñaba que su Hermano moría al lado de ella sosteniendo su pequeña manita susurrando - Eydhan sabes bien que es lo que quiero cumple con tu promesa-, mientas Eydhan la agarraba en brazos y su madre muerta en una camilla por el parto.
—¿Te das cuenta? Dumbledore tenía razón. Ese espejo puede volverte loco —dijo Ron cuando Shirley le contó sus sueños.
Hermione, que había vuelto el día anterior al comienzo de las clases, consideró las cosas de otra manera. Estaba dividida entre el horror de la idea de Shirley vagando por el colegio tres noches seguidas («¡Si Filch te hubiera atrapado!») y la desilusión porque finalmente no hubieran descubierto quién era Nicolás Flamel.
Ya casi habían abandonado la esperanza de descubrir a Flamel en un libro de la biblioteca, aunque Shirley estaba segura de haber leído el nombre en algún lado. Cuando empezaron las clases, volvieron a buscar en los libros durante diez minutos durante los recreos. Shirley y Harry tenían menos tiempo que ellos, porque los entrenamientos de quidditch habían comenzado también.
Wood los hacía trabajar más duramente que nunca. Ni siquiera la lluvia constante que había reemplazado a la nieve podía doblegar su ánimo. Los Weasley se quejaban de que Wood se había convertido en un fanático, pero Shirley estaba de acuerdo con Wood. Si ganaban el siguiente partido contra Hufflepuff, podrían alcanzar a Slytherin en el campeonato de las casas por primera vez en siete años. Además de que deseaba ganar, Shirley descubrió que tenía menos pesadillas cuando estaba cansado por el ejercicio.
Entonces, durante un entrenamiento especialmente húmedo y fangoso, Wood les dio una mala noticia. Se había enfadado mucho con los Weasley, que se tiraban en picado y fingían caerse de las escobas.
—¡Dejad de hacer tonterías! —gritó—. ¡Ésas son exactamente las cosas que nos harán perder el partido! ¡Esta vez el árbitro será Snape, y buscará cualquier excusa para quitar puntos a Gryffindor!
George Weasley, al oír esas palabras, casi se cayó de verdad de su escoba.
—¿Snape va a ser el árbitro? —Escupió un puñado de barro—. ¿Cuándo ha sido árbitro en un partido de quidditch? No será imparcial si podemos sobrepasar a Slytherin.
El resto del equipo aterrizó cerca de George para quejarse.
—No es culpa mía —dijo Wood—. Lo que tenemos que hacer es estar seguros de jugar limpio, así no le daremos excusa a Snape para señalarnos faltas.
Todo aquello estaba muy bien, pensó Shirley, pero élla tenía otra razón para no querer estar cerca de Snape mientras jugaba al quidditch.
Los demás jugadores se quedaron, como siempre, para charlar entre ellos al finalizar el entrenamiento, pero Shirley se dirigió directamente a la sala común de Gryffindor, donde encontró a Ron y Hermione jugando al ajedrez. El ajedrez era la única cosa a la que Hermione había perdido, algo que Shirley,Harry y Ron consideraban muy beneficioso para ella.
—No me hables durante un momento —dijo Ron cuando Shirley se sentó a su lado—. Necesito concen... —Vio el rostro de su amigo—. ¿Qué te sucede? Tienes una cara terrible.
En tono bajo, para que nadie más lo oyera, Shirley les explicó el súbito y siniestro deseo de Snape de ser árbitro de quidditch.
—No juegues —dijo de inmediato Hermione.
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Sueños Rotos | Draco Malfoy
FanfictionCONOCIENDO A DRACO MALFOY El día de su cumpleaños, Shirley Mikaelson descubre que corre sangre mágica por sus venas, de los que ha heredado por un poder de brujas. Debe asistir a una famosa escuela de magia y hechicería, donde entabla una amistad co...