CAPITULO 07| DUELO A MEDIA NOCHE!

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Shirley nunca había creído que pudiera existir un chico al que amara más que a algún integrante del Clan Cullen o de los Mikaelson, pero eso era antes de haber conocido a Draco Malfoy. Sin embargo, los de primer año de Gryffindor sólo compartían con los de Slytherin la clase de Pociones, así que no tenía que encontrarse mucho con él. O, al menos, así era hasta que en la sala común de Gryffindor apareció una noticia que los hizo protestar a todos. Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.

—Perfecto —dijo en tono sombrío Harry—. Justo lo que siempre he deseado. Hacer el ridículo sobre una escoba delante de Malfoy.

Deseaba aprender a volar más que ninguna otra cosa pero detestaba que hablaran mal de las personas sin conocerlos.

—Aún no sabes si vas a hacer un papelón —dijo razonablemente Ron—. De todos modos, sé que Malfoy siempre habla de lo bueno que es en quidditch, pero seguro que es pura palabrería.

La verdad es que Malfoy hablaba mucho sobre volar. Se quejaba en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch y contaba largas y jactanciosas historias, que siempre acababan con él escapando de helicópteros pilotados por muggles. Pero no era el único: por la forma de hablar de Seamus Finnigan, parecía que había pasado toda la infancia volando por el campo con su escoba. Hasta Ron podía contar a quien quisiera oírlo que una vez casi había chocado contra un ala delta con la vieja escoba de Charlie. Todos los que procedían de familias de magos hablaban constantemente de quidditch. Ron no podía ver qué tenía de excitante un juego con una sola pelota donde nadie podía volar. Shirley había descubierto a Ron tratando de animar un póster de Dean en que aparecía el equipo de fútbol del West Ham, para hacer que los jugadores se movieran.

Neville no había manejado una escoba en toda su vida, porque su abuela no permitía que se acercara a una. Shirley pensó que la mujer había actuado correctamente, dado que Neville se las ingeniaba para tener un número extraordinario de accidentes, incluso con los dos pies en tierra.

Hermione Granger estaba casi tan nerviosa como Neville con el tema del vuelo. Eso era algo que no se podía aprender de memoria en los libros, aunque lo había intentado. En el desayuno del jueves, aburrió a todos con estúpidas notas sobre el vuelo que había encontrado en un libro de la biblioteca, llamado Quidditch a través de los tiempos. Neville estaba pendiente de cada palabra, desesperado por encontrar algo que lo ayudara más tarde a sostenerse en su escoba, pero todos los demás se alegraron mucho cuando la lectura de Hermione fue interrumpida por la llegada del correo.

Shirley no había recibido una sola carta desde la nota de Nik, algo que Malfoy ya había notado, por supuesto. El búho real de Malfoy siempre le llevaba de su casa paquetes con golosinas, que el muchacho abría con perversa satisfacción en la mesa de Slytherin.

Una lechuza entregó a Neville un paquetito de parte de su abuela. Lo abrió excitado y les enseñó una bola de cristal, del tamaño de una gran canica, que parecía llena de humo blanco.

—¡Es una recordadora! —explicó—. La abuela sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Mirad, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... —se puso pálido, porque la recordadora súbitamente adquirió un brillo escarlata— es que has olvidado algo...

Neville estaba tratando de recordar qué era lo que había olvidado, cuando Draco Malfoy, que pasaba al lado de la mesa de Gryffindor, le quitó la recordadora de las manos.

Harry y Ron saltaron de sus asientos. En realidad, Harry deseaba tener un motivo para pelearse con Malfoy, pero la profesora McGonagall, que detectaba problemas más rápido que ningún otro profesor del colegio, ya estaba allí.

Sueños Rotos | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora