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Hoy lunes, salió a las 7:40. Atrasada, obviamente sin haber tomado desayuno, y con su cabello mojado. Lamentablemente sin su hermosa trenza habitual.

Pasó por un café, el que queda frente a la calle de mi casa, y compró su desayuno. Un simple café con algo más, probablemente algo dulce. Le encantan las cosas dulces.

Luego de esperar en la parada, subió al autobús que llegó cerca de las 8 de la mañana. Tomó asiento a la ventana, en el número seis; como todas las mañanas.

Cinco paradas, donde no dejé de mirarla, y se bajó del bus.

Después de bajar del autobús, trotó hasta la calle siguiente y entró en el edificio un poco agitada por todo lo que ha pasado en la mañana, pero llegó finalmente a la puerta principal de la universidad.

Entré después de ella. Una distancia prudente, como una sombra, como siempre obviamente.

Con un paso rápido, llegó al salón de Literatura, y yo la seguí, porque para mi suerte, o quizá no tanta, tengo sus mismas clases, o la mayoría.

Entró en el salón, y tomó asiento en el número seis de la cuarta fila. Yo, como perro faldero, iba a detrás de ella hasta sentarme dos puestos más atrás a una fila de distancia.

Pronto, el profesor llegó y la clase comenzó, los apuntes empezaron a llenar su hoja, obviamente tenía una vista privilegiada de ella, y no la iba a desaprovechar. Y mientras que ella anota todo, mi hoja está llena de garabatos y su nombre (y corazones, pero sonaría muy desesperado).

Entre recreos, sus pasos la llevan a la cafetería, al baño y alrededor del campus, siempre acompañada de su mejor amiga. Entre risas y comentarios en el último receso, tocan el timbre y vuelve a entrar al salón, y yo, voy detrás de ella.

Solo quedaba una clase más y salíamos por fin de la universidad. Por suerte, el tiempo mirándola pasa volando y el timbre suena para dejarnos salir.

Ya afuera, ella se detiene a despedirse de su mejor amiga y después camina hasta la parada de autobuses y se sienta a esperar.

De pronto un chico se le acerca y comienzan a hablar animadamente. Me siento celoso, horriblemente celoso. Quiero matarlo, en sentido figurado (sí, claro).

El chico le propone acompañarla hasta su casa por lo que alcanzo a descifrar a la distancia. Ella acepta y mi sangre hierve de celos. Ahora sí quiero matarlo.

El bus llega y por primera vez decido no subir con ella. No lo haré, porque no soportaré verla riendo con ese imbécil sin cometer alguna estupidez que arruine todo lo que he hecho este tiempo. No lo haré.

Aunque sin esperarlo, algo me deja sin aire por un momento. Mi adorable chica me dirige su mirada, por primera vez, a través de la ventana, me sonríe, antes de que el bus parta su camino.

...

Decido caminar hasta mi casa sin importar que mis pensamientos no estén conmigo. Estén en ese autobús, destrozando la cara de ese tipo y besando a mi chica hasta el cansancio.

Con mi mirada fija al piso, avanzo por las calles, pensando y sonriendo. Viendo su hermosa sonrisa solo dirigida para mi, únicamente para mi.

Sin importar que aún estoy algo enojado por haberse ido con él, espero verla en la parada de autobuses. Con su bello cabello al aire, sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillantes.

Porque a pesar de todo lo que la rodea, lo único que me importa es ella. Todo es sobre ella.



Diary » corrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora