Capítulo 1.

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Sus ojos estaban apretados con fuerza y sus hombros encogidos y rígidos, haciendo que estuviera alerta, y más cuando pudo sentir un cálido y fornido cuerpo cubriéndolo, acunando la parte posterior de su cabeza entre sus manos como si estuviese protegiéndolo de un peligro que él no sabía identificar, pero antes de que pudiera hacer algún movimiento hubo el sonido de algo clavándose en madera, haciendo que volviera su cabeza hacia su izquierda, apenas pudiendo ver una flecha vibrar sobre un trozo de madera.

Hubo sonido a su alrededor de algo quebrándose y fue apretado con más fuerza en los brazos de la persona que lo sostenía, entendiendo que en realidad sí estaba siendo protegido, que ese hombre que cubría su cuerpo, se estaba usando a sí mismo como un escudo.

Antes de que intentase algo, hubo gritos y luego las flechas se detuvieron, siendo soltado poco a poco y la persona que lo sostenía se alejó lentamente, permitiéndole ver más allá de su ropa negra, y sus ojos subieron hasta encontrarse con la piel un poco bronceada de su cuello, seguido por la línea de su mandíbula, y no pudo evitar que sus ojos se ampliaran cuando pudo observar todo su rostro.

Sus labios temblaron y quiso decir algo, pero ninguna palabra salió, sin embargo, tampoco pudo apartar la mirada del hombre que parecía todavía cauteloso mientras miraba a su alrededor, como si estuviera comprobando si era seguro alejarse por completo de él.

—¿Estás bien? —le fue preguntado.

Quiso hablar, pero no pudo evitar que un sonido parecido a un sollozo escapara de sus labios y que sus ojos se nublaran, porque ese debía de ser un sueño, casi estaba seguro de eso, o en realidad había muerto y ahora se encontraba en un paraíso, pero si era lo último lo agradecía, prefería estar muerto que en un palacio del que siempre quería huir, pero no podía, en el que lo único que parecía era un adorno, y en el que cada día sus deseos de vivir se iban apagando más y más.

—Tú...

Aquella única palabra fue la que logró articular, sin embargo, fue interrumpido por alguien gritando su nombre, haciendo que el hombre frente a él suspirara y se alejara más, permitiéndole dar un vistazo rápido a su alrededor, viendo las paredes de tela de una tienda amplia, seguido de lo que parecía un pequeño brasero, y esa fue la confirmación de que lo había logrado, que dejó el palacio como tanto quería hacerlo.

Hubo pasos rápidos alrededor de la tienda y antes de que pudiera reaccionar, un hombre entró corriendo a la tienda, sus pies derraparon por el suelo de tierra y se lanzó sobre él, sosteniéndolo en un apretado abrazo que amenazaba con no dejarlo respirar, y él no pudo hacer nada más que quedarse inmóvil en su lugar.

—Taemin, ¿estás bien?

Aquella voz hablándole a su oído y sosteniéndolo con fuerza, le hizo estremecerse, porque estaba seguro que la había escuchado antes, sólo que nunca usaba un tono preocupado como el que ahora podía oír.

—Déjalo respirar, nada le pasó.

Hubo un gruñido por parte de la persona que lo sostenía, y como si debiera de ser confirmado que lo de minutos atrás era un sueño y ahora se convirtió en una pesadilla, el hombre que lo sostenía se alejó lentamente, permitiéndole ver otro rostro bastante conocido y que hizo que él quisiera huir, porque no importaba si su mirada era amable y llena de cariño, o su color era diferente al que recordaba. Sintió que la odiaba en el primer momento en que la vio, quizás porque ya había llevado viéndola por años, y nunca le causó un sentimiento diferente,

Su mejilla fue acariciada con cariño por unos dedos ásperos, y aquel par de ojos que lo miraban parecían estar buscando si se había hecho daño, incluso si él no se movió o dijo algo. No pudo evitar golpear la mano que lo acariciaba y luego de que lo hizo se dio cuenta de su acción, encontrándose con la mirada sorprendida del hombre frente a él.

El otro hombre que continuaba en la tienda, aclaró su garganta con algo de incomodidad.

—Bueno, yo los dejaré... tranquilo, Min Ho —palmeó el hombro del hombre frente a él —creo que Taemin ha estado fuera del campo de batalla por mucho tiempo y este ataque lo sorprendió.

Lo vio asentir como si dijera que entendía lo que acababa de decir, pero no se movió de su lugar, sino que esperó a que el otro hombre se alejara en dirección a la salida de la tienda, como si estuviera necesitando urgentemente de privacidad.

—¡No!

Aquella palabra fue más rápida en salir de sus labios de lo que él pudo controlar, porque había temido que luego de que el otro hombre se alejara, no pudiera verlo otra vez, como aquellos sueños que eran buenos al principio, pero terminaban convirtiéndose en pesadillas,

Cuando volvió los ojos al hombre frente a él, éste dibujó una suave sonrisa en sus labios y como si antes no lo hubiera golpeado para que no lo tocara, volvió a acariciar su mejilla, como si fuera un recordatorio que no importaba lo que hiciera y a dónde huyera, nunca podría librarse de su destino y que el Emperador lo perseguiría como si él debiera ser castigado hasta la muerte, porque así hubiera dejado su mundo, su vida, éste a su alrededor, como una maldición.



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Buenas, buenas, buenas... por aquí dejando el primer capítulo de "El esposo de un guerrero" que como sabrán, es la continuación de "El esposo del Emperador". Espero la disfruten.

El esposo de un guerrero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora