UNA DESPEDIDA

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Esa mañana cálida, salieron de casa para el puerto, los pensamientos de Zara la seguían por todo el camino. Se preguntaba, ¿Por qué su tía le había dicho que jamás se recogiera el cabello y que ocultara su marca del cuello de todas las formas posibles? No entendía por qué esa simple acción la protegería. Eran muchas preguntas que quería hacerle pero el tiempo no lo permitió, ahora que iban llegando al puerto ya no había vuelta atrás.

Los tres se bajaron del auto, Trini ayudó con el equipaje de la niña. Ella se sorprendió al ver lo fácil que levantaba todas las maletas, pero aún así no dejó que cargara su mochila, se sentía capaz de hacerlo. Recorrieron varios barcos pequeños anclados en el puerto, muchos de ellos estaban solos. Llegaron al final del camino, frente al inmenso mar, Trini dejó las maletas en el piso para sacar un reloj de bolsillo que brillaba demasiado y dijo:

―Justo a tiempo, o mejor dicho, esperemos unos minutos para embarcar.

Zara observó por todos lados, pero no vio ningún barco a su alrededor, miró a su tía y ella le sonrió. De repente una niebla densa empezó a surgir del mar, poco a poco fue cubriendo todas las embarcaciones, cruzó el puerto hasta recubrir todo a su alrededor. Entonces pudo visualizar una sombra que se aproximaba, cada vez se hacía más grande, hasta que logró ver el barco colosal que llegaba al puerto. Las velas eran enormes como una ola blanca del mismo mar, en cada uno de los palos que las sostenía se apreciaba el grosor, pudo visualizar que había gente en la cubierta y las luces alumbraban por las ventanas de los camerinos.

―Mis señoras, les presento el barco imperial del colegio Alom. Más grande que cualquier galeón o carabelas.

―Justo como lo recordaba ―dijo Jade.

Un grito sonó desde la cubierta.

―¡BAJEN ANCLAS!, ¡PONGAS LAS AMARRES!, ¡ PREPAREN EL PUENTE!

Las anclas bajaron al mar, unas cuerdas salieron disparadas hacia los bolardos y un puente bajó desde la cubierta, todo en unos segundos. Se acercaron al puente, donde una joven de gran altura con un abrigo azul, camisa blanco, pantalones ajustados y un sombrero de capitán del mismo color; los saludó a todos. Se quitó el sombrero para darles la bienvenida y fue cuando Zara se dio cuenta de los cuatro dibujos en el sombrero; solo pudo distinguir la espiral del viento.

―Bienvenidos al barco imperial Alom, soy la capitana Bera. ¿Tienen la notificación?

―Sí, aquí está -dijo Trini acercándose para entregarle el papel, mientras se peinaba con la otra mano. La capitana la leyó y dijo:

―¡Zara Garden!

―Soy yo -contestó la jovencita con temor mientras alzaba la mano.

―Sea bienvenida, haga favor de abordar. Maestro Trini, me alegro que vaya con nosotros en este viaje ― .Terminando de hablar la capitana, subió por el puente.

Trini agradeció los buenos cuidados. Dejó que se despidieran, mientras él subía al navío.

―Te extrañaré tanto -expresó con tristeza Zara abrazando a su tía con lágrimas.

Ella se inclinó para mirar sus ojos verdes que heredó de su padre.

―Te quiero, te quiero mucho. Recuerda que siempre estaré aquí para tí mi niña.

―Un año es mucho tía, recuérdame por favor. No olvides mi rostro.

―Jamás lo haré.

Se volvieron a abrazar y lloraron, después Jade se incorporó para acompañarla al puente. Su sobrina subió por este, hasta llegar a la parte alta, volteó para despedirse con la mano y ella hizo lo mismo.

El Oráculo de Zara. "Despertar del Fénix"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora