4. El aventurero Rengifo

27 2 0
                                    

Tomas Rengifo era un hombre extrovertido, nunca nadie podría acusarlo de lo contrario porque estaría mintiendo. Él se conocía como un hombre de pelo oscuro pero bien parecido, con un buen cuerpo que siempre atraía a las mujeres o al menos así había sido hasta que en sus épocas de instituto Camila Montero se había vuelto su obsesión, él sabía muy que ella nunca aceptaría una cita pero no por eso dejó de intentarlo. Al menos hasta que se enteró que Alexander siempre había estado tras ella y él se metió en medio. Claro que, primero debía haber una relación y eso definitivamente no existía, o al menos eso era lo que decía cuando se sentía culpable. Los años pasaron, los pretendientes se sumaron pero su espíritu de competencia lo obligó a quedarse aunque muchas veces se preguntaba si era solo por eso que se quedaba.

Él era el cuarto hijo de una familia gigante, sus tres hermanos mayores vivían en la ciudad con sus respectivos trabajos, luego estaba él con el grupo de los menores que todavía estaban en el pueblo. Sus padres eran personas agradables y algo conservadoras pero adoraban a sus hijos, las cenas familiares eran una locura. Su madre Alicia y su padre Tom habían criado a siete niños con éxito sin volverse locos o sucumbir a la presión, pero él siempre había pensado que era por su estatus de hermano del medio que su personalidad siempre había sido llamativa, en una familia tan grande lo había necesitado.

La verdad era que sus padres eran los dueños de dos prósperos negocios, la compañía de construcción que había comenzado como una simple ferretería dirigida por su padre y una tienda de deportes que controlaba su madre. Todos los hijos Rengifo habían trabajado en alguna de las tiendas en algún momento de su vida, él se había decantado por los deportes ya que adoraba el aire libre y desde muy joven practicaba escalada, adoraba ir de campamento y hacer senderismo. Se podría decir que la naturaleza era su segundo hogar, su madre siempre había adorado tenerlo en la tienda.

El orden en el que habían nacido sus hermanos había desequilibrado la balanza de ayuda al inicio, Tom hijo, el mayor de sus hermanos junto a Tony el siguiente, se habían dedicado a la ferretería, luego había llegado Kelly y se había hecho el acuerdo tácito de que las mujeres ayudarían a su madre con la tienda de deportes pero con su nacimiento, las cosas cambiaron. Luego de él llegó Ana, después la dulce Ali, un diminutivo de Alina y finalmente Kristy. Por lo que a pesar de todo fue Kristy quien se quedó en el negocio con su padre. Cada día había algo por lo que batallar en su casa así que ser extrovertido era necesario, en sus años de adolescente había llamado mucho la atención, no siempre buena.

Recordaba muchas salidas, chicas y fiestas hasta que no pudo pensar en nada que no fuera Camila y la verdadera competencia comenzó. Su madre lo había apoyado al inicio, creyendo que su hijo sería el ganador de los corazones pero con el paso de los años las críticas fueron creciendo hasta que casi todos sus parientes, padres y hermanos, pensaban que su obsesión no era saludable y que debía irse a la ciudad a buscar nuevos horizontes. Algo que por supuesto él no estaba dispuesto a hacer. Luego de reunir algo de dinero se había mudado de la casa de sus padres y había dedicado su tiempo libre a los deportes, el resto del tiempo le pertenecía a Camila.

Él podía ser así de insistente, era por esa razón que aquella tarde estaba en el café de los Montero, se habían estado escuchando extraños rumores de que Rodrigo y Alexander ya no se peleaban por Camila, que se estaban juntos todo el tiempo y que parecían dos viejos amigos. Tomas por supuesto tenía que confirmarlo, así que a la hora del almuerzo se dirigió al café en su auto y al bajar observó el lugar, entró fijándose en las personas que ocupaban las mesas y allí sentados en una de ellas estaban Rodrigo y Alex charlando como si nada de aquello resultara extraño.

Él se acercó a la caja intentando parecer despreocupado hasta que la vio allí. Camila estaba hermosa como siempre, sus ojos concentrados en algo, ignorándolo. Sabía que cuando lo viera allí su expresión se tornaría seria y eso lo entristecía, él quería hacerla reír.

Los hombres de CamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora