TOKIYA POV'S
—Te portas bien con papi —dijo y yo sentí ganas de llorar.
Una hermosa emoción me embargó con sus palabras, una emoción que no había sentido jamás.
Mío había sido importante para mí, pero yo no la había sabido valorar. Por eso, cuando se fue, cuando sentí morir por haberla perdido, quise dejarlo todo atrás, igual que ella.
Ella se fue dejando tantas cosas atrás. El problema conmigo era que me había quedado atrás como una de esas tantas cosas que olvidó.
Por eso abandoné a Hayato, por eso quise iniciar de cero, sin saber nada del pasado y sin siquiera imaginarme lo que había pasado.
Esa tarde, cuando la vi con su hija en brazos, quise preguntar y decir mil cosas. Quise confirmar que la pequeña Haya era MÍA... SOLO MÍA y reclamar que no me lo dijera.
Pero, al recordar que yo jamás quise formar una familia con ella, no me atreví ni a acercarme. No era personal, yo solo no quería una familia con nadie, ni con ella, incluso se lo dije.
No tenía ningún derecho de quejarme. Hasta el último minuto ella me dio solo lo que yo quería, por eso no me dio eso a lo que me negué incluso antes de que me lo ofreciera.
Me recosté en su cama después de poner a mi hija en ella. No estaba seguro de querer una familia aún, pero estaba disfrutando tener cerca a la pequeña Haya como nunca había disfrutado nada.
No supe en qué momento me quedé dormido, pero abrí los ojos cuando sentí movimientos. La vi jugar con sus manitas, la vi mirarme y hacer algunas muecas que me hicieron sentir que explotaba de felicidad.
No podía hacer más que mirarla, no quería apartar mis ojos de ella ni mis manos de sus manitas, pero un mensaje en mi celular me turbo del embeleso.
"Casi es hora de la mamila, no te duermas" decía un mensaje de parte de Mío.
Sonreí al pensar que no estaba dormido, pero si me estaba olvidando de ello.
Preparé la mamila, alimenté a mi hija, la ayudé a eructar, cambié su pañal y me dispuse a verla jugar con sus manos y una cobija.
Cerca de tres horas después recibí otro texto. Alimenté a Haya de nuevo para luego verla quedarse dormida y, como yo no trabajaba, me dormí junto a mi hija.
El mejor día de mi vida lo pasé prácticamente encerrado en una habitación donde solo estábamos Haya y yo, donde tenía a mi princesa solo para mí.
Me pasé las horas mirándola, abrazándola, cuidándola, alimentándola y viéndola sonreír. Esa hermosa niña era completamente mía, era mi responsabilidad y mi razón de sonreír.
Ese día Mío y yo nos mandamos tantos textos como no nos habíamos mandado, ni siquiera cuando vivimos juntos. Llené mi teléfono de fotos y vídeos de lo que mi hija hacía y las compartía con quien más le quería, su mamá.
Poco después de las diez de la noche unas luces de coche se acercaron a la casa, era Mío volviendo al terminar su trabajo del día.
—Estoy muerta —dijo cuando entró a la habitación, tirando sus cosas sobre la cama y andando hasta la cuna para levantar a nuestra dormida bebé.
Mío la miró con ternura y la besó con tanto amor que me hizo estremecer el alma. Las amé.
»Hola amor —dijo con una enorme sonrisa y Haya se removió un poco.
Mío cerró sus ojos y rozó su nariz con la de mi hija. Me pareció la vista más hermosa y perfecta que podría soñar con ver.
»Gracias por quedarte —dijo—, espero no haberte causado muchas molestias.
—No fue nada —aseguré—. Mañana solo tengo una entrevista de un par de horas, si necesitas que la cuide lo haré encantado, seguro consigo que Itoki se quedé con ella mientras no puedo.
Mío sonrió levemente.
—Eso me ayudaría bastante —dijo—, iré a cenar.
Mío caminó a la cocina mientras mantenía a nuestra hija entre sus brazos. La seguí y hablamos un poco del día.
—¿Cómo fueron las cosas? —preguntó.
—Fuera de que los que me vieron se sorprendieron, todo normal —respondí y ella sonrió.
Sin embargo, su sonrisa desapareció casi de inmediato. Parecía que algo aterrador había pasado por su mente.
—¿Quiénes te vieron? —preguntó muy alterada—, ¿Mi papá te vio?
Me sorprendió un poco la pregunta, no entendía cómo es que su papá podría habernos visto. ¿Sería posible que lo conociera sin saber quién era?
Continúa...