6. Temiendo

1K 90 8
                                    

MÍO POV'S

Tokiya preguntó si no sería más problemático mantenerlo oculto. Yo creía que entre más tiempo tuviéramos de pensar las cosas más, fácil sería enfrentarnos a cualquier problema.

—Tenemos que guardarlo para nosotros tanto como sea necesario —dije—, una vez que no dependamos de Saotome podremos decir lo que queramos; por lo pronto hay que ser mejores en lo que hacemos para que sea nuestro trabajo, y no la productora, quien hable por nosotros.

Tokiya no parecía estar de acuerdo.

»Es lo mejor —insistí—, tú y yo no podemos pelear contra él, sería estúpido hacerlo cuando, sin el menor esfuerzo, él podría enterrarnos vivos. No podemos darnos el lujo de no tener trabajo en lo único que sabemos hacer.

Eso era cierto. Yo no sabía hacer nada fuera del espectáculo, y él parecía ser de mi tipo. 

Al final, antes de irse de mi habitación, asintió, aunque no parecía convencido de que fuera lo mejor.

»Solo espero que no se ponga a buscar soluciones por su cuenta —susurré dejándome atrapar por el sueño de media noche.

De madrugada, alrededor de las dos y media, sentí movimientos en mi cama. Supuse que era Haya que pediría de comer.

Me levanté de la cama y bebí un vaso de agua para volver a la cama casi dormida, estaba bastante cansada, pero había cosas que no dejaría de hacer por nada del mundo.

Prendí la lámpara de junto a mi cama y, al girarme a por mi hija, me encontré tremenda sorpresa.

Un grito se atoró en mi garganta, me mordí la lengua y, tras respirar profundo, moví al intruso que estaba en mi cama.

»Tokiya, hey Tokiya —susurré—, ¿qué estás haciendo aquí? 

—Durmiendo —respondió en un gruñido algo que era obvio.

—Ah no me digas, pensé que brincabas la cuerda —ironicé—... ¡Ya sé que estas durmiendo! Pero, ¿por qué en mi cama?

—Porque aquí está mi princesa —respondió medio abriendo un ojo.

Eso me hizo feliz, tanto que, aunque podría traernos problemas, sonreí enorme.

—Así de discreto no podremos guardar mucho el secreto —reclamé sin enojo.

—Yo no quiero que sea secreto —dijo en medio de un puchero adorable.

Pensé en discutirlo de nuevo con él, pero Haya pidió ser protagonista de la siguiente escena, y a esa niña yo le daría lo que quisiera.

Esa noche no discutí con Tokiya. Hasta cierto punto era práctico que él se quedara en mi cama, así yo no tenía que buscarlo y él no tenía que moverse. Además, Haya no se quedaba sola ni un segundo.

Algunas horas después fui a trabajar, luego de besar a mi hija y de acariciar los cabellos del hombre que más amé y más amaba en la vida.

Pensé que si por ese momento había pasado por tanto, había valido la pena.

Dejando ese cuarto deseé que las cosas se quedaran como estaban, pero las cosas no iban siempre fáciles, mucho menos cuando me había equivocado tanto antes.

Pasaron poco más de dos semanas en donde las cosas caminaban a tiempo, poco más de dos semanas en que fui tranquilamente feliz. Pero todo se acaba, tarde o temprano, las cosas siempre se terminan.

Estaba en mi habitación cuidando de Haya cuando recibí un mensaje de Saotome para que subiera a su oficina donde me mostró algunas fotos donde Tokiya y Haya estaban juntos. 

A pesar de que me sorprendí bastante, no le permití verme descolocada.

—¿Tienes algo que decirme? —preguntó, negué sin mirarlo—. ¿Segura? —insistió. 

—Sabes que somos amigos desde hace mucho —alegué, él me miró de manera hostigosa y yo de nuevo negué.

Saotome respiró realmente profundo. 

—Como quieras, entonces —dijo—... Te llamé porque he estado pensando hay que hacer algo al respecto de tu situación. No podemos ocultar tanto tiempo un hijo y, entre más tiempo pase, las cosas se pondrán más complicadas.

—Eso no tiene que ser así —dije—, a ellos qué les importa mi vida.

Saotome rió informando algo que ya sabía, pero que quizá no entendía bien.

—Eres una figura pública, tu vida es ¡pública! —dijo.

—Me refiero a la privada —expliqué y Saotome me miró con una mezcla de ternura y lástima.

—La vida privada es un lujo que los artistas no se pueden dar —informó.

—¿Qué piensas hacer al respecto? —pregunté suponiendo que no me daría la libertad de actuar como quisiera.

—Se hará un programa especial por el día de la familia, se invitarán a familias de famosos para dirigir y participar en el show; irás ahí y...

Lo interrumpí.

—¿Pretendes que Haya y yo participemos solas? —pregunté en serio confundida.

—Por supuesto que no, el padre de la niña estará con ustedes —dijo y le miré confundida—. Sé que no me dirás quién es él, pero ya no importa, alguien dará la cara por ustedes y será el padre de ella y tu esposo.

—¿Esposo? 

—Te casarás con él y se presentarán como familia legitima.

—¿Con quién? —pregunté para mi padre, pero la respuesta vino de la persona que entraba sin previo aviso en la oficina en que estábamos. 

—Conmigo Gatita.


Continúa...




MÍA... SOLO MÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora