5. Descubriendo

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TOKIYA POV'S

—Responde Ichinose. Dime que mi padre no te vio, por favor —insistió sin esperar una respuesta de mi parte—. Dios, debiste ser cuidadoso. Te juro que no quieres tener problemas con él. A mí me quitó a mi hija y luego me desconoció, él acabaría contigo en medio segundo si se lo propone.

Sus declaraciones aunadas a todo el miedo y nerviosismo que mostraba, me hicieron sentir que estaba mal sintiéndome relajado, pero no me pondría nervioso hasta que fuera inevitable.

—¿Quién es tu papá? —pregunté.

Mío me miró confundida y, después de respirar profundo, dio una respuesta que hizo inevitable eso que yo pretendía evitar.

—Es Saotome —dijo—. Y por ningún motivo puede saber que eres el padre de Haya, ¿entiendes? —Añadió mirándome fijo.

Y, aunque en mi cabeza muchas cosas seguían confusas, asentí al darme cuenta que el miedo detrás de sus palabras era completamente real; de hecho, comenzaba a sentirlo también.

»Mi padre es el mejor todo el tiempo y con todo el mundo —explicó al darse cuenta de mi desconcierto—, pero con quien lo traiciona es peor que el diablo. Yo lo defraudé y la pasé bastante mal, aún lo hago.

La vi sonreír enormemente a mi princesa que tenía un ratito despierta. La nena estiraba sus manitas como queriendo tocarla y, de vez en vez, ella se dejaba acercando su cara a la niña y diciendo tantas cosas hermosas como jamás había escuchado.

»Será mejor que te mantengas alejado si no quieres problemas —sugirió.

La miré confuso. Yo no quería problemas, con Saotome san menos que con nadie, pero mantenerme alejado no era algo que mi corazón permitiera ahora que había alcanzado lo que no soñé tener y amaba más que a nada en la vida.

—Pues, aunque realmente no es lo que quiero, si tengo que enfrentarlo lo haré. No puedo ni quiero mantenerme alejado —dije.

—¿Quién eres y qué hiciste con Hayato? —preguntó mirándome fijo con sus enormes ojos muy abiertos, haciéndolos parecer más grandes y hermosos de lo que habitualmente eran.

Sonreí.

—Lo dejé atrás cuando no lo necesite más —respondí y ella bajó la mirada sin decir nada.

La rodeé con mis brazos desde la espalda, abarcando su cuerpo y el de mi hija que mantenía en sus brazos.

—Igual mantengámoslo para nosotros un tiempo —pidió y fuimos a esa habitación donde ella alimentara a nuestra bebé.

La escena era magnifica. Verla amamantar a Haya me hizo derramar las lágrimas que desde la mañana se habían quedado atrapadas entre mis parpados.

—Lo lamento, lo lamento tanto de verdad, te lo hice pasar mal, ¿verdad?

Mis disculpas eran sinceras, nacían en lo más profundo de mi arrepentido corazón.

—No te preocupes por eso —dijo ocultando sus lágrimas de mí, mostrándome una tierna sonrisa—, realmente no te odio.

La abracé fuerte y me juré jamás hacerle más daño. Juré vivir para hacerla feliz. Después de todo, aunque no lo dije aquella vez, yo si la había amado antes, aún lo hacía, tal vez mucho más de lo que la amé antes.

»Entonces, ¿te quedas con ella mañana? —preguntó Mío un rato de silencio después, poniendo a una pequeña dormida en su cama.

—Por supuesto que sí —respondí encantado.

—Me voy a las cinco —informó—. Aghh... Justo ahora que todo se pone pesado ella no puede venir... —Sus quejas me hicieron sonreír un poco más—. Igual mi nana vendrá, pero solo puede cuidarla hasta las ocho y la grabación no me da tiempo de llegar.

—Yo sí puedo —anuncié con una sonrisa que se negaba a abandonar mi rostro—, esta semana será de trabajo leve para mí.

—Perfecto —dijo—. Solo no le digas a mi nana que eres el papá de Haya, se lo diría a mi padre y se nos armaría en grande.

—¿Y cuánto tendremos que ocultarlo? —pregunté un tanto molesto—, algún día todos tendrán que saberlo; ¿eso no sería más problemático?


Continúa...


MÍA... SOLO MÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora