8. Enfrentando

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MÍO POV'S

—Tienes que prender la tele, está en vivo —dijo Reika cuándo llamó preguntando si le había cancelado para eso—. Saotome te matará, ¿lo sabes?

Claro que lo sabía, sabía que me mataría, eso era lo único que sabía. Eso y que antes yo acabaría con el idiota de Tokiya.

En el estudio de grabación donde trabajaba en un nuevo drama, vi en televisión a un chico de cabellos oscuros y ojos azules con una pequeña de ojos azules y cabellos oscuros.

Vi a mi hija jugando con los dedos de su padre que, orgulloso, la mostraba a la cámara.

—Mi esposa y yo participaremos en el musical familiar, así que Ichinose Haya nos acompañará al evento —anunció sorprendiendo al mundo entero. A mí mucho más que a nadie.

—Y parece que no le dan miedo las cámaras —dijo la presentadora luego de salir del shock que termendo anuncio le había provocado—, me pregunto ¿quién es la madre?

Tokiya sonrió.

—Pues, como arruiné la sorpresa de Haya, mi esposa será sorpresa para todos.

—Si la niña era sorpresa, ¿por qué la traes contigo al programa?—preguntó.

—Ella está trabajando y la niñera canceló a última hora —mintió el cínico al que deseaba apretar el cuello con todas mis fuerzas—... pero está bien, a decir verdad, a mí no me molesta presumirle al mundo entero lo que más amo en la vida.

Levantó a la niña al nivel de su cara diciendo—: Espero tu mamá no se enoje mucho.

Bufé una risa. Por supuesto que eso no sucedería.

Salí del cuarto donde la televisión me crispaba los nervios intentando digerir lo recién visto. No podía darme el lujo de hacer nada más que soportar lo que viniera. Sabía perfectamente bien que, en cuanto Saotome lo viera, me mataría. No podía crear un escándalo que lo empeorara. No quería morir después de una tortura.

Seguí trabajando, aunque voy a decir que no hice un buen trabajo. No podía dejar de pensar en lo que me aguardaba al llegar a casa.

Solo esperaba que Tokiya estuviera tan nervioso como yo, porque lo que sí sabía era lo que a él le esperaba; y no era para nada bueno.

* *

Cuando llegué a casa me encontré con la mayoría de los miembros de Starish en la sala. Ichinose Tokiya tenía a mi hija en brazos.

En cuanto lo vi la ira me prendió de nuevo. 

Había tenido toda la tarde para calmarme y no lo había logrado del todo; así que, sin importarme que tuviera a Haya en sus brazos, le pegué tremenda bofetada haciéndolo retroceder por el golpe. 

Estaba furiosa, y aterrada, más aterrada.

—¿En qué diablos pensabas?, ¿Por qué haces esto?, ¿por qué me haces esto? —reclamé dejándome caer en el sillón—. Él va a matarme, y a ti, él va a quitármela, ¿qué pretendías?

Mis palabras no eran del todo claras, pero las lágrimas y el temblor de mi impotente cuerpo dejaban claro todo el miedo que yo cargaba. 

—Necesitaba testigos de que era mía y solo mía —dijo.

—¿Y yo qué?... a mí que me cargue el diablo, ¿no?... papá me matará.

Hubo un silencio sepulcral donde solo Haya lloraba. Estaba asustada.

—Lo lamento —dijo el ojiazul—, pero tenía que hacer algo al respecto. No quiero perderte, pero no puedo decidir por ti, por mi hija sí que puedo.

Me levanté del sillón y tomé a mi hija en brazos. Tokiya me abrazó y prometió que todo estaría bien. Dijo que, si yo se lo permitía, él me protegería a mí también.

—Tú no puedes contra ellos, nadie puede —dije sin intentar ofender pero queriendo dejar en claro la verdad.

—Los quiero en la oficina ¡ya! —La voz de mi papá retumbó en la sala, en mi cabeza y corazón haciéndome temblar mucho más. 

Los problemas me estaban cayendo encima y yo no podía cargar mucho más.

Dejé a mi hija con Nanami para dirigirme al matadero.

Frente a la puerta de su oficina intentaba llenarme de valor, pero no podía hacer algo como eso. Mi padre me ponía mal en el pensamiento, ahora que estaría frente a frente con él no estaba segura de poder aguantar.

—Estamos juntos en esto —dijo Tokiya tomando mi mano. 

—Y todo es tu culpa —reclamé manoteando para librarme de él.

Entramos en la oficina donde estaba Jinguji en un sofá y mi padre detrás de su escritorio.

—¿Vamos a jugar a que me llevas la contraría? —preguntó Saotome dejando caer ambas palmas abiertas sobre el escritorio.

Comencé a llorar nerviosa y asustada.

—Lo lamento —musité entre lágrimas y mocos. 

—¿En serio?... ¿Tan en serio como que no tenías nada que decir de las fotos de Ichinose y Haya? —preguntó dejandose caer en su silla. 

Negué con mi cabeza y agaché la mirada mientras sentía mis lágrimas rodar.

»¿Tienes idea de cómo me siento?... ¿sabes lo que acabas de provocar? —cuestionó luego de sentarse, entrelazando los dedos de sus manos cuando apoyó ambos codos en este.

Volví a negar con la cabeza sin poder dejar de llorar. 

»Por tu culpa perdí una apuesta —dijo y levanté la cabeza y una ceja. 

Tokiya había armado tremendo escándalo y él hablaba de una apuesta.

»Por como defendiste a tu hija creí que tendrías el valor de enfrentar al mundo tu sola —dijo.

—Yo voté por Ichi —informó Ren dejando el sofá en que antes estuviera—, parece que no mata una mosca, pero cuando se trata de proteger lo que ama hace lo que sea necesario, aunque no deba hacerlo. Tú eres una gatita miedosa, hermanita —dijo poniendo su mano en mi cabeza.

Estaba incrédula con su reacción y sus palabras.

—¿No tengo problemas? —pregunté.

—Ah, claro que los tienes —respondió mi padre—, no solo eres mentirosa, sino que no apoyas a la economía familiar. Estás castigada, señorita.

—No entiendo —dije muy confundida. 

—Ahora más que nunca estás para servirme —explicó Saotome—. Ustedes se casan el fin de semana, y la próxima semana se enfocarán en el show. Después de eso me entregarán su cuerpo y alma, serán los mejores y no hay excusa.

—¿Desde cuándo lo sabías? —pregunté con la cabeza más clara y con menos miedo.

—Desde que Tokiya casi se desmayara al verte con esa niña en los brazos —informó luego de reír desaforadamente.

Moví la cabeza haciendo una mueca que bien podía ser una sonrisa. Suspiré y me fui de el lugar arrastrando a uno que fue capaz de hablar en cadena nacional pero no frente a estos hombres.


Continúa...



MÍA... SOLO MÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora