Madison Hardy
No estoy feliz con mi vida, entrar a una nueva escuela cuando ya inicio el año no es algo divertido. Culpo a mis padres por cualquier cosa que llegué a pasar. Pero cuando mis ojos caen en ese chico sexy se me olvida porque estaba mole...
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Me desplomo en mi cama completamente cansada, me duele cada parte de mi cuerpo y estoy asquerosa, huelo a comida y les aseguro que este no es mi mejor momento.
La mejor parte de este día fue el haberle hecho esa broma a Josh Drake, fui al campo a ver la práctica y cuando el dejo de mirarme me adentre al vestuario de los chicos sin ser vista. Cuando entre arrugue mi nariz ante el hedor de medias sudadas, gracias al cielo los casilleros tenían los apellidos de los jugadores grabados en placas de acero. Me dirigí rápidamente al de Drake y proseguí a sacar todo de mi mochila.
Debo de decir que la harina la tuve que tomar de la cafetería para proseguir con mi venganza, y la verdad dudo que alguien se dé cuenta que la tome.
Una vez que termine de armar todo, me fui por el lado contrario al que entre, los vestuarios tienen dos entradas, la que da a los pasillos y la que da al campo. Una chica frunció el ceño al verme salir del vestuario de los chicos, solo le sonreí y le guiñe un ojo.
Pero toda esa emoción termino cuando me quede después de clases para limpiar la cafetería.
Yo. Sola.
Y ahora dos horas más tardes no tengo ganas de siquiera levantarme de mi cama para ir a bañarme, quiero estar aquí y dejar que mi cuerpo se vaya curando lentamente. Cierro mis ojos por un minuto y es todo lo que se necesita para que me quede dormida.
Un ruido insistente me hace revolverme en la cama, al abrir mis ojos la oscuridad llena la habitación, eso hace que rápidamente me siente y un ligero mareo se apodera de mí. Busco la fuente del ruido y veo mi bolso en el suelo, mi teléfono parcialmente fuera de este iluminando la habitación. Me pongo de pie y lo tomo, estoy por contestar cuando deja de sonar.
Reviso el historial de llamadas, tengo varias llamadas de Emma y Claire y esta última fue de Malcolm.
Cuando suena de nuevo deslizo el botón para contestar. — ¿Si?
— ¿Qué mierda Maddi?
—Malcolm, lo siento me quede dormida. —Me disculpo y froto mis ojos con cansancio. — ¿Necesitas algo? ¿Paso algo?
